Lo impulsa Borja Barragán desde Madrid, con el banco suizo Julius Baer
Temperantia, un fondo de inversión con valores católicos: transparencia y beneficio al bien común
La idea de un fondo de un inversión inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) le vino a Borja Barragán, ejecutivo financiero de 34 años, mientras cursaba un Máster de Pastoral Familiar en el Instituto Juan Pablo II (jp2madrid.es) de Madrid. “Vi a gente que además de sus ocupaciones habituales dedicaban muchísimo tiempo a los demás. Veía que a mí me faltaba esa fase. Yo tenía una vida exitosa, pero algo vacía respecto a lo qué me estaba dedicando profesionalmente”.
Además, en el Máster coincidió con religiosos que “al saber que trabajas en un banco, siempre te preguntan cómo invertir; de ahí que viera la necesidad por parte de ciertos colectivos de recibir un asesoramiento o, por lo menos, que alguien les llevase de la mano de forma más acorde con su moral”. Ahí se empezó a fraguar Temperantia.
Borja Barragán explica cómo nació el fondo católico Temperantia, reflexionando acerca de la necesidad de enfocar sus talentos financieros para el bien común
Llama la atención, sin embargo, que la forma de plasmar está dedicación sea en forma de fondo de inversión. Barragán explica que, al ver cómo las personas que conoció en el Instituto Juan Pablo II ponían sus talentos al servicio de los demás, decidió imitarles. “Entonces, me dije a mí mismo: ¿Cómo poner mis talentos al servicio de los demás? Por mi trayectoria, voy a hacer lo que mejor sé hacer: números e inversiones. Esa manera de plasmarlo ha sido Temperantia”.
El fondo cuenta con el aval y la gestión del banco de inversiones suizo Julius Baer (www.juliusbaer.com), con sede en Zürich, acreditado por más de 150 años de experiencia.
Equilibrio en los bienes: una virtud
Temperantia, templanza. Una de las cuatro virtudes cardinales, que, según Barragán “procura el equilibrio en el uso de los bienes”. El destino universal de los bienes, un concepto básico de la DSI.
“Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad”, indica el punto 171 del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, aprobado en 2004 por San Juan Pablo II.
La templanza, por su parte, viene mencionada en “Etica e Finanza, Contributo alla riflessione”, un documento oficial de la Conferencia Episcopal Italiana. En su apartado 2.3 le atribuye dos virtudes esenciales en lo tocante a las inversiones: modera el deseo y lo orienta hacia el bien común, por un lado, y por otro, permite un equilibrio ético en el uso de los bienes creados.
“Perseguir la templanza evita una materialización del sujeto, que se produce su propia realización personal con la cantidad de los bienes poseídos”.
Esta relación entre la citada virtud cardinal y el destino universal de los bienes, uno de los pilares de la DSI, es el motivo principal del nombre del fondo de inversión, y como añade Barragán, viene al pelo para lo que es un fondo de inversión, donde el inversor tiene responsabilidad.
Ni cortoplacismo ni especulación rápida
Insiste Barragán en hacer pedagogía sobre el equilibrio: “Temperantia está pensado para ser un fondo proyectado muy a largo plazo. Y un fondo, que en su manera, quiere ser equilibrado. No busca el cortoplacismo ni la especulación rápida. Tanto en la composición de la cartera como en el horizonte temporal”.
¿Cómo definiría la relación entre fondo de inversión y la DSI?
"Parece que la DSI solamente la podemos aplicar los católicos en nuestra vida privada o con nuestras familias. Pero en muchos casos se extiende un muro entre nuestra vida personal y la profesional. Temperantia busca demostrar que se puede vivir conforme a la DSI en un ámbito tan material como el de las finanzas".
Una premisa que la DSI acepta siempre que no se traspasen ciertos diques éticos. Por ejemplo, en relación con el destino de las cantidades invertidas. A este respecto, Contributo alla riflessione, en su apartado 2.4, hace un llamamiento a la transparencia para evitar que “los flujos financieros se dirigen a menudo hacia fines no aceptables moralmente”.
Pues bien, uno de los rasgos de Temperantia es la transparencia: los gestores se comprometen a que el inversor reciba un informe en el que se detalla el componente ético de la selección de inversiones así como la trazabilidad detallada y el informe de donativos a entidades eclesiales.
La importancia del impacto social
Con todo, el Papa Francisco se ha caracterizado por condenar duramente tanto la economía especulativa como ciertas prácticas financieras. En Temperantia son conscientes de ellos y saben cómo adecuar el funcionamiento del fondo a las palabras pontificias.
Según Barragán, lo hace de dos maneras. La primera: “el Papa insiste no solo en la rentabilidad económica de las inversiones, sino también en su impacto social, de ahí que Temperantia se adecúe a esas palabras papales siendo una herramienta generadora de recursos económicos para proyectos de Iglesia. Donde el primer beneficiado es el religioso o la religiosa. Ese es el impacto social”.
La segunda consiste en objetivizar: “siempre se puede demostrar por qué se ha llegado a elegir una compañía y no otra. Temperantia lo consigue trabajando con una agencia de calificación; siendo muy claro con los criterios de selección desde un punto de vista social y de gobierno corporativo, invertiríamos en compañías que tuviesen una calificación mínima de A y siguiendo las directrices de la Conferencia Episcopal Norteamericana. No las aplicamos a nuestro libre albedrío, sino que nos apoyamos en la agencia de calificación para implementarla”.
Además, en el Máster coincidió con religiosos que “al saber que trabajas en un banco, siempre te preguntan cómo invertir; de ahí que viera la necesidad por parte de ciertos colectivos de recibir un asesoramiento o, por lo menos, que alguien les llevase de la mano de forma más acorde con su moral”. Ahí se empezó a fraguar Temperantia.
Borja Barragán explica cómo nació el fondo católico Temperantia, reflexionando acerca de la necesidad de enfocar sus talentos financieros para el bien común
Llama la atención, sin embargo, que la forma de plasmar está dedicación sea en forma de fondo de inversión. Barragán explica que, al ver cómo las personas que conoció en el Instituto Juan Pablo II ponían sus talentos al servicio de los demás, decidió imitarles. “Entonces, me dije a mí mismo: ¿Cómo poner mis talentos al servicio de los demás? Por mi trayectoria, voy a hacer lo que mejor sé hacer: números e inversiones. Esa manera de plasmarlo ha sido Temperantia”.
El fondo cuenta con el aval y la gestión del banco de inversiones suizo Julius Baer (www.juliusbaer.com), con sede en Zürich, acreditado por más de 150 años de experiencia.
Equilibrio en los bienes: una virtud
Temperantia, templanza. Una de las cuatro virtudes cardinales, que, según Barragán “procura el equilibrio en el uso de los bienes”. El destino universal de los bienes, un concepto básico de la DSI.
“Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad”, indica el punto 171 del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, aprobado en 2004 por San Juan Pablo II.
La templanza, por su parte, viene mencionada en “Etica e Finanza, Contributo alla riflessione”, un documento oficial de la Conferencia Episcopal Italiana. En su apartado 2.3 le atribuye dos virtudes esenciales en lo tocante a las inversiones: modera el deseo y lo orienta hacia el bien común, por un lado, y por otro, permite un equilibrio ético en el uso de los bienes creados.
“Perseguir la templanza evita una materialización del sujeto, que se produce su propia realización personal con la cantidad de los bienes poseídos”.
Esta relación entre la citada virtud cardinal y el destino universal de los bienes, uno de los pilares de la DSI, es el motivo principal del nombre del fondo de inversión, y como añade Barragán, viene al pelo para lo que es un fondo de inversión, donde el inversor tiene responsabilidad.
Ni cortoplacismo ni especulación rápida
Insiste Barragán en hacer pedagogía sobre el equilibrio: “Temperantia está pensado para ser un fondo proyectado muy a largo plazo. Y un fondo, que en su manera, quiere ser equilibrado. No busca el cortoplacismo ni la especulación rápida. Tanto en la composición de la cartera como en el horizonte temporal”.
¿Cómo definiría la relación entre fondo de inversión y la DSI?
"Parece que la DSI solamente la podemos aplicar los católicos en nuestra vida privada o con nuestras familias. Pero en muchos casos se extiende un muro entre nuestra vida personal y la profesional. Temperantia busca demostrar que se puede vivir conforme a la DSI en un ámbito tan material como el de las finanzas".
Una premisa que la DSI acepta siempre que no se traspasen ciertos diques éticos. Por ejemplo, en relación con el destino de las cantidades invertidas. A este respecto, Contributo alla riflessione, en su apartado 2.4, hace un llamamiento a la transparencia para evitar que “los flujos financieros se dirigen a menudo hacia fines no aceptables moralmente”.
Pues bien, uno de los rasgos de Temperantia es la transparencia: los gestores se comprometen a que el inversor reciba un informe en el que se detalla el componente ético de la selección de inversiones así como la trazabilidad detallada y el informe de donativos a entidades eclesiales.
La importancia del impacto social
Con todo, el Papa Francisco se ha caracterizado por condenar duramente tanto la economía especulativa como ciertas prácticas financieras. En Temperantia son conscientes de ellos y saben cómo adecuar el funcionamiento del fondo a las palabras pontificias.
Según Barragán, lo hace de dos maneras. La primera: “el Papa insiste no solo en la rentabilidad económica de las inversiones, sino también en su impacto social, de ahí que Temperantia se adecúe a esas palabras papales siendo una herramienta generadora de recursos económicos para proyectos de Iglesia. Donde el primer beneficiado es el religioso o la religiosa. Ese es el impacto social”.
La segunda consiste en objetivizar: “siempre se puede demostrar por qué se ha llegado a elegir una compañía y no otra. Temperantia lo consigue trabajando con una agencia de calificación; siendo muy claro con los criterios de selección desde un punto de vista social y de gobierno corporativo, invertiríamos en compañías que tuviesen una calificación mínima de A y siguiendo las directrices de la Conferencia Episcopal Norteamericana. No las aplicamos a nuestro libre albedrío, sino que nos apoyamos en la agencia de calificación para implementarla”.
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