UNA TIERRA FÉRTIL PARA SEMBRAR
La Iglesia en Guatemala sobrevive en medio de un alto grado de violencia
El verde, color de la esperanza, inunda la mirada de cualquier persona que pise tierras guatemaltecas. En un país donde la tierra es sinónimo de gran fertilidad parece imposible que exista un setenta y ocho por ciento de población viviendo por debajo del índice de la pobreza. Imposible que entre tan sólo trece millones de habitantes casi no logren entenderse por el elevado número de idiomas, veintitrés, con el español como oficial.
En guatemala también padecen racismo, analfabetismo, discriminación de la mujer, narcotráfico, ineficacia en el sistema judicial y, desde el punto de vista eclesial, aumento de las sectas protestantes, falta de sacerdotes nativos, formación de catequistas y templos.
Con este clima de adversidad es evidente, como ha señalado el propio obispo de Sololá-Chimaltenango, Gonzalo de Villa, en la carta abierta escrita a los bienhechores de Ayuda a la Iglesia Necesitada, que «las necesidades de la Iglesia en Guatemala son grandes. Necesidad de construir templos, de formar seminaristas, de apoyar programas pastorales de educación en la fe pero también en atención de personas en gran necesidad».
Ante esta situación Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) ha puesto en marcha una campaña por los Católicos de Guatemala situando el objetivo de los proyectos sobre tres pilares claves: ayuda a la vocación sacerdotal, a la formación y compromiso laical y, la reparación o ampliación de templos.
Vocación sacerdotal
En la diócesis de El Quiché, tan sólo treinta y dos sacerdotes atienden una población de 850.000 habitantes. La escasez de sacerdotes es uno de los problemas más acentuados para la Iglesia católica en Guatemala ya que no les permite, en muchos casos, atender diariamente las necesidades de los fieles en las zonas rurales más alejadas. Así aparece la figura de los sacerdotes «itinerantes» que, con el objetivo de llevar la Palabra de Dios al fin del mundo, atraviesan ríos, montañas, selvas y andan durante varias horas conducidos por la Fe. Al extender La Verdad a estos pueblos rurales, ayudan a frenar el ingreso de muchas personas en sectas por falta de formación religiosa.
Para que siga adelante la entrega de personas como el padre Paulino Alonso que justifica su entrega al prójimo explicando que, «Dios me ha llamado a vivir con los pobres. Y los pobres, en Guatemala, viven en el basurero», es necesaria la ayuda para el impulso de la vocación sacerdotal. Varios de los proyectos que AIN quiere desarrollar consiste en la formación de seminaristas, ya que en los últimos años ha aumentado el número de vocaciones entre nativos.
Compromiso Laical
El pasado mes de junio, AIN elaboraba un informe sobre la invasión de las sectas en Guatemala y las conclusiones arrojaban un dato alarmante: las sectas protestantes pueden alcanzar un cincuenta por ciento de la población en un plazo breve de tiempo. La aparición de estos nuevos movimientos se remonta al terremoto que arrasó Guatemala en 1976 que provocó 25.000 muertes. Para ayudar a la población llegaron grupos evangélicos que se ganaron el cariño de la gente, hoy aprovechado para engañar y arremeter contra la Iglesia Católica: «Frente a las sectas, la solución es multiplicar el número de laicos comprometidos», explica el párroco de Candelaria, el padre José Rossetto.
Reparaciones o ampliaciones de templos
Y a pesar de todos los problemas que hay en Guatemala, sus gentes confían en ese verde esperanza que les rodea y, son capaces de unir fuerzas, después de un duro día de trabajo con el que no consiguen ni tres euros diarios, para construir templos donde poder estar en comunión. Hay que apoyarles con iniciativas como la construcción de centros de formación y rehabilitación de infraestructuras porque su pobreza no les permite financiar estas obras. Si en Guatemala la vocación sacerdotal y el compromiso laical aumentan, podría alcanzar los valores que simboliza el azul cielo de su bandera: justicia, verdad y fortaleza.
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