EL MÉDICO QUISO QUE SU ABORTARA, PERO SE NEGÓ
La historia de Diana Milagros, la niña que hizo honor a su nombre
Mari estuvo a punto de morir y tuvo cuatro abortos naturales. Acudió a un médico que le recomendó una inseminación artificial y vasectomizar a su marido. Pero ella ya estaba encinta. El médico la recomendó abortar, pero decidió seguir adelante. Y su hija nació.
Mari tiene ahora 30 años. Se casó hace 5. Hace 4 años se operó de una reducción de estómago (pesaba 150Kg), y estuvo realmente a la muerte, inglesada en la UVI durante 6 semanas y saliendo adelante por milagro con una lentísima recuperación.
Con gran ilusión, a los 20 meses de operarse quedó embarazada, pero perdió al niño a los dos meses de gestación. Volvió a quedar embarazada otras tres veces, pero ninguna de estas gestaciones pasó del segundo mes.
Angustiada y deseosa de tener familia, fue a consultar con su médico de la Seguridad Social. Tras varios estudios, les informaron de que los espermatozoides del marido eran deficitarios, y de que no podrían tener hijos pues el resultado sería siempre el mismo. La propuesta del médico fue la inseminación artificial con un donante anónimo. Tras sopesar los pros y los contras, decidieron aceptar la propuesta y entrar en el programa de reproducción asistida de la Maternidad donde la atendían en Madrid. El primer paso fue la vasectomía para esterilizar al marido, evitando así posibles complicaciones en el proyecto.
A los 15 días de esa intervención Mari empezó a sentirse mal, y para sorpresa de todos resultó que estaba embarazada de cerca de dos meses. Acudió a su médico, que le dijo: «No te preocupes: vente el jueves que te lo quito de encima y así podemos seguir con el proyecto». No es eso lo que ella esperaba oir, y se quedó asustada. El médico le insistió: «Es una cirugía de nada, y hay que hacerlo porque este embarazo terminará como los demás». Ella quiso hablarlo con su marido, y volvió al día siguiente diciendo que lo habían pensado y querían al menos ver si pasaba de los dos meses de embarazo.
Vuelta a insistir el médico:
- «Mira, estás perdiendo el tiempo. Este embarazo no pasará de los dos meses, y si llegara a término puede tener un resultado muy malo y verte con un niño en silla de ruedas, o con taras importantes. ¿Es que acaso crees en los milagros? Y decídete ya o será demasiado tarde para abortar».
- «Por supuesto que creo en los milagros: por milagro estoy yo aquí, y oraciones no me van a faltar».
- «Pues te caes del programa, y luego no me vengas con que quieres la inseminación artificial, porque una vez fuera, yo me ocuparé de que no vuelvas a entrar».
Mari estaba deshecha, rota en lágrimas, pero decidida a dar una oportunidad a ese ser que llevaba dentro. Afortunadamente fue a otro ginecólogo, también de la Seguridad Social, que ha cuidado su embarazo con profesionalidad y rectitud. Los meses han estado llenos de incertidumbre, con temor en cada exploración pues no siempre las noticias eran buenas, pero siempre decididos a seguir adelante. En una ecografía vieron que era niña, y que parecía tener un lóbulo del cerebro mayor que el otro, sin poder determinar más, aconsejándole esperar y ver.
El miércoles 14 de octubre de 2009 nació Diana Milagros, preciosa, con todos sus deditos y todo en su sitio. En el chequeo que le han hecho hoy han visto una niña totalmente normal, que no necesita más exploraciones de momento. Mari está feliz, agradecida a vuestras oraciones, admirada de tanta maravilla. Me dice: «¿Que es posible que luego se vea que es un poco límite? Me da igual; la voy a querer muchísimo, y eso es lo importante».
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