Jueves, 26 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

PRESIDENTE DE LOS OBISPOS DE GUATEMALA

Monseñor Vizcaíno: «No podemos olvidar el papel que jugamos en la defensa de los más débiles»

La asociación AIN ha iniciado, bajo el lema «Tuve hambre y me disteis de comer», una campaña de solidaridad con la Iglesia católica en Guatemala. Monseñor Pablo Vizcaíno, habla de la situación social, económica, política y religiosa del país.

Javier Fariñas/AIN

Monseñor Pablo Vizcaíno /J.F.
Monseñor Pablo Vizcaíno /J.F.
- ¿Puede presentarnos el país, Guatemala, en el momento actual?
- Guatemala es un país multiétnico, multicultural y multilingüe, donde un gran número de etnias indígenas convive con el grupo ladino. Es un país muy rico culturalmente que, lamentablemente, ha vivido una guerra fratricida que duró más de 30 años (19601996). Es un país de gente muy acogedora, trabajadora, que busca salir adelante en medio de las dificultades. Guatemala es un país, lamentablemente, marcado también por un gran avance de las sectas. Guatemala, es una nación importante en Centroamérica, tiene la Conferencia Episcopal más numerosa de la zona, y conformamos una Iglesia muy viva donde el laicado ocupa un lugar muy importante.
 
- Una de las realidades más evidentes para el que recorre el país es la existencia de grandes núcleos de pobreza y marginación.
- Las diferencias en Guatemala están demasiado marcadas. Hay un grupo, relativamente pequeño, de personas sumamente ricas; la clase media ha tendido a desaparecer, mientras que entre el 60-70 por ciento de los guatemaltecos viven en situación de pobreza. De ese grupo, al menos un 15 por ciento vive en pobreza extrema, lo que ha favorecido un movimiento migratorio muy fuerte, que ha afectado a muchas familias de Guatemala. Fruto de esa pobreza es el porcentaje de desnutrición infantil crónica, uno de los más elevados, no de la región, sino casi en el mundo entero.
 
- Podemos unir a la pobreza, el dolor que todavía sufre el pueblo guatemalteco por la guerra de 36 años que vivió el país.
- Mucha gente murió, gente inocente; mucha gente tuvo que abandonar sus tierras, muchas familias se dividieron totalmente porque tuvieron que huir en medio de persecuciones tremendas. Se ha hecho un esfuerzo muy grande para ir favoreciendo lo que podríamos llamar una higiene mental, es decir la posibilidad de volver sobre esas heridas del pasado, hablarlas, mencionarlas, y es así como las personas van poco a poco redimensionando lo que les tocó vivir. Cuando eso sucede, de inmediato deja ver un interior humano profundamente lastimado, lastimado por el dolor, por la crueldad, lastimado por la incertidumbre de la pregunta «¿qué fue de los míos?» o por la visión de escenas realmente terribles de violencia en medio de la guerra. La muerte de toda una familia, el ver como se eliminan ancianos, mujeres, recién nacidos... Todo eso marcó muchísimo y sigue marcando el corazón de los guatemaltecos.
 
- ¿Cuáles son hoy los grandes retos pastorales de la Iglesia guatemalteca?
- Todo lo que significa Aparecida supone para nosotros un reto importante, que no es otro que la apertura misionera de nuestras Iglesias locales, no sólo al interior de las mismas, sino también a las iglesias hermanas. De hecho, el gran reto es lograr una evangelización más profunda de nuestra gente y de nuestras culturas. Pero en Guatemala los obispos no podemos olvidar el papel tan importante que jugamos en la defensa de los más débiles, velar por los que no tienen voz, ser un muro de defensa contra situaciones de injusticia y de impunidad que se dan. Todo eso constituye retos puntuales, concretos en nuestra vida de Iglesia. Además, en estos últimos años se constata el esfuerzo de la Iglesia para formar a sus laicos. Guatemala tiene una iglesia donde el laico juega un papel muy importante, muchos aspectos de la vida de la Iglesia están en manos de los laicos. Esperamos todavía que los laicos ingresen más dentro en el campo de lo político.
 
- ¿Cómo se percibe a la iglesia de Guatemala desde los sectores social y político del país?
- La iglesia y su pensamiento -que no es más que el reflejo de lo que el Evangelio dice- es respetada, la Iglesia tiene su lugar en medio de Guatemala. Y lo tiene porque han visto que hay una gran coherencia entre el mensaje y la vida. No estamos viviendo una relación de intimidad con el gobierno, con cualquiera que sea. Somos muy independientes, respetamos al gobierno y el gobierno nos respeta a nosotros. La Iglesia en Guatemala es una iglesia que incide muy profundamente, a través de sus comunicados, en la vida social de Guatemala, por lo que goza de aprecio, de respeto y de mucha estima.
 
Una cita con Guatemala
Dentro de la campaña «Tuve hambre y me disteis de comer» la asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada ha organizado un encuentro benéfico en el que se presentarán los proyectos que la institución financiará en el país centroamericano. Las personas interesadas en participar en el evento, que tendrá lugar el próximo 8 de octubre, a las 20 h. en el Hotel Holiday Inn (Madrid), pueden solicitar más información en el teléfono 902 636 737.
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