Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Goel Ratson está casado oficialmente sólo con una

Un gurú de Israel tiene 32 mujeres y 180 hijos

El modesto barrio de Tikva, en el sur de Tel Aviv, se despierta entre la calma y unas inusuales nubes. La aparente normalidad de sus calles es el mejor aliado de un hombre de 58 años, al que unas ven como el Mesías y la mayoría como un sinvergüenza. Su nombre, Goel Ratson. Su historia, espeluznante. “Cuando sus hijos salen por la mañana a la guardería, parece como la salida de nuestros antepasados de Egipto. ¡Es increíble cuántos niños hay!”, cuenta un vecino desde la ventana de su casa. En cuatro edificios de este barrio se esconde una comunidad (¿secta?). O “una familia numerosa”, que dice el propio Goel. Sirviendo a este pequeño hombre de melenas blancas y tez oscura, viven sus 32 mujeres y 89 hijos de sus hijos.

(Info-RIES/ReL) Una cifra que se queda corta, según explica Sal Emergui en el suplemento Crónica del diario español El Mundo. “Hay unos 180 hijos repartidos por todo Israel”, calcula Tehlia, una de las mujeres entregadas en cuerpo y alma a Goel, que en hebreo significa redentor. “Es un Mesías que aun no ha sido descubierto y cuando se revele, este país temblará”, añade. Creen que tiene poderes sobrenaturales. Tehlia recuerda cómo su padre cayó en una grave enfermedad y Goel le salvó la vida ante el asombro de los doctores. Las mujeres dicen ser independientes pero tienen prohibido comer carne, comunicarse con otros hombres, beber alcohol, fumar, vestir de forma “provocativa” o abrazar a sus propios padres. En el supermercado del barrio, apenas hablan. No por motivos religiosos sino como prueba de amor y fidelidad hacia su gurú. “Es un regalo del cielo”, dice Efrat, otra de sus mujeres, en un documental del Canal 10 israelí, el único medio que ha entrado en su sancta sanctorum: 30 minutos que revelan 30 años de secretos. Sus hijos se llaman Goel Avinu, Goel Tehila, Goel… Cuando entra en casa, muchos le besan los pies. Como sus madres, llevan tatuados su efigie. Efrat lo justifica: “Es mejor que los niños tengan tatuados en su cuerpo a su padre que a un cantante”. ¿Alteraciones en la educación? “Los niños son normales y muy felices. No les comemos el cerebro”, replica. Goel no se acuerda de los nombres de todos sus hijos pero conoce bien el cuerpo de todas sus mujeres. Algunas son hermanas o primas. Su caso provoca la indignación de la mayoría y la admiración de unos pocos que más que Mesías le consideran “una máquina sexual”. El Don Juan divino explica el secreto: “Tengo todas las facultades que una mujer quiere. Las medidas que una mujer quiere. Todo el cariño que una mujer busca. Lo tengo todo”. En cuestión de lecho conyugal, no hay competencia. Las 32 mujeres se turnan y, aunque no lo confiesen, hay una lucha cada noche por ser la afortunada. Tehlia se sincera: “Satisface todas mis voluntades y necesidades. Por eso, estoy dispuesta a compartirlo con otras aunque no siento que lo comparto. Me siento especial y única”. Se sospecha que es un timador. Está oficialmente casado con una sola mujer. El resto son reconocidas como “madres solteras” que reciben una ayuda mensual estatal de cientos de euros: 32 prestaciones para que el salvador se salve de trabajar. A la pregunta de cómo se gana la vida, responde: “Con la ayuda de Dios que se ocupa de nosotros”. La Seguridad Social israelí no se fía de los préstamos divinos e investiga. El director del Instituto en Defensa del Menor, Isaac Kadmon, reconoce que “mientras los niños vayan regularmente al colegio y no haya negligencias o abusos, las autoridades no pueden hacer nada. La ley no prohíbe llevar un estilo de vida sólo porque parezca inapropiado”. En el barrio, el viejo Abraham nos cuenta irónicamente: “En más de una ocasión hemos visto enfrentamientos con los padres de algunas de sus mujeres que vienen para rescatarlas del salvador”. La secta se empezó a tejer hace 30 años. Empieza su búsqueda reclutando a su futura mujer cuando es una adolescente con problemas físicos, sociales o psicológicos. Tras su milagrosa curación terapéutica, es toda suya. Y así viene otra y otra y otra hasta el día de hoy. El presume de sus poderes sexuales pero niega usarlos con menores. Sólo dos de sus chicas se escaparon de su magia. Las restantes siguen hipnotizadas. Como le pasó a una detective infiltrada para desmontar su imperio. Se hizo pasar por una joven en busca de terapia y, como reconoció, tras el primer contacto quedó hipnotizada durante varios minutos. Entre sus mujeres, hay dos informáticas, tres vendedoras, varias estudiantes universitarias... El resto no trabaja. Pero su harén puede acabar en tragedia. Él le dijo a una de ellas: “Cuando me muera, os pido que conservéis la calma. No os volváis locas ni hagáis jaleo. Pero si el Estado me hace daño, haced daño a todos los que podáis. ¡No tengáis miedo!”.El sometimiento hacia él es total. Idolatría pura. “Si le hacen daño, sabremos actuar, pero si muere de vejez, no me suicidaré”, avisa una de ellas. Mediodía en el barrio. Las decenas de niños respiran la normalidad de la guardería antes de volver al mundo no convencional. Un mundo que tiene un dueño. Un hombre capaz de hipnotizar durante décadas a decenas de mujeres, destrozando familias y construyendo una muy especial. Tan numerosa como diferente. Tan rara como peligrosa.
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