Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El padre Cantalamessa explica sentido de Pasión y Muerte de Jesús

"Dios es capaz de hacer de sus detractores más encarnecidos, sus apóstoles más apasionados"

En la homilía de la celebración de la Pasión de Señor, presidida por el Papa, el predicador de la Casa Pontificia, padre Raniero Cantalamessa, ha rebatido con firmeza la causa principal de la infelicidad de los hombres: el rechazo de Dios. El padre Cantalamessa ha subrayado que "con su muerte, Cristo no sólo ha denunciado y ha vencido el pecado; ha dado también un sentido nuevo al sufrimiento". Cristo ha hecho del sufrimiento un instrumento de salvación, su sacrificio ejerce sus efectos gracias a la superación de la muerte, esto es, a la resurrección.

(Zenit/Rel) Benedicto XVI ha presidido esta tarde en la Basílica Vaticana la celebración de la Pasión de Señor. Durante la Liturgia de la Palabra se ha leído el pasaje de la Pasión del Señor según san Juan y el predicador de la Casa Pontificia, padre Raniero Cantalamessa, ha pronunciado la homilía. El padre Cantalamessa ha señalado el pecado como auténtico protagonista del encierro "de la criatura humana en la mentira y en la injusticia", de la condena del mismo cosmos material a la vanidad y a la corrupción y de la causa última de los males sociales que afligen a la humanidad. Para muchos no creyentes, la fe en Dios es un obstáculo para la felicidad. En el Viernes Santo, día en el que la Iglesia revive la muerte de Cristo, el predicador de la Casa Pontificia ha mostrado en el Vaticano cómo el creyente al tener a Dios lo tiene todo, sobre todo la felicidad. El padre Raniero Cantalamessa, OFMCap, en la homilía que ofreció en la celebración de la Pasión del Señor, presidida por Benedicto XVI, en la Basílica de San Pedro, respondió al eslogan que circula en autobuses de algunas ciudades de Europa: "Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida". "Se sobreentiende el mensaje de que la fe en Dios impide disfrutar de la vida; es enemiga de la alegría. ¡Sin ella habría más felicidad en el mundo!", constató el predicador. Y respondió a la provocación planteando la pregunta que tarde o temprano se hace toda persona, creyente o no creyente: ¿cuál es el origen y el sentido del sufrimiento? El predicador del Papa contestó como lo hace el apóstol san Pablo: El pecado es "la causa principal de la infelicidad de los hombres, o sea, el rechazo de Dios, ¡no Dios!". El pecado, aclaró, "encierra a la criatura humana en la mentira y en la injusticia, condena al mismo cosmos material a la vanidad y a la corrupción y también es la causa última de los males sociales que afligen a la humanidad". En la Cruz, explicó el padre Cantalamessa citando a san Pablo, "Cristo ha abatido el muro de separación, ha reconciliado a los hombres con Dios y entre sí, destruyendo la enemistad". "De aquí la primitiva tradición desarrollará el tema de la cruz árbol cósmico cuyo brazo vertical une el cielo y la tierra, y cuyo brazo horizontal reconcilia entre sí a los diversos pueblos del mundo". Se trata, aclaró el sacerdote capuchino, de un "evento cósmico y al mismo tiempo personalísimo: Me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2,20). En este sentido, cada hombre, añadió el predicador, es "aquel por quien murió Cristo" (Rm 14,15). "Con su muerte, Cristo no sólo ha denunciado y ha vencido el pecado; ha dado también un sentido nuevo al sufrimiento, incluso aquél que no depende del pecado de nadie, como es el caso del que se ha desencadenado, esta semana, en la cercana región de los Abruzos a causa del devastador terremoto", añadió el padre Cantalamessa. Jesús, insistió, ha hecho del sufrimiento "un instrumento de salvación, un camino a la resurrección y a la vida. Su sacrificio ejerce sus efectos no a través de la muerte, sino gracias a la superación de la muerte, esto es, a la resurrección". "Cristo no ha venido para aumentar el sufrimiento humano o para predicar la resignación a éste; ha venido para darle un sentido y anunciar su final y su superación", aseguró. El padre Cantalamessa constató que leen ese eslogan en los autobuses de Londres y de otras ciudades también los padres con un hijo enfermo, las personas solas o que se han quedado sin trabajo, los exiliados que huyen de los horrores de la guerra, quienes han sufrido graves injusticias en la vida... "Intento imaginar su reacción al leer las palabras: "Probablemente Dios no existe: ¡disfruta de la vida!. ¿Con qué?", se preguntó. pero, siguió reconociendo, "no es la única incongruencia de esa idea publicitaria". "Dios probablemente no existe: así que incluso podría existir; no se puede excluir del todo que exista. Sino, querido hermano no creyente, si Dios no existe, yo no pierdo nada; si en cambio existe, ¡tú has perdido todo!", dijo. "Deberíamos casi dar las gracias al promotor de esa campaña publicitaria; ha servido a la causa de Dios más que muchos de nuestros argumentos apologéticos. Ha mostrado la pobreza de sus razones y ha contribuido a sacudir muchas conciencias adormecidas", aseguró ante el Papa y los miles de fieles que llenaban la basílica. Finalmente, Cantalamessa ha subrayado la esperanza que la oración universal del Viernes Santo expresa. "La cruz de Cristo es motivo de esperanza para todos y el año paulino una ocasión de gracia también para quien no cree y está en búsqueda. Una cosa habla a su favor ante Dios: ¡el sufrimiento! Como el resto de la humanidad, también los ateos sufren en la vida, y el sufrimiento, desde que el Hijo de Dios lo cargó sobre sí, tiene un poder redentor casi sacramental", dijo el predicador, concluyendo que "Dios es capaz de hacer de sus detractores más encarnecidos, sus apóstoles más apasionados. Pablo es la demostración de ello". Implorando al Señor, el padre Cantalamessa terminó: "haz que, más allá de todo obstáculo, todos reconozcan los signos de tu bondad y, animados por el testimonio de nuestra vida, tengan el gozo de creer en ti, único verdadero Dios y Padre de todos los hombres".
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