Viernes, 27 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Recogimiento y oración tras décadas de ateismo oficial

Semana Santa en Rusia: el renacimiento de la fe cristiana

Tras años de ateísmo, la caída del comunismo abrió la vía al restablecimiento de la fe. En Rusia hay musulmanes, budistas y también católicos, pero la religión preponderante es la ortodoxa. Según cifras oficiales, el número de cristianos ortodoxos es de 98,5 millones, casi un 70% del total de la población. Al igual que los católicos, los ortodoxos celebran cada uno de los días santos de la semana, especialmente el jueves y el viernes.

(Rafael M. Mañueco/HoyDigital) La población de Rusia es de 141,9 millones de habitantes. Actualmente hay unos 98,5 millones de ortodoxos (69,4%), 20,8 millones de musulmanes (14,7%), 1.400.000 budistas (1%), 700.000 católicos (0,5%), 420.000 practicantes del judaísmo (0,3%) y unos 20 millones (el 14,1% restante) de ateos o agnósticos.La Semana Santa en Rusia cae este año justo una semana más tarde de la que se celebra en el mundo católico; es decir, en la de Pascua. El Domingo de Resurrección, el 12 de abril, se solapa con el Domingo de Ramos ortodoxo. Pero no siempre es así. En 2008, la Pascua de Resurrección en Rusia fue cinco semanas más tarde. Sin embargo, hace dos años, católicos y ortodoxos conmemoraron juntos la festividad. Así será también el año que viene y en 2011, 2014 y 2017. Este fenómeno se produce solamente cuando el primer plenilunio del equinoccio de primavera coincide en los calendarios juliano y gregoriano. En la última misa del Jueves Santo los fieles van provistos de velas, que cada uno lleva después a su casa para iluminar los iconos. Los cirios deben estar encendidos hasta el Domingo de Resurrección. El Viernes Santo no se oficia ninguna misa. Se reza sólo un responso, al final del día, en presencia del sudario con el que fue envuelto el cuerpo de Cristo tras ser bajado de la cruz, y del icono con su imagen en el sepulcro. Las procesiones forman también parte del ritual, aunque no son tan vistosas ni multitudinarias como en España. En Rusia, estos vía crucis discurren alrededor de las iglesias y aglutinan a un número de participantes muy reducido. Salvo que se trate de parroquias muy señaladas o de las grandes catedrales, en donde el cortejo suele ir encabezado por el patriarca, la máxima dignidad eclesiástica. Las misas sí suelen tener más oropel y solemnidad que en el mundo católico. Grandes coros de voces masculinas y femeninas ayudan a crear la atmósfera de fervor necesaria. Son muchos los oficiantes y van ataviados con recargadas casullas y coronas adornadas con piedras preciosas. El ambiente general es también de mayor devoción. La Semana Santa en Rusia no está asociada, como sucede en España, a unas cortas vacaciones. Ninguno de sus principales días es fiesta oficial. Tampoco, a diferencia de la Navidad, es una época en la que los feligreses rusos ocasionales sientan necesidad de dejarse ver en las ceremonias religiosas. Por eso, los que acudirán estos días a las iglesias son auténticos creyentes. Tras años de ateísmo, la caída del comunismo abrió la vía al restablecimiento de la fe. En Rusia hay musulmanes, budistas y también católicos, pero la religión preponderante es la ortodoxa. Según cifras oficiales, el porcentaje de creyentes ortodoxos roza el 70%, sobre el total de la población. En 1989 era sólo del 20%, que es probablemente la proporción de practicantes reales de hoy día. En cuanto a los musulmanes, superan los 20 millones de personas, lo que supone el 15%. Al anterior patriarca, Alexis II, fallecido en diciembre, se le atribuye como principal mérito haber logrado el restablecimiento casi total del patrimonio de su Iglesia, expoliado por los bolcheviques después de la revolución de 1917. Para ello, tuvo que hacer ojos ciegos y oídos sordos a los abusos del régimen de Vladímir Putin (atrocidades en Chechenia, asesinatos y encarcelamiento de opositores, corrupción, etc). Alexis II, de quien se afirma que fue agente del KGB, tuvo que pedir perdón por sus «compromisos con la ideología comunista». Hay quien asegura que Kiril, el actual patriarca, entronizado el pasado 1 de febrero, también colaboró con el KGB. Ello no quita para que los rusos amen su Iglesia, a la que consideran uno de los principales signos de identidad nacional. De ahí el conservadurismo de muchos de sus popes y su recalcitrante rechazo a que el Papa Benedicto XVI viaje a Rusia. Kiril, sin embargo, es partidario de la reunificación del cristianismo y se muestra favorable a estrechar lazos con el Vaticano. Y es que las dos Iglesias cristianas tienen muchas cosas en común. Tanto Benedicto XVI como Kiril son contrarios a la eutanasia y al aborto. Desaprueban el matrimonio homosexual y el sacerdocio femenino. Kiril está convencido de que los cristianos están hoy día bajo amenaza y ve posible una alianza con los católicos a fin de hacer frente a los desafíos de forma conjunta. Kiril oficiará en estos días algunas de las grandes misas de la Semana Santa ortodoxa. En general, los fieles rusos esperan de él más entrega. Confían en que no mire para otro lado a la hora de denunciar la desigualdad social reinante en Rusia. A sus 62 años, se ha marcado el compromiso de acometer una ingente labor de evangelización, de atraer más gente a su Iglesia.
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