El Papa llega a Angola
"No se puede olvidar la multitud de angoleños que viven por debajo de la línea de pobreza absoluta"
Después de un vuelo de dos horas desde Camerún, el Papa aterrizó en el aeropuerto 4 de Fevereiro de Luanda (Angola). Nada más bajar del avión, el Papa recibió la bienvenida del presidente de la República, José Eduardo dos Santos y posteriormente fue saludado por el arzobispo de Luanda y presidente de la Conferencia Episcopal de Angola y Sao Tomé, monseñor Damiao Antóni Franklin. Tras la presentación de las autoridades del país y el saludo del presidente Dos Santos, el Santo Padre pronunció un discurso en el que manifestó su deseo de alentar la pacificación y reconstrucción del país, así como la necesidad de atender a las necesidades de los más pobres.
(RV/ReL) Benedicto XVI aseguró que aunque su visita pastoral se limite a Yaundé y Luanda, "en mi corazón y mi oración tengo presentes África en general y el pueblo de Angola en particular, al que deseo ofrecer un cordial aliento para proseguir por el camino de la pacificación y de la reconstrucción del país y de las instituciones". Tras recordar la visita de Juan Pablo II a este país en junio de 1992, el Papa dijo que en el país del que proviene, Alemania, "la paz y la fraternidad son estimadas por todos sus habitantes, en particular por cuantos como yo, han conocido la guerra y la división entre hermanos pertenecientes a la misma nación a causa de ideologías devastadoras e inhumanas, que bajo la falsa apariencia de sueños e ilusiones, hacían pesar sobre los seres humanos el yugo de la opresión. Por eso, entenderéis -continuó- que sea sensible al diálogo entre los seres humanos como medio para superar toda forma de conflicto y de tensión y para hacer de todas las naciones -y por tanto también de vuestra patria- una casa de paz y de fraternidad". "Vuestro territorio -continuó- es rico; vuestra nación es fuerte. Usad estas prerrogativas para favorecer la paz y el entendimiento entre los pueblos, sobre la base de la lealtad y la igualdad que promuevan para África aquel futuro pacífico y solidario que todos anhelan y al que tienen derecho. Para ellos os suplico: ¡No os rindáis ante la ley del más fuerte! Porque Dios ha concedido a los seres humanos volar, por encima de sus tendencias naturales, con las alas de la razón y de la fe. Si os dejáis llevar por estas alas, no os resultará difícil reconocer en el otro a un hermano, que ha nacido con los mismos derechos humanos fundamentales". El Santo Padre lamentó que en Angola "haya todavía tantos pobres que reivindican el respeto de sus derechos. No se puede olvidar la multitud de angoleños que viven por debajo de la línea de pobreza absoluta. ¡No frustréis sus expectativas!". "Se trata -constató el Papa- de una labor enorme, que requiere una mayor participación por parte de todos. Es necesario involucrar en ella a toda la sociedad civil angoleña, para lo cual es preciso que se presente más fuerte y más unida, tanto entre las fuerzas que la componen como también en el diálogo con el gobierno. Para dar vida a una sociedad verdaderamente atenta al bien común son necesarios valores compartidos por todos". El Papa concluyó haciendo hincapié en el motivo de su viaje a Angola: "Encontrarme con una de las más antiguas comunidades católicas de África sub-ecuatorial, para confirmarla en su fe en Jesús resucitado y unirme a las oraciones de sus hijos e hijas para que el tiempo de la paz, en la justicia y en la fraternidad, no conozca ocaso en Angola, permitiéndole cumplir la misión que Dios le ha confiado en favor de se pueblo y en el concierto de las naciones". Terminada la ceremonia de bienvenida, el Santo Padre se dirigió a la nunciatura apostólica para el almuerzo.
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