Los neocatecumenales mandan familias a países desarrollados
Aumentan las misiones en países económicamente ricos pero espiritualmente pobres
Aunque parezca una paradoja, muchas familias misioneras son enviadas a ciudades de países desarrollados. No se vive en la miseria pero sí sufren una fuerte descristianización. En el caso de Japón, Javier destaca que se trata de un país done viven 17 millones de personas, de las que un millón son cristianos, la mayoría extranjeros. "Son países desarrollados, pero la gente sufre mucho, cada año se suicidan 49.000 jóvenes, gente con dinero y educación, pero a quienes les falta lo más básico". Esta tasa de suicidios, una de las más altas del mundo, con una aumento año a año de los casos entre jóvenes menores de 19 años entre los que también existe un gran seguimiento de las llamadas "páginas de suicidas" en internet, revela un problema social de hondo calado.
(Abc/ReL) Es por ello que muchas familias misioneras se trasladan a ciudades del llamado primer mundo, donde el problema no es la pobreza sino las familias desestructuradas, el estrés, la falta de valores... con poca implantación de la familia tradicional. "Existe una pobreza espiritual y humana muy grande; las personas llegan de nuevo a la Iglesia muy destruidas, sin voluntad ni autoestima, aunque sean intelectuales, o tengan una buena profesión. Jesucristo las va reconstruyendo poco a poco", según explican familias misioneras en ciudades europeas, que se dedican simplemente a dar ejemplo y testimonio de familia cristiana. Esta situación fue la que motivó, hace ya varias décadas, al iniciador del camino neocatecumenal, quien planteó al Papa la posibilidad de "hacer presente la familia cristiana en las sociedades más necesitadas y más secularizadas". De ahí que se haya enviado a familias misioneras a países africanos o Kazajistán, pero también a Dinamarca, Holanda o los Estados Unidos.
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