El cardenal Rouco autorizó el culto público la semana pasada
Mil quinientas personas en la primera misa en Prado Nuevo
Hace ya casi 28 años que una mujer de nombre Luz Amparo dijo haber visto y hablado con una joven venida del cielo. Aquel primer encuentro tuvo lugar en Prado Nuevo, un campo de ganado ubicado a las afueras de San Lorenzo de El Escorial (Madrid). Aquella joven vestida de negro, entre muchas cosas, le pidió a Luz Amparo que en ese lugar se recordase la muerte de su hijo Jesucristo. El pasado sábado se celebró la primera misa autorizada por el cardenal Rouco en una nave aledaña a Prado Nuevo.
(Jesús García/Fe y Razón) El recinto se quedó pequeño para los cientos de peregrinos llegados incluso desde Portugal y Francia. Según los organizadores de la eucaristía, durante la comunión se repartieron alrededor de 1.500 formas. En su homilía, el padre José María, párroco de San Lorenzo, que concelebró con otros doce sacerdotes, se mostró prudente e invitó a todos los presentes a participar de las «innumerables gracias de la eucaristía y de aquellas que la Virgen ha derramado y derrama entre los peregrinos de Prado Nuevo». Los mensajes que la Virgen María daría en Prado Nuevo se centran en la Pasión de Cristo, en su meditación constante y en la reparación de los pecados a través de obras de misericordia. De ahí las fundaciones que Luz Amparo ha desarrollado. Una, la de las Hermanas Reparadoras, la conforman jóvenes consagradas para servir a los más necesitados. Otra, la Comunidad Vocacional, para sacerdotes. Y la tercera, la Comunidad Familiar, para vivir los mensajes de Prado Nuevo en imitación de los primeros cristianos. El cardenal Rouco levantó hace unas semanas la recomendación que en 1985 hiciera a los sacerdotes el por entonces arzobispo de Madrid, el cardenal Ángel Suquía, de no visitar el prado para seguir investigando la naturaleza de lo que allí sucedía. La autorización del cardenal Rouco abre ahora la vía para la celebración de una eucaristía el primer sábado de cada mes.
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