Y dando apoyo a sus madres
Adevida cumple 30 años salvando a niños del aborto
Elizabeth tiene 24 años, pero llegó a nuestro país desde Ecuador cuando apenas tenía 19. Tardó poco en conseguir los papeles y, mientras tanto, trabajó limpiando casas. Las dificultades llegaron cuando su novio la abandonó al quedarse embarazada. “Estuve a punto de abortar. Pedí la cita y todo”, relata. Sin embargo, una vez en la clínica, de cuatro meses, no pudo seguir. “Salí de la sala de espera, llorando. No tenía la conciencia tranquila”. Y de forma casual oyó hablar de Adevida. Ahora, el pequeño Fernando tiene dos meses.
(J. V. Echagüe/La Razón/ReL) Adevida cumple 30 años en 2009. Y su centro de atención a la mujer embarazada lleva activo desde 1981. Cuando preguntamos a su presidenta, Teresa Segura, a cuántas madres han ayudado en todo este tiempo, calcula que “hemos salvado a decenas de miles de niños”. De hecho, la memoria de 2008 recoge que, hoy, Adevida atiende a 2.628 mujeres, de las cuales 1.564 entraron nuevas el pasado año. Y de media, acuden a la sede 869 madres o futuras madres. “El aborto no es sólo el daño que se inflige al niño; es el daño que se hace a la mujer. Muchas llevan una herida para toda la vida”, comenta Segura. Con todo, su mayor satisfacción ha sido que alguno de estos niños, hoy jóvenes de 23 años, “han venido a darnos las gracias”. Mujeres como Elizabeth llegan todos los días a las oficinas. Algunas vienen “engañadas” y creen que les van a dar la dirección de un centro para abortar, o a practicarles la operación allí mismo. “Con el resto actuamos rápido, porque muchas llegan por la mañana cuando tienen cita para abortar por la tarde. Les explicamos la importancia de ser madre. Y tomen la decisión que tomen, nosotros las apoyaremos”, dice Beatriz Rodríguez Aísa, directora de la asociación. Soledad y maltrato Si la madre decide no abortar, la ONG le asigna un asesor, que estudia sus necesidades. “Al hablar con ellas, ves que tienen problemas de autoestima, soledad y maltrato. Son embarazos no deseados, viven situaciones difíciles y creen que no van a salir adelante”, puntualiza la directora. Después, el centro les ofrece servicios de orientación psicológica y legal. Participan en talleres de puericultura, parto y posparto, relajación y actividades educativas. Una vez dan a luz, el centro las ayuda con la alimentación del bebé el primer año. Y dentro de sus posibilidades, a buscar empleo. El perfil se repite. En un 85% son extranjeras, de 18 a 30 años, la mayoría sudamericanas. No tienen permiso de residencia y, si trabajan, es en empleos de baja cualificación. Idéntica misión cumple Red Madre, otra de las ONG que ayuda a estas jóvenes. Si Adevida cuenta con ayudas del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid -aunque se nutre principalmente de sus socios-, el capital de Red Madre es privado, en parte porque el centro tiene un año y medio. “Los centros de salud mandan a las chicas a abortar sin explicarles nada. Por ello les damos opciones”, asegura Carmina García Valdés, presidenta de Red Madre. “Al Estado le sale más barato ayudar a una embarazada que abortar. Pero el aborto es un negocio”, señala. Y añade: “Si eligen abortar, las seguimos ayudando porque, si nos necesitaban antes, con más razón ahora. Sabemos lo que pueden pasar tras un aborto”.
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