Cañizares condena la guerra, el terrorismo y el aborto
La falta de respeto a la vida es un terrible cáncer que corroe nuestras sociedades
El cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, lamentó en su primera homilía del año la falta de respeto a la vida, que «corroe nuestras sociedades permisivas como un cáncer con metástasis» y supone «un signo gravísimo de inhumanidad, y de quiebra moral», además de constituir «una amenaza muy grave para la paz». El nuevo Prefecto para la Congregación del Culto Divino condenó ayer en su homilía en la catedral de Toledo distintas expresiones de violencia, como son la guerra en Gaza o el Congo, el atentado de ETA anteayer en Bilbao, el aborto y el terrorismo, que «atenaza a los países».
(ReL) «Millones de seres inocentes no nacidos son eliminados violentamente en el seno de sus madres», declaró el cardenal. Y añadió: «se buscan legislaciones y actuaciones que, en lugar de proteger la vida y la dignidad inviolable de todo ser humano siempre y en todo momento, permiten, por el contrario, eliminarla aunque sean con fórmulas encubiertas, conocidas, e hipócritamente admitidas». Otros peligros para la paz vendrían, según Cañizares, a partir de la crisis, que no es solo económica, sino también moral y espiritual. Como respuesta a estos retos, el cardenal recuerda que en Jesucristo "vemos y palpamos el rostro humano de Dios altísimo que ha asumido nuestras debilidades, se ha dignado ser luz para los ciegos, fuerza para los débiles y consuelo para los tristes". Efectivamente "ha nacido pobre y humilde, se ha rebajado a lo más pequeño y débil, y mira con amor a los pobres, se ha ofrecido como consuelo para ellos, alivio y descanso para los cansados y desalentados, ha levantado con su amor hasta el extremo lo que estaba caído y derribado, ha descendido al mundo para que los hombres pudieran ascender al cielo". El propio Jesús, recordó el cardenal, dijo a sus discípulos «dadles vosotros de comer». Por ello, añadió, conviene recordar «el amor preferencial por los pobres a la luz del primado de la caridad». En Él vemos y palpamos el rostro humano de Dios altísimo que ha asumido nuestras debilidades, se ha dignado ser luz para los ciegos, fuerza para los débiles y consuelo para los tristes;
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