"Ninguna fuerza política nos ha de decir a los cristianos como debe ser la Santa Misa"

(Pablo J. Ginés/La Razón) Para el cardenal Cañizares, en cambio, el acto del domingo no tuvo nada de político. «Fue una afirmación de la familia, un acto profundo de fe, eclesial, de gran esperanza, que nos muestra que el futuro pasa por la familia, que eso es lo que quiere la gente, y que todos deberíamos apostar por ella», afirma el arzobispo de Toledo. El cardenal también reconoce que el encuentro multitudinario tiene una dimensión social, porque también fue, en su opinión, «una petición a toda la sociedad para que proteja y valore la familia». Cañizares también valoró con satisfacción el formato del encuentro, que estuvo centrado en la eucaristía, sin oradores ni discursos como el año pasado. «Hacer una misa fue un acierto en todos los sentidos, porque toda la Iglesia está presente en cada misa», afirma Cañizares, con la autoridad de que velará desde el Vaticano por la disciplina de los sacramentos en todo el mundo católico. «El protagonismo fue de Dios, que es quien debe tenerlo, porque solo Dios puede ayudarnos a cambiar los corazones y las mentalidades», asegura. Y añade: «el misterio del amor se expresa en la familia y en la Eucaristía, va unido». En opinión del cardenal, «la plaza parecía el domingo una gran parroquia, una gran catedral en la calle, y es bueno que tanta gente se reúna a dar gracias, pero cada domingo nueve millones de españoles lo hacen en sus parroquias, sin ruido, y eso también es bueno». Otra reacción fue la de la secretaria de organización del PSOE, Leire Pajín, quien aseguró que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero es «quien más ha hecho» por la familia en los últimos años, y que sin embargo «no estaba» en Plaza de Colón. El PP atribuyó esta afirmación de la dirigente socialista a «una inocentada de 28 de diciembre».