Niños, jóvenes y abuelos acudieron en masa a la celebración
Las familias cristianas dan ejemplo con su vida
Lo que más emociona al llegar a la madrileña plaza de Colón es la inmensa multitud que la abarrota y la constante llegada de personas por las calles que confluyen allí. Niños, jóvenes, abuelos...ninguno quería perderse, a pesar del intenso frío, la oportunidad de celebrar en directo la eucaristía por la familia y vivir el «ambientillo» que ésta generaba. «Mis padres estarían divorciados si no llegan a estar en la Iglesia», confiesa Raquel, una joven de 14 años que, junto con su familia y su parroquia, ha viajado desde Murcia hasta Madrid para «vivir la experiencia, conocer gente nueva» y, lo más importante, «dar testimonio de la familia y de Jesús».
(Belén Manrique/La Razón) La diferencia entre su familia, católica, y el resto, es que en su casa sus padres se perdonan. «Se pelean mucho, somos siete hermanos y les damos muchos problemas. Pero gracias al apoyo de su comunidad y a la fe, saben superar las dificultades y no acabar en el divorcio», cuenta Raquel muy convencida. Al igual que ella, sus amigos tienen claro que son afortunados por pertenecer a familias numerosas, «te lo pasas super bien con tantos hermanos», aseguran. Pero lo más jóvenes no son los únicos entusiastas en la celebración; Virgilio y Raquel con cinco hijos, el mayor de tan sólo seis años, y con el sexto niño en camino, confiesan venir encantados, a pesar del esfuerzo que han realizado por acudir a la misa desde su pueblo, Alcoy (Alicante). «Hemos salido en autobús a las cuatro y media de la mañana y nos iremos esta tarde». Ida y vuelta en el día, pero merece la pena «porque hay que dar testimonio a la sociedad y, además, nos ayuda a educar a nuestros hijos en la fe». Las razones que han motivado que miles de familias acudieran esta mañana a Colón son numerosas: «Hemos venido a manifestar que la familia y la vida son un don de Dios», afirma Mari Carmen que, junto con su marido, sus cuatro hijos y otras familias de la parroquia de San Sebastián de Madrid, esperaban impacientes la conexión con Benedicto XVI desde el Vaticano. Otro motivo que apunta Carmen de Santaella (Córdoba) es el de «rezar todos juntos, ya que si la familia reza unida, permanece unida», asegura al tiempo que denuncia la pérdida de valores en la sociedad. La mayoría de los presentes coincidían en que la elección en esta ocasión de celebrar una eucaristía en vez de una concentración como fue el año pasado, ha resultado muy positiva. «Este año ha sido más dinámico, y la homilía no ha sido pesada, incluso diría que a Rouco se le veía animado, estimulado, y ha dicho las cosas claras», comenta Antonio Urbez, de Alcalá de Henares. «Eso sí, un desastre la conexión con Roma, y el coro me ha parecido un poco aficionado», añade. Antonio, que estuvo en la gran manifestación de 2005 «La familia importa», considera que «ha sido el mismo ambiente, el típico del movimiento cristiano, multitudes alegres sin disturbios». Diego Vigil, de 27 años, ha acudido con las familias del Colegio «Mater Salvatoris» de Madrid, que llevan pancarta propia. «Me ha gustado que este año fuese una misa, aunque quizá podrían haber incorporado algunos testimonios», comenta. «Me ha llamado la atención que el cardenal proponga a la familia de Nazaret como modelo para atravesar las dificultades de todo tipo», concluye. Familia Ruiz Pons Valencia «Hemos venido disfrazados del “Belén” para dar testimonio de que lo fundamental en la Navidad no es el Papá Noel ni los renos, sino el nacimiento del Niño Jesús», cuenta Jesús, padre de 12 hijos, ocho de los cuales son minusválidos. Para llegar al encuentro desde Valencia se tuvieron que valer de una furgoneta y un coche, ya que no cabían todos en el mismo vehículo. «Se puede seguir 23 años casado, con 12 hijos y con muchas enfermedades porque Dios hace milagros, pero a su manera. A pesar de las dificultades que atravesamos, somos muy felices», confiesa. Rosario Montenegro Madrid Esta abuela acudió a la misa con la foto de sus seis nietos que no habían podido acudir al encuentro porque se encontraban de vacaciones en Canarias. Por este motivo, su hija le pidió que acudiera a la eucaristía y rezara por la familia en su lugar. Rosario cuenta cómo a su hija la despidieron de la empresa donde desempeñaba el cargo de directiva, al dar a luz a sus últimos hijos (mellizos), ya que consideraron que con tantos niños ya no era competente en su trabajo. Sin embargo, «ella está feliz porque su patrimonio más grande son sus hijos».
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