Testimonio de 4 misioneros
"Nadie se acuerda nunca de África, excepto los misioneros y las monjas"
Cuatro religiosos españoles refieren su experiencia en el continente negro Desgastan sus vidas en favor de los más pobres. Son algunos de los 17.000 españoles diseminados por el mundo. «Has dejado tu casa para llegar a tu casa. Aquí en Mali, nunca serás forastero; África es tierra de acogida», nos explica el padre Jesús Martínez Presa, Padre Blanco de Navarra, que lleva más de 42 años en el continente negro. También llamados los Misioneros de África, los Padres Blancos nos reciben con una camiseta de grandes letras que grita: «Amemos África».
(Luisa Moreno/La Razón) Así es el alma de la misión de Faladie, un poblado a 25 kilómetros de Bamako, capital de Mali. Tras casi medio siglo de misionero en el continente olvidado, el padre Presa sigue preocupándose por las necesidades materiales y espirituales de los habitantes de su poblado. Sin apenas ayuda, gestiona una misión en mitad de la nada. Además de una impresionante iglesia de estilo neogótico, construida hace 80 años, ha fundado un centro de salud, una guardería y una escuela para todos los niños de los poblados vecinos. La misión también cuenta con unos campos de cultivo, pozos y la única radio de la región. Todo un ejemplo de desarrollo. Ilusión y esperanza Desde finales de agosto y durante más de tres semanas, la expedición «Madrid Rumbo al Sur» ha visitado los proyectos de cooperación al desarrollo que financia la Comunidad de Madrid en Mali y Senegal. Entre muchos otros proyectos, los jóvenes madrileños que han participado han podido conocer algunas misiones. «Lo que más me impresiona -alega Telmo Aldaz de la Quadra- Salcedo, director de «Madrid Rumbo al Sur»- es la ilusión y la esperanza de los misioneros en la mejora de África». «Otros vienen, se quedan y tarde o temprano se van. Ellos son los únicos que se quedan. Son un verdadero testimonio de fe», añade el director de la expedición. «A pesar de haber sido vapuleados por la malaria, el hambre y las guerras, siguen teniendo ganas de ayudar y de aportar el verdadero desarrollo de África», subraya. El padre Emilio Hernando, salesiano español, proviene de Arauzo de la Miel (Burgos), y nos acoge en su misión de Bamako. Es reacio de hablar de su estancia en Costa de Marfil en 2003, puesto que no le gusta rememorar las angustiosas escenas que presenció allí. La lucha tribal de la etnia senoufo contra los nativos de Burkhina Faso le sorprendió cuando se hallaba allí destinado. Ambos bandos se buscaban por todos los suburbios de la ciudad de Abidjean para matarse sin piedad. «Yo salía en una camioneta de noche para ver si encontraba alguno con señales de vida entre los miles de fusilados y los llevaba al convento. En un año tuve refugiados a mas de 7.700 personas escondidas en el colegio y no sé cómo me las arreglaba para dar de comer a todas. Gracias a Dios, todas se salvaron»,comenta el padre Hernando. «África es la tierra olvidada. Nadie se acuerda nunca de ella. Los misioneros sí», concluye Mar Aldaz, coordinadora de la expedición.
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