Miércoles, 25 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

De aqui al 2015 cerrarán la mitad de monasterios y conventos

La falta de fieles lleva a la demolición de iglesias en Francia

Los únicos seres que frecuentan la iglesia de Saint-Martin, construida en 1829, son las palomas. En 1989 se desprendieron algunas piedras del campanario y el lugar dejó de ser seguro. Ahora está desahuciado. El municipio al que pertenece, Arc-sur-Tille --2.500 habitantes cerca de Dijon, en el noreste de Francia--, ha optado por el pragmatismo. Vista la escasez de feligreses --hoy basta un barracón prefabricado para oficiar la misa-- y ante la incapacidad de hacer frente al coste de una restauración, ha decretado su "deconstrucción", palabra con la que se pretende suavizar la realidad de una demolición pura y dura. Indignados, los creyentes montan una campaña para salvaguardar el patrimonio del pueblo.

(Elianne Ros/ElPeriodico) En vísperas de la visita del papa Benedicto XVI a París y Lourdes, el viernes y el sábado próximos, casos como el de la iglesia fantasma de Saint-Martin se multiplican en el país. Algunas veces la destrucción resulta tan cara --entre 250.000 y 300.000 euros-- como las obras de restauración, pero los ayuntamientos prefieren pagarla a seguir manteniendo unos edificios que poco a poco se van quedando sin pastor y sin parroquianos. En el país vecino, el culto católico ha descendido un 16% en el último decenio. Amenaza en aumento "El número de iglesias amenazadas aumenta cada día", constata Béatrice Andia, presidenta del Observatorio del Patrimonio Religioso. "Dada la edad de los religiosos y el descenso de las vocaciones, la mitad de los monasterios y conventos pueden cerrar sus puertas de aquí al 2015", advierte. Se calcula que en Francia hay entre 60.000 y 100.000 iglesias, de las que 11.200 están clasificadas como monumentos históricos. El resto se divide en dos categorías: las construidas antes de la ley de separación de la religión y el Estado, promulgada en 1905, y las posteriores. Los poderes públicos (ayuntamientos, departamentos, regiones, Estado) deben hacerse cargo del mantenimiento de las iglesias construidas antes de la legislación. Las que son posteriores a 1905 están a cargo de la comunidad religiosa. El dilema entre demoler o restaurar la iglesia se resuelve a veces con una consulta popular. A principios de año, los 500 habitantes de Berville-en-Caux decidieron renovar su iglesia. Otras, como las de Parisot, Saint-Georges-les Gardes y Fief-Sauvin, que también amenazaban ruina, ya han sido pasto de los bulldózers. Una cuarentena de iglesias pueden seguir el mismo camino. "Es un círculo vicioso. La Iglesia no tiene bastantes curas para oficiar en todos los centros, el Estado carece del dinero para invertir y los pueblos pequeños tienen un presupuesto demasiado escaso para hacer frente a los gastos de mantenimiento", sentencia Andia, quien recuerda que "en Francia hay 10.000 municipios con menos de 200 habitantes y todos tienen su campanario. También hay localidades de 3.500 almas con más de dos y tres campanarios". Para evitar la destrucción de los lugares de culto, la Iglesia opta a veces por desprenderse de ellos. La abadía de Bussière-sur-Ouche, que data del siglo XII, ha sido transformada en hotel de lujo incluido en la lista de relais et châteaux. Y en Faverolles, la iglesia familiar de una gran propiedad de aristócratas ha sido reconvertida en albergue. En Nancy-Toul, se venden tres de las 46 iglesias de la diócesis. La primera de la lista es un edificio de los años 60, con capacidad para 1.000 feligreses, construido en un lugar donde debía crecer un nuevo barrio que nunca vio la luz. El precio es confidencial. Resistencia Las diócesis francesas se resisten, sin embargo, a vender su patrimonio a cualquier comprador. Desde 1905, 144 iglesias han sido desafectadas del culto, 30 han sido destruidas y 44 se han reutilizado para actividades ajenas a acciones culturales, generalmente relacionadas con la hostelería. "En Holanda una iglesia se ha convertido en supermercado. Es deplorable y no dejaremos que esto suceda en Francia", afirma el arzobispo de Dijon, Roland Minnerath. Un sondeo le da la razón. El 53% de los franceses se declaran disgustados por la desaparición de iglesias y el 67% estiman que debe preservarse este patrimonio histórico y arquitectónico. Para hacer frente a la situación, la Iglesia ha creado un grupo de trabajo con la misión de estudiar el futuro de los edificios religiosos. El resultado será expuesto en la conferencia de obispos del próximo noviembre.
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