La hermana Malika visita cada día peligrosas chozas y callejones para rescatar a niños de la droga
Fe y valentía, la receta que hace de esta religiosa la única esperanza contra el narcotráfico
Cada vez quedan menos niños y jóvenes en Mombasa, (Kenia). Esclavizados por la droga, solo son una sombra de lo que eran y sus juegos y sonrisas se han visto sustituidos por expresiones demacradas, ojos inyectados en sangre y rostros adultos en cuerpos adolescentes. Unas religiosas, las hermanas de San José, y un lugar, el centro de rescates nietos de Abraham, son la única esperanza de la región.
En la región costera de Kenia, los jóvenes no van a la escuela: "Dedican todo su tiempo al consumo de drogas y son una amenaza para la seguridad como carteristas y participantes en robos", dijo el comisionado de Mombasa, Gilbert Kitiyo, a Global Sisters Report. El negocio y el cártel ha llevado a la región a vivir una auténtica anarquía.
Los datos son un reflejo de ello: cada año son arrestadas más de 1000 personas de media por crímenes relacionados con la droga, los menores de entre 10 y 15 años atrapados en la drogadicción son cada vez más numerosos y solo en la región de Mombasa se encuentra la mayoría de enfermos mentales del país debido al uso de drogas.
1 de cada 3 consume drogas en Mombasa
Según el informe elaborado por las autoridades nacionales para la campaña contra el abuso de alcohol y drogas, uno de cada tres residentes de la región consume al menos una sustancia adictiva y más del 34% de los habitantes de Mombasa consumen una o más drogas, entre ellas el khat, bhang, heroína, cocaína y hachís.
Algunos de los jóvenes ayudados por la religiosa de San José, bailando a su lado (Imagen: Doreen Ajiambo/Global Sisters Report).
La corrupción, la falta de voluntad política, una tediosa burocracia judicial o la proximidad de la región con los canales de difusión de las drogas son algunos de los motivos que según las religiosas agravan esta crisis.
Por ello y por su profundo conocimiento de Kenia y concretamente de Mombasa, las hermanas de San José son prácticamente el único muro de contención que enfrenta la drogadicción y sus problemas asociados en enfermos, niños, jóvenes y huérfanos, así como infectados de SIDA. Están presentes en la región desde1929.
Para hermana Jane Frances Kamanthe Malika, el principal problema es que "la droga se vende en todas las calles, lo que facilita su obtención por los jóvenes, que continuamente afirman que les ayuda a olvidarse de sus problemas".
Festus Modali, uno de los miles de jóvenes que recorren las calles en busca de "una dosis más", asegura: "No puedo vivir sin drogas, moriría".
La corresponsal Doreen Ajiambo menciona cómo en las calles "se pueden ver jóvenes demacrados", cuyos "rostros, piel manchada y sus ojos inyectados en sangre" hacen confundir la edad a quienes les observa.
Malika, la religiosa de San José que lidera el apostolado con los adictos a las drogas, junto a algunos de los jóvenes a los que dedican su oración, formación y ayuda en el centro de rescate Grandsons of Abraham (Imagen: Doreen Ajiambo/Global Sisters Report).
Una visita al infierno para ayudar
Actualmente, la labor de las hermanas es crítica en la lucha por salvar a los jóvenes de la droga. La hermana Malika lidera labor social de rescate en la congregación, a través de frecuentes visitas a edificios abandonados, chozas y callejones donde acuden los drogadictos.
"Visito esos lugares dos veces por semana para hablar con los niños y que vengan al centro de rescate", dijo. En esas visitas, la religiosa les da libertad para ir cuando lo deseen tras informarles de los peligros asociados a su adicción: “Creemos que si uno mismo toma la decisión de corazón, facilita la rehabilitación”, menciona.
Solo cuando dan el paso, las religiosas los llevan al centro de rescate Grandsons of Abraham -Nietos de Abraham-, donde ayudan a los adictos a desintoxicarse y les ofrecen educación y habilidades laborales.
Tras esta primera formación, las hermanas ofrecen a los niños y jóvenes el acceso a amplios programas académicos en sus más de 20 escuelas y academias repartidas por todo el país. En estos programas, "la enseñanza de la religión es una parte integral" en la misión de las hermanas, que también preparan a los que lo deseen para recibir los sacramentos.
"Cada hermana de San José es una catequista llamada a difundir la buena noticia del Reino de Dios. Dondequiera que se encuentre una hermana de San José, esta se esforzará por difundir el amor y la esperanza a todas las personas con las que trata", menciona el portal de las hermanas.
Su principal herramienta, además de la oración, es el centro de rescate dirigido por las religiosas que encuentra a los jóvenes adictos y les ofrece rehabilitación y formación.
Kaleb Kanja, estudiante de economía de 27 años, es uno de los miles de rescatados por las religiosas de San José. Tenía solo 6 años cuando ellas aparecieron. Entonces ya consumía pegamento, cannabis y heroína.
"Empecé a consumir drogas como cualquier niño y terminé en la calle y en los lugares donde se consume, usé todo tipo de drogas. La vida en la calle era difícil y [de no ser por ellas] hoy sería como otros jóvenes cuyas vidas se han visto destruidas por las drogas. Las hermanas me han ayudado a ser quien soy hoy”, confiesa Kanja.
Así es el interior de Grandsons of Abraham rescue center.