Yo creo

 

Es verdad que si nuestra Fe es un regalo de Dios, hemos de aceptarla como tal, pero también es necesario que nuestro razonamiento inteligente y actual repase los puntos en que se apoya, y los ponga al nivel de nuestra estatura intelectual y espiritual.

Somos muchos los católicos que circulamos por nuestras calles vestidos, aún, con nuestros trajes de Primera Comunión, o de nuestra Confirmación, últimos momentos en que llegaron a nuestro conocimiento las verdades de la Fe, excesivamente simplificadas, como correspondía a nuestra edad, pero aquel traje se nos ha quedado pequeño y vamos haciendo el ridículo. La lectura meditada de este libro puede ayudarnos a encargarnos un traje a medida con el que ya no haríamos el ridículo.

 

En el último capítulo, el autor, nos describe una comparación musical de la Fe Cristiana con el Credo de la Misa Solemnis de Beethoven, y al verla, me sugirió una forma de leer este libro: mientras se oye la citada composición musical (si él lector es medianamente melómano) para ir meditando, despacio y sosegadamente cada uno de los artículos del Credo y poniéndolo a la medida de nuestra estatura espiritual. Un santo sacerdote me dijo que la Teología había que estudiarla de rodillas, no me atrevo a aconsejarle al lector esta incómoda postura física, aunque no estaría mal, como situación anímica.

 

No obstante lo profundo del tema, el libro se lee bien y resulta de gran utilidad, y muy comprensible para los que vivimos en esta época en que “múltiples presentaciones, apoyadas en la fuerza de grandes medios de comunicación, distorsionan la imagen de Cristo y de la Iglesia a los ojos del gran público”, como se dice en el prólogo