Francisco: «¿Qué sentimos en el corazón cuando vemos a los mendigos, a los niños solos que piden?»
En su homilía durante la misa en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco insistió en que del camino del pecado hay marcha atrás pero que cuando éste se transforma en corrupción ya es mucho más difícil. Y puso el ejemplo de cuando se ignora a los sin techo, los pobres o los que están en dificultad.
Según recoge Zenit, el Papa utilizó para su homilía el Evangelio del día, con la parábola de Lázaro y el rico que vestía púrpura y lino. Afirmaba el Papa que el rico “sabía quién era ese pobre: lo sabía. Porque cuando habla con el padre Abraham, dice: ‘Envíame a Lázaro’. Pero a él no le importaba de la miseria de Lázaro ya que él era feliz”. El pecado en un momento dado se transforma en corrupción, “y este no era un pecador sino un corrupto”.
Por ello, el Papa se preguntó: “¿Qué sentimos en el corazón cuando vamos por la calle y vemos a los mendigos, a los niños solos que piden limosna…?” ¿Es normal esto…? Alguien se justifica: “No, pero estos son de esa etnia que roba…”. Y Francisco pide estar atentos si en nuestro corazón resuena normal decir: “la vida es así… yo como y bebo, pero para quitarme un poco de remordimiento doy una limosna y sigo adelante”, porque ese camino “no va bien”.
Lo mismo ocurre cuando escuchamos que una bomba cayó en un hospital y provocó muchas muertes. “¿Digo una oración y sigo como si nada fuera? ¿Me entra en el corazón o hago como el rico con Lázaro?
“Por esto –concluyó el Papa– el Señor escruta en mi corazón. Mira si mi camino es equivocado, y si estoy en ese camino resbaloso del pecado a la corrupción, del cual no se puede volver hacia atrás”. Te pido, “hazme entender en que camino estoy”.
Según recoge Zenit, el Papa utilizó para su homilía el Evangelio del día, con la parábola de Lázaro y el rico que vestía púrpura y lino. Afirmaba el Papa que el rico “sabía quién era ese pobre: lo sabía. Porque cuando habla con el padre Abraham, dice: ‘Envíame a Lázaro’. Pero a él no le importaba de la miseria de Lázaro ya que él era feliz”. El pecado en un momento dado se transforma en corrupción, “y este no era un pecador sino un corrupto”.
Por ello, el Papa se preguntó: “¿Qué sentimos en el corazón cuando vamos por la calle y vemos a los mendigos, a los niños solos que piden limosna…?” ¿Es normal esto…? Alguien se justifica: “No, pero estos son de esa etnia que roba…”. Y Francisco pide estar atentos si en nuestro corazón resuena normal decir: “la vida es así… yo como y bebo, pero para quitarme un poco de remordimiento doy una limosna y sigo adelante”, porque ese camino “no va bien”.
Lo mismo ocurre cuando escuchamos que una bomba cayó en un hospital y provocó muchas muertes. “¿Digo una oración y sigo como si nada fuera? ¿Me entra en el corazón o hago como el rico con Lázaro?
“Por esto –concluyó el Papa– el Señor escruta en mi corazón. Mira si mi camino es equivocado, y si estoy en ese camino resbaloso del pecado a la corrupción, del cual no se puede volver hacia atrás”. Te pido, “hazme entender en que camino estoy”.
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