Miércoles, 25 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Theresa May se apoyará en ellos, opuestos al aborto y al matrimonio gay

Cristianos y providas, un revés electoral que podrían compensar los unionistas norirlandeses

Theresa May, junto con la primer ministro norirlandesa, Arlene Foster, durante la visita de la premier británica a Irlanda del Norte en julio de 2016.
Theresa May, junto con la primer ministro norirlandesa, Arlene Foster, durante la visita de la premier británica a Irlanda del Norte en julio de 2016.

Carmelo López-Arias / ReL

El triunfo sin mayoría absoluta de Theresa May en las elecciones británicas aumenta las incógnitas sobre el futuro del país. El Reino Unido vive un momento convulso en el que, junto a problemas políticos como el Brexit, el auge terrorista islámico o el independentismo escocés (que se hundió este jueves), planean conflictos sociales como el fracaso del modelo multicultural, la desestructuración familiar y el hundimiento del sistema educativo, y morales como la ampliación o restricción del aborto, el imperio asfixiante de la ideología de género o el empuje de la eutanasia o el suicidio asistido.

O incluso casos que van más allá, como el del bebé Charlie Gard, afectado por una rara enfermedad de la que solo hay 16 casos en el mundo. Sus padres quieren probar con él un tratamiento en Estados Unidos... pero se han encontrado con dos sentencias judiciales (la última, pendiente hasta el martes de revisión europea) ordenando, "en interés del niño", que tenga la "muerte digna" que sugieren los médicos. Chris y Connie, sus padres, asisten impotentes a lo que consideran una especie de secuestro hospitalario y judicial de su hijo, que les impide decidir ellos lo que consideren mejor para él.


Este vídeo resume el caso de Charlie Gard y muestra los buenos efectos que en otros dos casos tuvo el tratamiento al que los padres de Charlie quieren someterle. Lo relevante de este caso es que el Estado priva a los padres de su capacidad de decisión sobre su hijo... ¡en interés del niño, que es "morir dignamente"!

Todas estas cuestiones van a llegar al Parlamento británico -algunas ya han llegado- durante el periodo legislativo que acaba de comenzar. ¿Cómo han afectado los comicios de esta semana a la composición de la Cámara de los Comunes a la hora de afrontar esos temas?

Por un lado, varios candidatos cristianos y provida han perdido su escaño, y en general esa corriente ha perdido fuerza parlamentaria. Por otro, May va a apoyarse para dar a estabilidad a su gobierno en los diez diputados del DUP (Democratic Union Party), los unionistas norirlandeses, en general más partidarios de la cultura de la vida que a la cultura de la muerte. Los herederos del célebre provocador y anticatólico Ian Paisley (1926-2014), al mando del DUP durante 37 años, son ahora liderados por la primer ministro Arlene Foster, mucho más conciliadora, que incluso ha expresado su deseo de visitar al Papa.


En 2007 Ian Paisley (en el centro) se convirtió en primer ministro de Irlanda del Norte. A su izquierda, Arlene Foster, que fue entonces su ministra de Medio Ambiente.

"Los católicos pueden celebrar la llegada del DUP al gobierno por las mismas razones por las que otras personas la mirarán con horror", afirma el sacerdote Alexander Lucie-Smith, doctor en Teología Moral y asesor del Catholic Herald, en un artículo en dicho periódico: "El DUP es el único partido del Reino Unido que está contra el aborto y que se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo, y que ambas cosas se extiendan a Irlanda del Norte. Los parlamentarios del DUP tienen un consistente registro provida en el Parlamento Británico, y así ha sido durante años. Ese es uno de los puntos con los que han estado de acuerdo con los católicos desde hace mucho tiempo".

Este inédito y decisivo papel de los unionistas en la gobernación de todo el Reino Unido podría compensas el fiasco electoral de la causa provida, pues varios de sus diputados más firmes perdieron el escaño.

Dan Hitchens, subdirector del Catholic Herald, ha publicado un análisis de conjunto de la nueva situación política bajo la perspectiva cristiana y provida, que reproducimos en su integridad:


Dan Hitchens es el subdirector del Catholic Herald. Plantea un análisis interesante sobre lo que puede esperarse del nuevo Parlamento Británico.

Pues resulta que junio es el mes más cruel: para Theresa May y su partido, para los encuestadores y los analistas, y también para los cristianos en la política. La noche de las elecciones perdimos algunos ejemplos destacados de cristianos en la vida pública.

El conservador David Burrowes, un evangélico que se opuso a su partido sobre el matrimonio gay e hizo campaña a favor de los refugiados y de los sin techo, perdió su escaño. También el laborista Rob Flello, un católico converso que dijo en cierta ocasión: “No puedo dejar mi fe a la puerta de la Cámara de los Comunes más de lo que podría dejar mi nombre o mi sexo o mis brazos y piernas”.
 
Flello era miembro del grupo parlamentario suprapartidista provida; otros dos antiguos miembros, el conservador Julian Brazier y el liberal-demócrata Greg Mulholland, también han quedado fuera. Un cuarto miembro del grupo, el liberal-demócrata John Pugh, no se presentó a estas elecciones. Al mismo tiempo, Ben Gummer, un ministro tory opuesto al aborto y que dijo que votaría por una reducción de su plazo legal, perdió Ipswich. En Oxford West, Nicola Blackwood, un cristiano tory que votó contra el suicidio asistido, fue derrotado por Layla Moran, una liberal-demócrata que lo apoya.
 
Por lo que yo sé, la próxima generación de Flellos y Burrowses surgirá de la nueva cosecha de miembros del parlamento (MP, Member of Parliament). Pero da la impresión de que el contingente cristiano del Parlamento ha resultado seriamente dañado, lo cual es preocupante dados los temas que podrían plantearse en los próximos cinco años. Los MP abortistas buscan la descriminalización del aborto; los tories quieren introducir “educación en las relaciones” para los niños de cuatro años; los promotores del suicidio asistido nunca se rinden; y eso solo por mencionar las áreas más evidentes.
 
Los cristianos tienen otras razones para sentirse decepcionados. En el interior de los dos principales partidos, los movimientos explícitamente inspirados por la doctrina social católica (el Red Torysm, el Blue Labour) parecen batirse en retirada.
 
El manifiesto de Theresa May, cuya retórica estaba claramente influida por el Red Torysm, proclamaba su rechazo al “culto al invidualismo egoísta”. Su mano derecha, Nick Timothy, fue lo bastante valiente como para decir que “indudablemente existe una pequeña minoría de personas en nuestro partido a quienes claramente no le importan mucho los demás”. Timothy quería derrotar a los libertarios que siempre están citando a Ayn Rand. Pues bien, su proyecto puede considerarse ahora un fracaso. [Nota de ReL: Efectivamente, Timothy presentó su dimisión este sábado, claramente forzada por el partido, como se desprende de su propia explicación.]


En primer término, Nick Timothy, jefe de gabinete en el 10 de Downing Street y mano derecha de Theresa May desde hace años.
 
Algunos católicos están entusiasmados con Jeremy Corbyn, y hay resonancias con la doctrina católica: el plan de Corbyn consiste esencialmente en proporcionar bienes a los hambrientos y elevar a los humildes. Es un persuasivo defensor de este atractivo programa. Pero los medios que propone (intervención gubernamental masiva, financiada de una forma u otra) me recuerda las sátiras de Dorothy Day sobre “la Santa Madre Estado”, y también el lamento de Pío XI en 1931 de que “[han] quedado casi solos frente a frente los individuos y el Estado…  que… [se ve] oprimido por un sinfín de atenciones diversas” (Quadragesimo Anno, n. 78). También es razonable preguntarse si se le podría confiar la reforma de la economía nacional a un fan de Chávez y Castro.
 
La campaña contra Tim Farron [líder de los liberal-demócratas, víctima de acoso y denigración solo porque se sospechó que había sugerido que consideraba pecado la práctica homosexual] dio a entender que la política británica era un entorno crecientemente hostil para los cristianos, una impresión que estas elecciones han reforzado.

Pero al mismo tiempo, el DUP [Democratic Unionist Party, los unionistas de Irlanda del Norte con quienes Theresa May quiere conformar su mayoría parlamentaria], cuyos miembros tienden a defender la vida del no nacido y a oponerse a la redefinición del matrimonio, recibe ahora la bienvenida en los pasillos del poder, así que ¿quién sabe? Quizá todos (y quizá los cristianos especialmente) deberíamos dejar de hacer predicciones por una temporada.
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