Viernes, 15 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El arabista Justo Lacunza: «No apreciamos la gran ri­que­za que te­ne­mos con el cristianismo»

ReL

Justo Lacunza ha asesorado a los últimos Papas sobre temas relacionados con el islam
Justo Lacunza ha asesorado a los últimos Papas sobre temas relacionados con el islam
Justo Lacunza, religioso de los padres blancos, es uno de los mayores expertos en el mundo musulmán. Este arabista, africanista e islamólogo natural de Pamplona ha sido asesor de los últimos Papas sobre el mundo del islam, así como de un buen número de gobiernos que han solicitado su asesoramiento.

Lacunza desmonta mitos, confirma sospechas y da una visión real sobre el mundo musulmán y valora en comparación todo lo que aporta el cristianismo en la sociedad y que no se le reconoce. Sobre todo esto aporta datos interesantes en esta entrevista publicada por el semanario La Verdad, del Arzobispado de Pamplona y que recoge la agencia SIC:

- ¿Cuá­les son las prin­ci­pa­les ca­rac­te­rís­ti­cas de la re­li­gión is­lá­mi­ca?
- El is­lam es una re­li­gión mo­no­teís­ta, por lo tan­to cree so­la­men­te en un solo dios, al que lla­man Alá. La re­li­gión mu­sul­ma­na tie­ne el cre­do mu­sul­mán y lue­go tie­ne las ma­ni­fes­ta­cio­nes li­túr­gi­cas. El cre­do mu­sul­mán tie­ne seis ar­tícu­los de fe que son: Dios, los án­ge­les, los li­bros, la re­su­rrec­ción, los pro­fe­tas y la pre­des­ti­na­ción fi­nal. Por su par­te, las ma­ni­fes­ta­cio­nes li­túr­gi­cas del cre­do tie­ne cin­co: El tes­ti­mo­nio de la fe mu­sul­ma­na, que tie­ne dos par­tes: la creen­cia en un dios úni­co y en Maho­ma, que es el men­sa­je­ro de Dios; des­pués te­ne­mos el cul­to o la ora­ción ri­tual; el ayuno du­ran­te el mes del ra­ma­dán; el pago del im­pues­to re­li­gio­so para la co­mu­ni­dad y di­fe­ren­tes fi­nes; y por úl­ti­mo la pe­re­gri­na­ción a la Meca.

Por una par­te te­ne­mos lo que son los ci­mien­tos y fun­da­men­tos  de la fe mu­sul­ma­na y por otro lado lo que es la ex­pre­sión de esa fe mu­sul­ma­na. Esto ocu­rre ge­ne­ral­men­te en la mez­qui­ta que tie­ne una tri­ple fun­ción: una fun­ción de cul­to, una fun­ción so­cial y una fun­ción di­dác­ti­ca, don­de el imán ex­pli­ca las co­sas y trans­mi­te la en­se­ñan­za de los tex­tos del Co­ran o de otros tex­tos de la tra­di­ción mu­sul­ma­na.

A par­te del Co­rán tie­nen el tex­to de la re­ve­la­ción, que para los mu­sul­ma­nes es una re­ve­la­ción di­vi­na ofre­ci­da a Maho­ma. Des­pués te­ne­mos la tra­di­ción pro­fé­ti­ca de Maho­ma, es de­cir el ejem­plo, las pa­la­bras y las ac­ti­tu­des. Es­tos dos ele­men­tos, di­vino y hu­mano, son las dos fuen­tes de la le­gis­la­ción. A lo lar­go de la his­to­ria del is­lam se han aña­di­do otras dos fuen­tes. Una que es el con­sen­so de los ju­ris­tas, cuan­do es­tán de acuer­do en la apli­ca­ción de la ley en un caso de­ter­mi­na­do y des­pués la analo­gía de si­tua­cio­nes. Es­tas cua­tro son las fuen­tes fun­da­men­ta­les de la ley is­lá­mi­ca.

A par­te de esto te­ne­mos una di­men­sión lo­cal, una di­men­sión na­cio­nal y una di­men­sión glo­bal del is­lam.

- ¿Es el is­lam una re­li­gión de paz?
Yo creo que no se pue­de de­cir que is­lam es igual a paz, algo que aho­ra oí­mos cons­tan­te­men­te. Eso es un error lin­güís­ti­co y un error gra­ma­ti­cal, ya que el is­lam por de­fi­ni­ción sig­ni­fi­ca so­me­ti­mien­to a la vo­lun­tad de Dios. El mu­sul­mán es aquel que se so­me­te a la vo­lun­tad de dios. Evi­den­te que des­pués te­ne­mos to­das las con­se­cuen­cias a ese so­me­ti­mien­to y te­ne­mos esa par­te bé­li­ca y gue­rre­ra que ve­mos en los yiha­dis­tas. Es ver­dad que ese tér­mino yihad en sus di­fe­ren­tes acep­cio­nes y en su di­fe­ren­te com­po­si­ción ver­bal y gra­ma­ti­cal lo en­con­tra­mos en el Co­rán 164 ve­ces. Po­drán de­cir que los cris­tia­nos, en el An­ti­guo tes­ta­men­to tam­bién te­ne­mos his­to­rias de gue­rras. Pero te­ne­mos el Nue­vo Tes­ta­men­to que ha ido más allá. Todo es par­te de nues­tra his­to­ria, nos gus­te o no nos gus­te. Por eso, uno de los gran­des re­tos que tie­nen los ju­ris­tas mu­sul­ma­nes es ha­cer hin­ca­pié en to­das las par­tes po­si­ti­vas que tie­nen el Co­rán, y que son mu­chas. Los yiha­dis­tas y los is­la­mis­tas, al co­ger esa par­te bé­li­ca y pre­sen­tar­la como la esen­cia del is­lam, es­tán pi­so­tean­do su re­li­gión.

- ¿Real­men­te el is­lam dis­cri­mi­na a la mu­jer?
En el mo­men­to en el que tex­tos del Co­rán ha­blan de po­li­ga­mia, el de­re­cho que tie­ne un hom­bre a ca­sar­se con cua­tro mu­je­res con­tem­po­rá­nea­men­te, eso de­ni­gra los de­re­chos de la mu­jer. No hay igual­dad de de­re­chos, a pe­sar de to­dos los es­fuer­zos que se es­tán ha­cien­do ha­cia los de­re­chos ma­tri­mo­nia­les, los de­re­chos de pro­pie­dad y los de­re­chos de he­ren­cia. Pero esa dis­cri­mi­na­ción te­ne­mos que ver en que ni­ve­les está, por­que yo pue­do ver que la ley me dice una cosa y des­pués de­pen­de­rá de la edu­ca­ción que ten­gan las mu­je­res, del pa­pel que es­tén ju­gan­do esas mu­je­res a ni­vel na­cio­nal o in­ter­na­cio­nal y de la lu­cha de las mu­je­res por man­te­ner y re­co­brar to­dos sus de­re­chos e igual­dad. No bas­ta con que cam­bien los tex­tos de la ley, sino tam­bién la edu­ca­ción de las mu­je­res. Con la edu­ca­ción se pue­de lle­gar a ha­cer mu­chí­si­mas co­sas. Con la edu­ca­ción po­de­mos lle­gar a pro­gre­sar.

- ¿Qué opi­na so­bre el velo?
El velo no es un ele­men­to esen­cial del is­lam, quie­ren que lo sea, pero no lo es. El velo es par­te de las cos­tum­bres y par­te de las tra­di­cio­nes. No es lo mis­mo que si tú lle­vas un cru­ci­fi­jo, por­que para no­so­tros el cru­ci­fi­jo es un sím­bo­lo de lo que es lo esen­cial de nues­tra fe, que es Je­sús en la cruz. El velo no tie­ne nin­gún sig­ni­fi­ca­do. Los is­la­mis­tas y los de ten­den­cia muy re­frac­ta­ria quie­ren que la mu­jer lle­ve velo por­que ésta es una for­ma de con­tro­lar, de de­cir­le a la mu­jer que su pa­pel está en casa, etc.

- ¿Cree que el is­lam está mi­nan­do la cul­tu­ra eu­ro­pea ba­sa­da en las raí­ces cris­tia­nas?
No es­tán rom­pien­do nues­tra cul­tu­ra, pero sí que nos es­tán obli­gan­do a ha­cer­nos pre­gun­tas. Una cul­tu­ra que no esté abier­ta a otras cul­tu­ras hay que pre­gun­tar­se si es tra­di­ción, si es cos­tum­bre o es cul­tu­ra. La cul­tu­ra por de­finición está abier­ta a otras cul­tu­ras. Una cul­tu­ra no es un ele­men­to es­tá­ti­co. Es algo que cre­ce y hay di­fe­ren­tes ele­men­tos que en­tran den­tro de ba­ga­je cul­tu­ral, con to­dos los pro­ble­mas y di­fi­cul­ta­des y con to­das las co­sas bue­nas que nos pue­den ve­nir de esas cul­tu­ras, como por ejem­plo las len­guas. En Es­pa­ña te­ne­mos mu­sul­ma­nes que vie­nen de 30 paí­ses di­fe­ren­tes y eso es una ri­que­za en sí, pero eso tam­bién su­po­ne re­tos, desa­fíos, des­en­cuen­tros, pro­ble­mas, di­fi­cul­ta­des, etc. Por­que mu­chas ve­ces lo que se pi­den son de­re­chos y na­die se pre­gun­ta so­bre las obli­ga­cio­nes y eso es un de­no­mi­na­dor co­mún en to­dos los paí­ses del mun­do. So­mos muy ava­ros y exi­gi­mos mu­chos de­re­chos pero no que­re­mos obli­ga­cio­nes.

Hay el pro­ble­ma eterno de la in­te­gra­ción. Tú no pue­des vi­vir ais­la­do den­tro del país en el que vi­ves, en el que te ha aco­gi­do y no in­tere­sar­te por la cul­tu­ra de ese país. Y para in­tere­sar­te por su cul­tu­ra tie­nes que apren­der su lengua.

- Y los mu­sul­ma­nes ¿tien­den a ce­rrar­se, a no abrir­se a otras cul­tu­ras?
- Tien­den a ce­rrar­se. Me gus­ta­ría que es­tu­vie­ran mu­cho más abier­tos a nues­tra his­to­ria, a nues­tras cul­tu­ras, a lo que sig­ni­fi­ca Eu­ro­pa en to­dos los ni­ve­les. No pue­den pre­ten­der im­po­ner lo suyo como si fue­ra lo me­jor. Pero en Euro­pa en­cuen­tran un va­cío por esa desafec­ción de la gen­te con la re­li­gión. No apre­cia­mos la gran ri­que­za que te­ne­mos con el cris­tia­nis­mo. El cris­tia­nis­mo ha sido fuen­te de de­re­chos, de po­si­bi­li­da­des, del arte y las cien­cias, de la de­mo­cra­cia, de la edu­ca­ción, de la dig­ni­dad del ser hu­mano. Na­die como el fun­da­dor de la fe cris­tia­na, Je­su­cris­to, ha in­sis­ti­do tan­to en ese va­lor de la per­so­na hu­ma­na. Solo te­ne­mos que ver en el Evan­ge­lio to­dos los encuentros que ha te­ni­do Je­sús para dar­nos cuen­ta de la im­por­tan­cia que Je­sús da al en­cuen­tro con di­fe­ren­tes per­so­nas, in­de­pen­dien­te­men­te de sus tra­di­cio­nes, re­li­gio­nes, etc. El cen­tu­rión, la sa­ma­ri­ta­na, la adúl­te­ra… El mensa­je de los evan­ge­lios nos sir­ve para vol­ver a re­to­mar las raí­ces del cris­tia­nis­mo y de lo que es real­men­te im­por­tan­te. Un cris­tia­nis­mo que no tie­nen es­pe­ran­za y que está en­ce­rra­do en sí mis­mo es un cris­tia­nis­mo que coge roña y no pro­gre­sa y eso no es tes­ti­mo­nio de vida y me­nos de fe.

- ¿Cree que el is­lam pue­de con­vi­vir con otras re­li­gio­nes?
- Los cris­tia­nos han con­vi­vi­do con los cre­yen­tes de otras re­li­gio­nes toda su his­to­ria, pero lo im­por­tan­te es ese tes­ti­mo­nio y ese con­ven­ci­mien­to que de­ben te­ner los cris­tia­nos. Eso irra­dia. Aho­ra nos he­mos an­qui­lo­sa­do mu­cho y nues­tra fe no tie­ne la ener­gía, no tie­nen lo que tie­nen que te­ner. La con­vi­ven­cia es un ele­men­to esen­cial. Con­vi­vir con la hu­ma­ni­dad de cada uno, con­vi­vir en la li­ber­tad, en el res­pe­to. Y el mu­sul­mán tie­ne tan­ta hu­ma­ni­dad como la que pue­da te­ner yo. To­dos te­ne­mos de­no­mi­na­do­res co­mu­nes, te­ne­mos las mis­mas ne­ce­si­da­des, etc. Lo que nos di­fe­ren­cia mu­chas ve­ces es la cul­tu­ra, la re­li­gión o la len­gua, pero po­de­mos en­con­trar te­rre­nos co­mu­nes para re­sol­ver los pro­ble­mas que te­ne­mos. El pro­ble­ma de la vio­len­cia no es solo un pro­ble­ma is­lá­mi­co, es un pro­ble­ma de to­dos. Te­ne­mos que ver to­das las áreas en las que po­de­mos co­la­bo­rar, como por ejem­plo la jus­ti­cia so­cial en la de­fen­sa de los de­re­chos de la mu­jer, de los ni­ños, en la de­fen­sa de una bue­na edu­ca­ción, en el res­pe­to co­mún, res­pe­to de los es­pa­cios pú­bli­cos, etc.
 
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