Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Los protestantes unionistas se quedan solos en la causa provida

La última jugada anticatólica del Sinn Féin permite a Londres imponer el aborto en Irlanda del Norte

La última jugada anticatólica del Sinn Féin permite a Londres imponer el aborto en Irlanda del Norte
Michelle O’Neill (izquierda de la foto) y Mary Lou McDonald, líderes del Sinn Féin, celebraron la aprobación del aborto en Irlanda en 2018 con una promesa que han cumplido: «Lo próximo, el Norte».

ReL

El aborto y el matrimonio gay serán legales en Irlanda del Norte gracias a la labor obstruccionista del Sinn Féin para impedir que se constituyese la asamblea legislativa que podía impedirlo. El antiguo brazo político de la banda terrorista IRA no solo muestra así su desconexión con el carácter católico del nacionalismo irlandés -algo esperado, porque su identidad desde los años 70 es heredera del marxismo-, sino también abomina de su propia condición nacionalista, pues ha maniobrado para que pueda ser impuesta en esa provincia una ley dictada por el Parlamento de Westminster sin consultar a los norirlandeses.

El escritor y periodista irlandés John Waters, converso al catolicismo y uno de los principales baluartes provida durante el referéndum irlandés de mayo de 2018, analiza en profundidad este proceso en un relevante artículo en First Things:

John Waters es uno de los más importantes articulistas católicos en la Irlanda actual.

Días tenebrosos en Irlanda del Norte

Hasta la medianoche del 21 de octubre, el aborto solo se permitía en Irlanda del Norte si la vida de la madre estaba en peligro. Esto distinguía a la provincia del resto del Reino Unido, donde el aborto es legal y generalizado desde 1967. Este reducto heroico ha llegado a su fin: el aborto y el matrimonio gay han entrado en Irlanda del Norte por la puerta de atrás.

A quienes intenten comprender lo que ha estado pasando últimamente en Irlanda del Norte habrá que perdonarles si se tiran de los pelos. El Sinn Féin, el mayor partido nacionalista en la Asamblea de Stormont y durante tres décadas brazo político del IRA Provisional, que mató al menos a 1500 personas para conseguir la independencia de la Gran Bretaña, rechazó la convocatoria de dicha asamblea, lo que habría impedido al gobierno de Westminster introducir por decreto el aborto y el matrimonio gay en la provincia.

En julio, miembros del Parlamento en Westminster aprobaron una ley pidiendo al gobierno que liberalizase el aborto y extendiese el matrimonio entre personas del mismo sexo a Irlanda del Norte si el gobierno de Belfast no se restauraba antes del 21 de octubre. Al llegar esa fecha, los políticos unionistas fracasaron en su intento de última hora de evitar que las nuevas leyes entrasen en vigor: su convocatoria unilateral de la asamblea fracasó por su incapacidad para elegir un presidente de la asamblea con apoyo de ambas comunidades.

La colaboración del Sinn Féin habría sido vital, porque es ahora el mayor partido del bando nacionalista. El mayor partido del otro bando, el Partido Democrático Unionista (DUP, por sus siglas en inglés), que es inequívocamente provida, ya había mostrado su disposición a participar en la convocatoria de la asamblea, y había intentado introducir una Ley 2019 de Defensa del Niño No nacido. De haber sido aprobada antes de la medianoche del 21 de octubre, esta ley habría cortado el paso a la disposición de Westminster. Todo lo que tenía que hacer el Sinn Féin era colaborar para que se convocase la asamblea un único día para dar al traste con las pretensiones de Westminster.

¡Ha sido todo tan predecible, aunque también tan cargado de ironía...! Predecible porque el Sinn Féin, que en tiempos defendía a la minoría católica en “el norte”, como lo llamamos nosotros, es ahora un colectivo más de izquierda radical partidiario de cualquier locura progresista por la que puedas acudir al ArmaLite [rifle utilizado por el IRA]. Irónico por todo tipo de razones, pero especialmente porque “sinn féin” es una expresión irlandesa que significa “nosotros mismos”.

Petición provida a una abortista

La semana pasada me llegó una petición desde distintos ámbitos de la comunidad provida sobre la inminente amenaza del aborto. La petición, bajo el título Sinn Féin: impedid que la ley abortista más radical de Europa sea impuesta a Irlanda del Norte, se dirigía a la líder del Sinn Féin en Irlanda del Norte, Michelle O’Neill, pidiéndole que su partido colaborase en la convocatoria de la asamblea.

La manifestación provida del 6 de septiembre desde el centro de Belfast hasta la Asamblea de Stormont, sede del parlamento de Irlanda del Norte, fue secundada por 20.000 personas. Según las encuestas, el 57% de los norirlandeses están en contra de la ley abortista que les ha impuesto Londres gracias al Sinn Féin.

La petición explicaba que el Parlamento británico había votado la imposición a Irlanda del Norte de una de las leyes abortistas más radicales del mundo sin consultar a los ciudadanos de la provincia. Y continuaba: “Esta nueva ley sustituirá la actual ley provida de Irlanda del Norte por un régimen abortista radical que permite el aborto bajo demanda por cualquier motivo. Ninguna ley protegerá los derechos del no nacido durante sus primeras 28 semanas”.

La petición añadía que el cambio propuesto en las leyes permitiría abortar a niños con labio leporino, pie zambo o síndrome de Down; la legalización del aborto por selección de sexo; abortos legales en niñas menores de 15 años sin consentimiento paterno; el aborto de un gemelo no deseado, abortos por nacimiento parcial y lo que eufemísticamente se denomina “cuidados paliativos” con los que se deja morir en una cubeta a los niños que sobreviven al instrumental del abortero.

Y continuaba: “Los miembros del Parlamento de Westminster han votado introducir en Irlanda del Norte la ley abortista más radical de Europa contra la voluntad del pueblo… El apoyo del Sinn Féin a una norma venida directamente desde Londres es un cambio radical en su política y va contra todo lo que siempre defendió”. La petición también alegaba que la nueva ley “viola el Acuerdo del Viernes Santo [los acuerdos de paz de 1998], hurtando al pueblo de Irlanda del Norte el derecho a decidir nuestra propia legislación sobre el aborto sin interferencias foráneas”.

El Acuerdo del Viernes Santo estipulaba un poder compartido por los unionistas y los nacionalistas en un gobierno que respondía ante la asamblea de Stormont. Desde 2007, el Partido Democrático Unionista (DUP, por sus siglas en inglés) ha sido el principal partido unionista, y el Sinn Féin el principal partido nacionalista, y por tanto habían reclamado los puestos de primer ministro y viceprimer ministro, respectivamente.

Tanto el gobierno como la asamblea cayeron en enero de 2017 con la dmisión de Martin McGuinness (fallecido poco después), del Sinn Féin, como viceprimer ministro. Este episodio fue la gota que colmó el vaso en una larga historia de desencuentros entre el DUP y el Sinn Féin. En ese momento, McGuinness, antiguo jefe del IRA, llevaba en el cargo diez años, desde 2007, cuando logró una llamativa buena relación con el reverendo Ian Paisley, que fue primer ministro en 2007-2008. Tras la caída del gobierno, la asamblea fue suspendida y todos los intentos de restaurar el poder compartido acabaron en nada. Durante 33 meses, Irlanda del Norte no ha tenido un gobierno ejecutivo, y ha sido dirigida por funcionarios.

No firmé esa petición provida, que evidentemente era inútil. Recuerdo la tarde del 26 de mayo de 2018, cuando Michelle O’Neill, la mujer a quien se dirigía la petición, se subió a una plataforma en Dublin Castle junto a la líder de su partido, Mary Lou McDonald, cuando se anunciaron los resultados del referéndum irlandés para abolir el derecho a la vida del niño en el seno materno. Las dos mujeres sostenían en alto un cartel con las palabras “Lo próximo, el Norte”.

Arnaldo Otegi, ex presidiario español condenado por secuestro y pertenencia al grupo terrorista ETA, felicitó en Twitter a las líderes del Sinn Féin tras la aprobación del aborto en Irlanda.

En aquella ocasión, el Sinn Féin dijo que intentaría garantizar el “acceso al aborto” en Irlanda del Norte antes de que las instituciones de Stormont pudiesen ser restauradas. McDonald pidió que las mujeres del Norte no fuesen “abandonadas” tras el referéndum irlandés por el aborto, y exigió que el gobierno irlandés legislase para permitir que esas mujeres tuviesen derecho a abortar al sur de la frontera.

Sinn Féin: ni católico ni nacionalista

Hace mucho que el Sinn Féin ha sido ganado para una agenda de izquierda radical. En los años 70, cuando la mayor parte de los hombres estaban entre rejas, las feministas radicales consiguieron sustituir la ideología tradicional del movimiento por una versión barata de marxismo cultural. Las viejas ideas nacionalistas católicas fueron silenciosamente descartadas, y para cuando el Acuerdo del Viernes Santo puso fin al conflicto en 1998, el movimiento era uno más del coro progresista de izquierdas.

La ironía más sorprendente de todas es que la defensa del niño no nacido es hoy en Irlanda del Norte propiedad exclusiva del DUP, el partido fundado por el legendario e incendiario predicador presbiteriano Ian Paisley, en tiempos considerado -justamente- como un intolerante extremista, anticatólico y cargado de odio antipapista. Cuando murió en 2014, muchos católicos nacionalistas le querían por su paulatino acercamiento a la reconciliación y por la grandeza transparente de su personalidad. Hubo un tiempo en que a Paisley se le temía en Irlanda como una fuerza de la naturaleza casi demoníaca, cuyo temperamento amenazaba la paz casi tanto como el IRA. Era el protagonista de nuestras pesadillas, y no solo del tipo político metafórico. Era quien nos tenía en la cama aguardando en las horas muertas que nos cayese un rayo, temblando bajo el rugido atronador de su voz, retrocediendo ante las fieras antorchas de sus ojos y limpiando de su saliva nuestras temblorosas mejillas.

Pocos años después, contemplamos el júbilo incontenible de la floreciente amistad de Ian Paisley y Martin McGuinness. Estos hombres que solían odiarse se reían ahora a carcajadas con cada broma que hacía el otro. Los Chuckle Brothers [célebre pareja de cómicos ingleses, de gran éxito infantil en los años 80 y 90], como empezaron a ser conocidos, eran el resultado de unos deseos públicos reinventados: dos hombres que apostaron por una reconciliación que a los papistas a quienes Paisley había denigrado les habría parecido en tiempos menos probable que la llegada de los peces a Marte.

Ian Paisley (1926-2014, a la izquierda de la foto) y Martin McGuinness (1950-2017).

Actualmente, el partido de Paisley es el más cercano que tenemos en la isla al magisterio de la Iglesia católica al que en tiempos se adhería el 90% de la población de la República de Irlanda.

Tengo la sensación de que muchos estadounidenses de origen irlandés siguen teniendo una visión ingenua del Sinn Féin, considerándolo como esencialmente la misma organización católica-nacionalista que el IRA Provisional pareció ser al principio. Muchos parecen tener una dificultad especial en entender que el IRA Provisional y el Sinn Féin nunca tuvieron más que una relación oportunista con la tradición nacionalista irlandesa que se remonta a 1916 y a titanes como Robert Emmet (1778-1803), Wolfe Tone (1763-1798) y Thomas Davis (1814-1845). A lo largo de los años 70, el movimiento cayó en el matonismo homicida y en el sadismo. El IRA se convirtió en una máquina de matar despiadada y patológica, que no mostraba piedad alguna ni hacia sus enemigos ideológicos ni hacia quienes, en sus propias comunidades, eran sospechosos de ser “chivatos”, cuyos cuerpos solían aparecer en un callejón con una bala en la cabeza y un simbólico billete de diez libras enganchado a sus dedos rígidos.

Actualmente, aparte de sus políticas pro-aborto y LGBT, el Sinn Féin es sin duda el grupo más anti-nacional de la política irlandesa, dogmáticamente a favor de abrir las fronteras irlandesas e invitar a entrar a cualquiera. Es frecuente escuchar a sus representantes sermoneando coactivamente a las pequeñas comunidades rurales. Nuestro gobierno sin principios intenta endosar números desproporcionadamente grandes de asilados en esas comunidades en lo que son denominados “centros de provisión directa”, que alteran la ecología de las comunidades locales y ponen en peligro a las personas vulnerables. Más de un gracioso ha propuesto cambiar el antiguo lema del IRA Provisional para que rece “¡Británicos fuera, africanos dentro!”

El profesor Liam Kennedy, del Centre for Economic History en la Queen’s University de Belfast, ha analizado los datos incluidos en el libro Lost Lives [Vidas perdidas], de David McKittrick. Este libro hace un perfil de los muertos en el Conflicto [Troubles] entre 1966 y 1999, y calcula que los paramilitares republicanos fueron responsables del 59% de las muertes, con el IRA Provisional como responsable del 49%. Esto contrasta con el 10% de muertes en el mismo periodo por parte de las fuerzas de seguridad. El profesor Kennedy dice que el IRA Provisional fue “el principal agente de muerte durante el Conflicto”.

También sugiere que hay fundamento para creer que existe algo que puede denominarse “minoría opresora” y que el movimiento del IRA Provisional, y más en general la comunidad nacionalista norirlandesa puede considerarse como tal. “Estas cifras muestran que el IRA Provisional fue responsable de prolongar el conflicto año tras año antes de admitir en 1994 la derrota de su objetivo último de crear una república de 32 condados” [todo el territorio de la isla].

Todo ha cambiado en Irlanda

A la luz de todo esto, las recientes actuaciones del Sinn Féin resultan comprensibles. ¿Por qué un partido de estas características habría de tener la más mínima consideración por la vida de niños inocentes? No es razonable esperar decencia ideológica de gente que, no creyendo en absoluto en la independencia que pedían, están dispuestos a levantarle a Dios el dedo medio para arrebatarle Su poder.

Ésta es la realidad de la situación normalizada de la política irlandesa post-conflicto. A mucha gente decente, dentro y fuera de Irladna, no le cabe en la cabeza la idea de que la importación de ideologías ajenas ha alterado completamente las condiciones de la política irlandesa y de la opinión pública, no dejando nada como era antes y con un futuro que no será nada sino más de lo mismo.

Traducción de Carmelo López-Arias.

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