Certero análisis de los obispos sobre España, «una cultura ya no inspirada en la fe cristiana»
La Conferencia Episcopal Española ha publicado esta semana, a finales de julio y con una parte importante del país de vacaciones, lo que debe ser un documento importante programático con las orientaciones y las líneas de acción para el órgano de los obispos durante los próximos cuartos cursos pastorales (2021-2025).
El documento se titula Fieles al envío misionero y es el fruto –según la Conferencia- “de un ejercicio de discernimiento compartido por los obispos, los órganos colegiados de la CEE y los colaboradores”.
En esta aproximación de algo más de 90 páginas sobre la realidad social y eclesial de España los obispos han planteado algunas consideraciones muy interesantes y que resulta un análisis muy certero de la situación actual.
En la página 19 los obispos hablan de la rápida transformación social que se está produciendo en España. “Todo este proceso de transformación no ocurre solo de manera automática como consecuencia de transformaciones tecnológicas y económicas, sino que es impulsado por un intento deliberado de ‘deconstrucción’ o desmontaje, en concreto, de la cosmovisión cristiana. Pareciera que hay un guión bien trazado con calendario y finalidades tremendas”, afirma el documento.
De este modo, el texto prosigue así: “emerge, teledirigida, una propuesta neopagana que pretende construir una sociedad nueva, para lo cual es preciso ‘deconstruir’. Así asistimos a un constructivismo antropológico en las muy extendidas corrientes ideológicas de género y en la aceptación social del aborto y la eutanasia; un constructivismo histórico y también pedagógico, reforzado con el dominio de la escuela, para lo cual es preciso ‘deconstruir’ pues, como dice Francisco en el n. 13 de FT, ‘la libertad humana pretende construirlo todo desde cero’. Todo ello ocurre de manera indolora, pues la cultura de masas, basada en emociones y sensaciones, está logrando que este proceso de derribo se viva de manera casi indiferente, más aún como un logro de la libertad”.
La destrucción de la familia
Por otro lado, los obispos ahondan en las raíces profundas que explican la destrucción de la persona: “La nueva comprensión de la persona y de la familia, inseparable del sistema de producción y consumo, afecta a la vida, los afectos, el trabajo y el descanso. Estas corrientes antropológicas, económicas y políticas prometen una libertad igualitaria, pero generan un malestar que quiere ser satisfecho con más y más derechos, que en nombre de la no discriminación y la igualdad, van haciendo surgir populismos e identidades de todo tipo que quieren saciar la sed que el propio proceso está provocando”.
En su opinión, en este proyecto “afamiliar” o “desfamiliarizador” de la vida en sociedad convergen:
1. El nuevo capitalismo neoliberal global que redefine la familia como contrato libre y temporal entre individuos.
2. El giro individualista del Estado del Bienestar dirigido a liberar a los individuos de las dependencias que generan los otros;
3. El progresismo cultural (para algunos nueva trinchera del marxismo) que pretende la destrucción de vínculos familiares y comunitarios elementales desde el «empoderamiento» de individuos y colectivos identitarios diversos.
“Por tanto, nos encontramos en una sociedad que va perdiendo progresivamente sus vínculos y precisa rehacerlos e innovarlos para generar ámbitos adecuados para la acogida y desarrollo de las personas y la imprescindible amistad civil para organizar la convivencia. De ahí la importancia de la vida familiar y comunitaria que la Iglesia propone y precisa”, añade este documento episcopal.
Los obispos también se atreven a hablar de la crisis de fe en España y de la situación en la Iglesia. Así, aseguran que en el grupo de “autodenominados católicos la vida comunitaria organizada y el compromiso misionero explícito es pequeño”.
Más grave es la situación de muchos bautizados que dicen “creer sin pertenecer”. “Se declaran católicos y reivindican su pertenencia a la hora de solicitar servicios religiosos, pero organizan su vida ‘como si Dios no existiera’, habitualmente no participan de la vida eclesial y manifiestan implícitamente su agnosticismo o ateísmo. La secularización y el impacto que produce el discurso cultural dominante constituye para este grupo un obstáculo difícil de superar”, asegura el documento episcopal.
Otro grupo que detectan los obispos es el “postsecular”, que serían personas insatisfechas “con la propuesta de vida del progreso permanente y que no ha acogido ni la fe ni los prejuicios antirreligiosos. Son personas en búsqueda y con una nueva receptividad”.
Y por último también hablan de los “inmigrantes católicos”, muchos de los cuales “se han acercado a nuestras parroquias por la puerta de Cáritas y no han pasado más adentro; otros participan de manera ordinaria en la actividad eclesial y pueden aportar una renovación a nuestras comunidades.
Dificultades para la misión evangelizadora
En su análisis en Fieles al envío misionero, la Conferencia Episcopal afirman que en estos momentos la misión evangelizadora de la Iglesia en España se encuentra principalmente con dos dificultades. Una proviene de fuera, de la “cultura ambiental” y la otra de dentro, “la secularización interna”.
Así lo analizan los obispos:
“1) La primera tiene que ver con la cultura ambiental que los españoles vivimos, pues ya no es una cultura inspirada en la fe cristiana. Para muchas personas las verdades cristianas son ahora incomprensibles y las normas morales que brotan del Evangelio se han vuelto inaceptables. Esta dificultad la experimentamos en los propios ambientes eclesiales, parroquias y colegios católicos. Hemos de contar que, también para quienes participan en la catequesis parroquial y la escuela católica, las verdades que intentamos transmitir son de difícil comprensión y la propuesta moral muy difícil de aceptar. Esto conlleva un profundo desafío cultural; la Iglesia, que a lo largo de los siglos ha generado tantísima cultura, hoy observa cómo el cine, el teatro, la música, las series de TV realizan propuestas culturales indiferentes o antitéticas a la cultura cristiana. La comunidad católica española vive inmersa en este proceso cultural y social y experimenta sus consecuencias, tanto en su interior como en el diálogo evangelizador con nuestros conciudadanos. Dichas consecuencias se producen, en unos casos, de manera casi inconsciente, y en otros de manera reactiva, en el repliegue interior o en la confrontación.
2) Las dificultades internas, que han de ser objeto de revisión y de terreno concreto de la conversión personal y pastoral, afectan a la identidad misma de la vida eclesial y se pueden agrupar en tres:
— La mundanidad, que pone más la confianza en los medios humanos que en la gracia y reduce el mensaje a una propuesta moral, y la autorreferencialidad, que nos hace estar más preocupados por los asuntos eclesiásticos que por la misión.
— Padecemos algunas expresiones de falta de comunión en la manera de vivir la unidad de la fe de la Iglesia en su catolicidad. Esto provoca para muchos cristianos un clima de confusión, pues la fe recibida solamente se puede sostener en la medida en que se confiesa el misterio de Cristo en la unidad de fe de la Iglesia, en la lectura de las Sagradas Escrituras y en la celebración de los sacramentos en esa misma unidad.
— La debilidad del testimonio misionero en la plaza pública, en los ambientes e instituciones de los que los católicos formamos parte. Esto expresa una preocupante división entre la vida cristiana cultivada en el interior del templo y la encarnada y testimoniada en la vida familiar y ciudadana”.
Pero además, el documento episcopal analiza también la situación socio-política:
“Asistimos a una profunda crisis institucional, en la que algunos grupos políticos quisieran abrir una segunda fase constituyente. No se trata de sacralizar el régimen del 78, pero sí de afirmar que este marco político constitucional ha devuelto a España una estabilidad grande, no lograda durante siglos. La puesta en cuestión de la Constitución, la monarquía, el poder judicial, junto a las fuertes tensiones independentistas en medio de una inédita crisis económica, llenan de preocupación e incertidumbre a la sociedad española. Los enfrentamientos crecen y pareciera que asistimos a un resurgir artificial de «las dos Españas» de tan dramático recuerdo. Abonan esta situación las iniciativas legislativas del Gobierno de coalición sobre la educación, la eutanasia, el aborto, la memoria democrática, el Consejo General del Poder Judicial, que van en la línea del proyecto de deconstrucción antes citado a escala global. El desarrollo de estas iniciativas pone en riesgo la libertad y dificulta la imprescindible unidad, tan necesaria en plena crisis sanitaria y en los albores de una crisis económica de consecuencias sociales impredecibles”.