Una misionera hace una colecta para llevar al País Vasco a un colaborador, joven huérfano congoleño
Alfredo es un joven de Congo que a los 2 años quedó huérfano y fue acogido por las religiosas Cruzadas de la Iglesia, y acompañado siempre por ellas en ese país. Al crecer las ayudó llevándolas siempre en moto, en un país en que trasladarse es siempre muy complicado. Ahora, el joven tiene 27 años.
Paqui Roldán, que hace más de 20 años que es misionera de esta congregación, quiere traerlo a España como refugiado político, a Carranza, una población de menos de 3.000 habitantes en Vizcaya. Pero para eso necesita una primera ayuda económica: 900 euros para el visado y otros 700 para el pasaje de avión. Cuenta la historia el diario El Correo.
Una misionera de Carranza inicia una colecta para rescatar a un joven de El Congo
por Sergio Llamas, ElCorreo.com
Carranza podría convertirse en el punto de partida para la nueva vida de Alfredo, un joven congoleño, huérfano desde los dos años, que una monja de la pedanía de Biáñez, en la localidad encartada, se ha propuesto rescatar. «Las condiciones de vida en ese país son muy duras por la guerra civil, el hambre, la violencia... Mi intención es que aquel niño, que ahora tiene 27 años, pueda salir de allí y consiga vivir en mejores condiciones», afirma Paqui Roldán, con más de dos décadas de experiencia como misionera de la congregación Cruzadas de la Iglesia, que ha iniciado una recaudación de fondos para ayudarle.
La religiosa advierte que el muchacho sólo tiene dos vías para salir de un país «donde no tiene nada». La primera supondría lanzarse a la aventura de cruzar por su cuenta todo el Sahara, llegar a Libia y embarcarse en una patera tratando de arribar las costas italianas o españolas.
La otra opción consistiría en salir de Kinshasa en avión con destino a Bilbao, haciendo escala en París. El coste de esta alternativa, la única segura para el chaval, es de 900 euros para el visado y otros 700 para el pasaje. Así, la religiosa vizcaína ha puesto en marcha una colecta hasta el 17 de abril, a través de una cuenta bancaria en Laboral Kutxa (ES55 3035 0420 1542 0100 4917), para tratar de acogerlo como un refugiado político.
Alfredo ha colaborado toda su vida con las misioneras desplazadas al país africano. Cuando perdió a su familia, una religiosa italiana de la orden de las Hijas de Santa Gema, posteriormente fallecida de cáncer, se hizo cargo de su cuidado. «Se lo querían llevar a Italia, pero desgraciadamente esta mujer murió antes y él se quedó perdido en Kinshasa, una cuidad con más de 11 millones de habitantes. Cuando estábamos allí nos ayudaba llevándonos por todos los sitios, porque es una ciudad donde resulta muy difícil conducir, entre otras cosas porque todos los funcionarios intentan sacarte dinero de cualquier forma y es un caos», explica agradecida.
La misionera de Biáñez propone acoger al joven en una casa que la diócesis tiene en Carranza y en la que actualmente atienden a una veintena de inmigrantes, mayoritariamente mujeres, con ayuda de voluntarios de Cáritas. «Las acogemos hasta que encuentran trabajo. Las formamos en cocina, organización de la casa, y principalmente en geriatría y en el cuidado de mayores enfermos», comenta la religiosa, que recuerda que su congregación, fundada por Nazaria Ignacia -canonizada el 14 de octubre del pasado año-, se dedica fundamentalmente a la evangelización en zonas rurales y a dar apoyo en labores educativas y sanitarias.
El objetivo de la campaña es acercar a Alfredo a la localidad vizcaína para el mes de mayo. «Allí la vida es muy dura, no sólo para este joven, pero me lo he encontrado y me he propuesto ayudarle», advierte la misionera, que lamenta lo poco que se habla de la situación del Congo. «Es un país con mucho recursos, como el coltán, pero donde hay muchos intereses creados desde dentro y desde fuera del país, que hacen que haya huérfanos tirados en la calle por todos los lados», asegura.
Según explica la mujer, Alfredo «anda de un lado para otro», viviendo de la solidaridad, subsistiendo como puede. «Él dice que se ha criado entre las armas, y que las armas no paran nunca», zanjó Roldán.