El párroco de Coín y sus aves rapaces: atraen gente a la parroquia y le conectan con la Creación
Coín es una población de 20.000 habitantes a unos 30 kilómetros de Málaga, con un cura peculiar por su afición: la cetrería y las aves rapaces. Son muchos los sacerdotes que aman la naturaleza, que salen al campo y gozan de la belleza de la Creación y de la variedad de las plantas, animales y paisajes, pero probablemente el padre Pepe es el único en España que llena la casa y la parroquia con sus "amigas", las aves rapaces, que a su vez atraen a visitantes y parroquianos. El sacerdote lo explica en una entrevista con Fernando Torres para Diario Sur.
Pepe, el párroco cetrero de Coín
El frío empieza a dejarse ver en la comarca del Guadalhorce. De buena mañana, José Amalio González Ruiz, conocido entre los suyos como Pepe, abre las puertas de la parroquia San Juan Bautista de Coín, pero vuelve a entrar. Algunos fieles preguntan por él: «¿a dónde ha ido Pepe?».
Ha subido un momento para sacar a sus mejores amigos, que ocupan un lugar privilegiado en la plaza que hay frente a la iglesia. Un azor, un cernícalo americano y un águila de Harrismás escoltan el acceso junto a un cartel que reza: ‘Oración del cetrero’.
"El contacto con la naturaleza nos hace más humanos"
«La gente se piensa que al ser sacerdote no tengo aficiones, pero sí, siempre he sido un amante de las rapaces; el contacto con la naturaleza nos hace ser más humanos».
«Dicen que soy el único cura cetrero de la zona, pero yo lo llevo con mucha naturalidad al igual que hay muchos que juegan al fútbol; de hecho yo también juego al pádel», comenta. «Todo lo que haga un cura que no sea estar en misa llama la atención».
Esta afición de Pepe le ha dado una nueva vida a la parroquia. Desde que llegó al municipio hace tres años y medio, la presencia de tres rapaces –dos de ellas de gran tamaño– en la puerta han brindado muchos momentos curiosos: «Los niños y los vecinos se acercan, muchos vienen tímidos porque alguien les ha dicho, ¿todavía no has visto los pájaros de la iglesia?». Gracias a esto, Pepe puede cumplir uno de sus objetivos para con la sociedad. «Esto acerca la naturaleza a la gente».
Además, esta costumbre es «muy buena» para las aves, ya que se acostumbran al contacto con humanos y al ajetreo urbano: «Soy conocido entre los cetreros porque tengo unos pájaros muy tranquilos y son así porque están acostumbrados que pase la gente, a que se acerque, a ruidos de carritos...».
Una oración inspirada al cazar
La Oración del Cetrero, escrita por él mismo, es quizá el punto de unión más significativo de las dos realidades de Pepe. «Se me inspiró, estaba cazando con el pájaro y se me vino a la cabeza, no lo tenía planeado; me inspiré».
En el momento que se puso de rodillas para recoger la liebre tuvo presente a Félix Rodriguez de la Fuente, que según Pepe marcó a toda la generación actual de cetreros, él incluido.
«Hay gente a quien le regalo esta oración, es una forma más de meter la fe en todo».
Esta conexión entre naturaleza y espiritualidad es clave en la vida de Pepe. «Viene en la Biblia, la creación es un camino para preguntarse por el misterio de Dios y cuando uno se acerca al mundo animal se pregunta, ¿cómo saben hacer los pájaros el nido, quién les ha enseñado? te das cuenta de que en el instinto también se encierra el misterio de la vida».
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La infancia de Pepe estuvo marcada además de por Félix Rodríguez de la Fuente, cuyo programa de televisión hacía que, cuando era niño, «dejase cualquier cosa que estuviera haciendo» para sentarse frente al televisor. Sus primeros años los pasó en el Puerto de la Torre, conviviendo con familiares y amigos en diferentes actividades que le fueron descubriendo las maravillas del mundo animal y más tarde, durante su etapa en Antequera –hace diez años– del mundo de la cetrería.
"La sociedad tiene déficit de naturaleza"
Aparte de aportarle algo a los fieles, a él también le sienta bien el poder haber mezclado fe y naturaleza. «Irme al campo con los pájaros me sirve para desconectar, y también me viene muy bien porque en el pueblo, al ser cura, soy un personaje conocido y la gente te identifica; en el campo estoy yo solo, y allí no soy el cura del pueblo, eso me gusta muchísimo».
A lo largo de la conversación con SUR, numerosos vecinos interrumpen para comentar algo con el párroco. La mayoría de ellos hace caso omiso ante las rapaces que custodian el acceso hasta donde se encuentra Pepe. Entre reflexiones, el sacerdote vuelve a incidir en la importancia de la naturaleza para fortalecer el espíritu: «Siempre lo digo, el contacto con la fauna hace que seamos mejores personas, la sociedad tiene déficit de naturaleza».