Teniente general con un ejército de 85.000 voluntarios: Manuel Bretón, nuevo presidente de Cáritas
Para manejar Cáritas Española se necesita integridad, cierta capacidad de mando y cierta capacidad de gestión, especialmente dado que las cifras de la entidad son importantes: 6.051 Cáritas Parroquiales, 70 Cáritas Diocesanas, 330 millones de euros (un 70% de fondos privados)... Al frente está ahora Manuel Bretón, a quien han entrevistado en el semanario Alfa Y Omega, en una interesante conversación que reproducimos a continuación.
«Nuestra seña de identidad es estar con los más necesitados»
Después de un exdirector de la Policía, Rafael del Río, llega a la presidencia de Cáritas Española un teniente general en la reserva. Manuel Bretón (Madrid, 1946) es un hombre de carácter afable y un currículum impresionante. Fue secretario personal del rey Juan Carlos I y jefe de gabinete de dos ministros de distinto signo político, Federico Trillo y José Bono, además de agregado militar en varias embajadas, una intensa vida profesional por la que «puedo decir que me ha tocado la lotería».
¿Qué se lleva Bretón de todas estas experiencias? «Estar cerca de grandes personas –responde– te hace crecer y desarrollarte más y mejor, y yo he tenido la enorme suerte de estar prácticamente toda mi vida junto a muchas de ellas, empezando por mi familia, mis padres, mi hermana, mi mujer, mis hijos, ahora mis nietos… Y también mis jefes me han enriquecido mucho».
- Cáritas insiste siempre en que es 100 % Iglesia, pero es también, de algún modo, una plataforma para el encuentro con personas y organizaciones de todas las ideologías que valoran mucho su trabajo.
- Es verdad. La capacidad de Cáritas como instrumento de evangelización social debe casi todo a su presencia junto a las personas que están en los márgenes de la sociedad, a su respuesta ante las situaciones de mayor precariedad… No se trata de sacar músculo, pero sí es cierto que el trabajo diario de esos miles de voluntarios y trabajadores con los más abandonados nos dan credibilidad.
- Ha pasado ya un tiempo prudencial desde su nombramiento, en febrero. ¿Cuáles son sus prioridades?
- Las prioridades están marcadas por nuestros obispos y por los órganos confederados de Cáritas. Hay fundamentalmente tres estrategias marcadas: la opción por un modelo de economía solidaria –en el que estamos trabajando muy en conciencia y que centró nuestro Congreso sobre Teología de la Caridad celebrado en mayo en Santiago–, la respuesta a los retos de la inmigración –uno de los temas que ahora más nos preocupan– y la sostenibilidad medioambiental y el cuidado de la Creación, como nos marca el Papa en la Laudato si.
- ¿Cuáles son hoy las necesidades más urgentes en la sociedad española a las que debe atender Cáritas?
- La Fundación Foessa y otros órganos de Cáritas nos dan una visión muy cercana y real de lo que está pasando en la sociedad, lo que nos sirve para movernos en una dirección o en otra, siempre con el objetivo de llegar al más necesitado. Esa es nuestra señal de identidad. Pero esto no quita para que se nos permita seguir soñando. Decía Rosalía de Castro que «infeliz es el que vive sin soñar». Y yo no estoy dispuesto a vivir sin soñar. Quiero seguir soñando con que seamos capaces de ilusionar a nuestra sociedad para que de verdad crea que el mundo puede ser distinto y darle las claves para conseguirlo.
- ¿Qué indicaciones le han dado los obispos?
- Lo que me piden es que Cáritas siga siendo lo que ha sido hasta ahora. Que sea, como dice el Papa, la institución del amor de la Iglesia, la caricia de la Iglesia a su pueblo, la caricia de la madre Iglesia a sus hijos, la ternura y la cercanía… Con esto puede resumirse qué es lo que quieren los obispos.
- ¿Dónde está el equilibrio entre una organización que cuenta con unos 85.000 voluntarios de muy diverso origen, y al mismo tiempo ha avanzado hacia la especialización en diversas áreas?
- El equilibrio está en no perder nunca de vista el objetivo de nuestra misión y visión, desde la opción evangélica y la preferencia de la Iglesia por los pobres. Todos los agentes de Cáritas, sean trabajadores remunerados o voluntarios en las calles, estamos llamados a dar esa respuesta con calidad y con profesionalidad. Los pobres se merecen lo mejor de nosotros. No podemos ofrecerles soluciones improvisadas o simplemente buenas intenciones. Debemos ser profesionales.
»Como recordaba Benedicto XVI en Caritas in veritate, la calidad es una exigencia en el servicio prestado por las organizaciones caritativas de la Iglesia. Cáritas ha dado un gran paso desde hace unos años. Hoy no encuentras más que a verdaderos profesionales en montones de temas.
- ¿Y dónde está el equilibrio entre una organización que trabaja a pie de parroquia y de barrio, pero que al mismo tiempo ha adquirido un nítido discurso político, sin rehuir cuestiones internacionales de actualidad como la reforma laboral a los refugiados o el cambio climático?
- En la lucha contra la pobreza y la desigualdad, la acción local necesita tener como referente una concepción global sobre las raíces de los problemas, conocer las causas de la precariedad o de la desprotección de derechos.
»Actuar localmente pero pensar global. Sin este binomio no podemos cambiar las estructuras que generan la pobreza. Y por esto Cáritas debe actuar en estos dos niveles.
- Un discurso más político genera siempre críticas e incomprensiones…
- Es un tema que nos surge casi a diario en las decisiones que tenemos que tomar. Pero la proximidad a la realidad social hace, creo yo, que en el entramado dirigente se entienda que nuestra preocupación es solo mejorar la sociedad. Por ejemplo, las diez propuestas que presentó Cáritas a los partidos en las últimas elecciones fueron en general muy bien acogidas.
Manuel Bretón, con el arzobispo castrense Juan del Río; hace 3 años crearon entre los dos la nueva "Cáritas Castrense", que canaliza la caridad católica de las Fuerzas Armadas españolas
- Usted fue el primer director de la Cáritas Castrense, erigida hace tres años. ¿Cómo se involucró en el proyecto?
- De forma sencilla y natural, en un momento en que dejaba de tener responsabilidades profesionales, y con una ilusión tremenda de seguir trabajando en el servicio a los demás, como había hecho durante muchos años. Vi que se me abría esa maravillosa oportunidad, ofrecí mis servicios a mi amigo Rafael del Río [entonces presidente de Cáritas] y a Juan del Río [el arzobispo castrense], al que me une una gran amistad y tenía en ese momento la idea en la cabeza de crear una Cáritas en su diócesis, que abarca a los militares, a la Guardia Civil, a la Policía… Nos pusimos manos a la obra y yo creo que hoy Cáritas Castrense es una maravillosa realidad.
- El Corpus es también el Día de la Caridad. La campaña institucional de Cáritas lleva por lema Llamados a ser comunidad. ¿Qué significa este acento?
- El día del Corpus es un momento privilegiado en nuestra campaña institucional, y en esta ocasión nos invita a poner el foco de atención en la dimensión comunitaria como eje de nuestro trabajo al servicio del Reino de Dios. Creemos que es urgente el redescubrimiento de esta dimensión para superar el individualismo, que como nos dijo el cardenal Tagle [presidente de Caritas Internationalis] en Santiago de Compostela es una de las causas de la desaparición del ser humano. Por eso no nos debemos dejar arrastrar por esa cultura
- ¿Y en el conjunto de la sociedad? ¿Echa usted en falta un mayor impulso al voluntariado, de modo que los jóvenes incorporen a su formación una mayor sensibilidad hacia las necesidades de los demás y de su entorno?
- Es una gran preocupación nuestra: involucrar a los jóvenes en el trabajo de Cáritas junto a las personas que viven la injusticia y la pobreza. Yo creo que no existe un proyecto de vida más ilusionante para un joven que intentar cambiar el mundo. Y muchas Cáritas diocesanas están trabajando mucho en el rejuvenecimiento del voluntariado, acercándose también a jóvenes que no están excesivamente ligados a la Iglesia, pero que ven en Cáritas un actor fundamental en nuestra sociedad. Se trabaja en esa línea, tanto a nivel universitario como a nivel escolar. O ahora en verano con campos de trabajo y con el impulso al voluntariado internacional.
(Entrevista publicada originariamente aquí en Alfa y Omega)