Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El Papa concede el Año Jubilar al Oratorio del Caballero de Gracia por los 500 años de su nacimiento

ReL

El oratorio del Caballero de Gracia es llevado en estos momentos por sacerdotes del Opus Dei
El oratorio del Caballero de Gracia es llevado en estos momentos por sacerdotes del Opus Dei
Con ocasión del V Centenario del nacimiento del Siervo de Dios Jacobo Gratij, conocido como El Caballero de Gracia, el Papa Francisco ha concedido un Año Jubilar, con Indulgencia plenaria, al Real Oratorio del Caballero de Gracia hasta el 1 de marzo de 2018.

Esta concesión está firmada oir el Cardenal Penitenciario Mayor, Mauro Piacenza, con fecha de 27 de febrero de 2017.

El escrito señala que la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales, podrá ser recibida por todos los fieles que participen en alguna función o piadoso ejercicio en el Real Oratorio, o bien oren un tiempo ante el Santísimo Sacramento. Y extiende la concesión a los enfermos que ofrezcan a Dios sus dolores y se unan espiritualmente a los actos.

Un decreto adjunto otorga la facultad de impartir la Bendición papal, al término de la Misa, en el día más adecuado del Año jubilar que se elija.

Las condiciones habituales para ganar la indulgencia plenaria son: confesión sacramental, comunión eucarística y una oración por el Romano Pontífice. A lo que se añade el rezo de un Padrenuestro, del Credo y sendas invocaciones a la Santísima Virgen y al Siervo de Dios Caballero de Gracia.

El Real Oratorio del Caballero de Gracia está situado en uno de los puntos más céntricos y bulliciosos del centro de Madrid y tiene entrada tanto por la calle homónima (nº 5) como la Gran Vía (nº 17).

Un libro que da a conocer al verdadero Caballero de Gracia
Precisamente, para conocer mejor la figura de Jacobo de Gracia ante las calumnias que sufrió se ha publicado recientemente el libro El Caballero de Gracia. Vida y leyenda (Palabra) de José María Sanabria y José Ramón Pérez Arangüena.


La portada del libro reproduce el cuadro pintado en 2005 por Víctor López-Jurado. Pincha aquí para adquirir ahora El Caballero de Gracia.

En realidad, el Caballero de Gracia fue un hombre vinculado como diplomático a la Iglesia desde su juventud y hasta su avanzada ancianidad (vivió 102 años), y en particular a la figura del cardenal Giovanni Battista Castagna, el futuro Urbano VII, el Papa más breve de la Historia: un pontificado de trece días, del 15 al 27 de septiembre de 1590.

Nació en Módena en 1517 de familia pudiente, pero perdió a padre y madre en la adolescencia en un intervalo de tiempo muy corto. Aunque no hay documentación precisa, su trayectoria profesional posterior apunta necesariamente a que cursó estudios jurídicos. En Bolonia, en torno a 1546, conoció a Castagna, un poco más joven que él, con quien trabó una amistad que duraría siempre. Se convirtió en su secretario y administrador y le acompañó en todos sus encargos políticos por Europa hasta 1575, momento en el que se separan sus caminos porque Jacobo unió sus destinos a los de Madrid.

Ya habían estado en la capital entre 1565 y 1572, años en los que el futuro Urbano VII fue nuncio ante la Corte española. Por cierto, que de la importancia de dicha Corte en aquella época da cuenta un hecho: en la comitiva que acompañó a Castagna formaban parte (con la intención de influir en el famoso proceso de la Inquisición contra Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo) otros dos futuros Papas, Ugo Boncompagni (Gregorio XIII) y Felice Peretti (Sixto V).

Ordenado caballero...
En esos años el Caballero de Gracia trabó una buena amistad con el rey Felipe II y con su hermana, Juana de Austria, madre del rey Sebastián de Portugal. Fue ella quien, en torno a 1570, solicitó le fuese concedido el hábito de la Orden de los Caballeros de Nuestro Señor Jesucristo, que llevó desde entonces y por el cual le conocemos hoy.

A partir de esa fecha comenzaron las siete fundaciones religiosas del Caballero de Gracia en Madrid: el Convento del Carmen, el Hospital de Italianos, el Colegio de Loreto, el Convento de Clérigos Menores, el Convento de la Concepción Franciscana, el Hospital de Convalecientes y la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento, que se perpetúa hoy el Oratorio.


El Caballero de Gracia, en grabado de Bartolomé Vázquez de 1781.

...y ordenado sacerdote
En torno a 1587, Jacobo de Gracia, septuagenario, fue ordenado sacerdote. Toda su vida había transcurrido entre encargos y misiones vinculados a la Iglesia, pero gozando del placer de una vida social de la que formaba parte preeminente. Coherente sin embargo con su nuevo estado, suprimió relaciones sociales y se concentró en su labor sacramental y de caridad y en fomentar la devoción al Santísimo Sacramento. Testigos confirman la devoción con la que celebraba misa, el esmero en la preparación de sus sermones y las horas y horas que pasaba en el confesionario.

Sólo consta de él santidad de vida, y sin embargo se vio envuelto en algunos feos asuntos y acusaciones en la nunciatura y en su propia fundación de Clérigos Menores (nada que ver, en cualquier caso, con la leyenda antes descrita): Sanabria y Pérez Arangüena los atribuyen a enemigos ancestrales y personas a quienes había ayudado, disgustos que le llegaron cuando, ya octogenario, lejos de un merecido descanso seguía volcado en ocupaciones de gran trascendencia social.

Santo truncado
Su proceso de beatificación se abrió muy pronto, y presidió la primera sesión, el 1 de octubre de 1623, nada menos que San Simón de Rojas (15521624). La fase diocesana terminó en 1644, con un examen del cuerpo que lo halló incorrupto. A partir de ahí, la rivalidad entre las distintas fundaciones del Caballero de Gracia resultó en una incomprensible desidia hacia la documentación recabada en el proceso, que acabó desapareciendo. Como tal figura oficialmente desde 1748: "En paradero desconocido o, con elevada probabilidad destruida", afirman los autores de El Caballero de Gracia. Vida y leyenda.

En 1836 sus restos fueron trasladados al Oratorio, donde hoy se encuentran. Ante él intentan hoy sus devotos que las oraciones se conviertan en intercesiones y éstas en favores y milagros que permitan reabrir el proceso.

He aquí la oración prevista al efecto, por si alguien quiere confiar sus intenciones a un hombre que, como gestor de asuntos delicados para la Iglesia y para la Corona, para la Santa Sede y para la Corte del gran Felipe, acreditó en vida una eficacia proverbial. ¿Va a ser menor en el cielo?
 
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