10 claves para fomentar el valor de la escucha si toca gobernar: mucha humildad y Cristo como modelo
El sacerdote y doctor en Derecho Jaime Sanz Santacruz acaba de publicar El Valor de la escucha para el buen gobierno, de Palabra. Con 25 años de experiencia en centros de enseñanza y escuelas deportivas en Madrid y Barcelona, el autor enumera diez claves para implementar una escucha enriquecedora cuando toca mandar.
Las personas necesitamos escuchar a los demás para relacionarnos con normalidad. Lo mismo pasa con las organizaciones. Algunas tienen fama de que los empleados están especialmente a gusto en ellas, porque se sienten escuchados, participan en las decisiones y se les consulta con frecuencia.
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Es más, si no contamos nada para los organismos que gobiernan esas estructuras, si no podemos participar en ellos, muy probablemente nos iremos desconectando, hasta llegar incluso a desligarnos completamente. En la sociedad globalizada en la que vivimos, nuestra opinión es cada vez más insignificante y tiene menor influencia en el devenir de los acontecimientos.
Por otro lado, se nos regalan los oídos con expresiones como "tu opinión nos interesa", "hay que pulsar la calle", cuando en realidad importa poco el pensamiento verdadero de cada persona singular, sobre todo, si es contrario a los objetivos que determinados grupos de poder se han fijado.
Todo se queda en un mero eslogan y esto sucede, entre otras razones, porque no existe una verdadera cultura de la escucha. La escucha solo conlleva beneficios. Tratar con las personas enriquece nuestro conocimiento de la realidad y mejora nuestros propios puntos de vista con lo que aprendemos de los demás.
1- La primera es que necesitamos escuchar más y dar menos vueltas a nuestras propias ideas. Esto no quiere decir que no haya que tener pensamiento crítico propio, pero deberá ser siempre constructivo, aportando soluciones a los problemas que se quieren resolver.
2-El diálogo es esencial para la buena marcha de las organizaciones. No un diálogo de escaparate, para la galería, sino un intercambio verdadero de pareceres y pensamientos diversos que ayudan a llegar a un mejor conocimiento de la realidad. Para que el diálogo sea fructífero, es esencial escuchar al otro con la intención de aprender, no de contradecir, con deseo de atender a sus razones y no de rebatirlas. Quien piense que está en posesión de la verdad y no necesita escuchar a los demás empobrece mucho su razonamiento, dificulta el gobierno e impide la renovación de sus planteamientos con ideas novedosas.
3-La base para el diálogo y la escucha es la humildad. Y el modelo de humanidad es Jesucristo, que escucha a todos, a los que atiende hasta el final, que deja hablar al prójimo sin interrumpir sus discursos, por muy errados que sean. Lo vemos en sus diálogos con la mujer samaritana, con Zaqueo, con Pilato, con la hemorroísa...
4- Este hábito de la escucha que mejora el gobierno se debe practicar a todos los niveles. Desde la familia, en el que la escucha es esencial para formar en libertad, hasta el ámbito empresarial de organizaciones más complejas, o en organizaciones de tipo carismático o espiritual, cuyos fines son superiores y delicados porque afectan a la intimidad de las personas.
5- Escuchar requiere el esfuerzo de poner en práctica e incorporar lo que te dicen, aunque sea muy contrario a lo que te parece que se debería hacer, y abrirse a que, en el futuro, las cosas se puedan hacer de otra manera, muy distinta a como tú las llevarías a cabo.
6- La crítica, si es constructiva, delicada y humilde, es un mecanismo muy eficaz para el gobierno, porque ayuda a mejorar y contribuye a que los gobernados se sientan implicados en sacar adelante a la organización. Todos los mecanismos de gobierno deben estar configurados de tal modo que permitan escuchar a todos los implicados, atender las peticiones, agradecer y fomentar que nos sugieran.
Jaime Sanz Santacruz actualmente es capellán de la Sede de Posgrado de la Universidad de Navarra en el Campus de Madrid.
7- Gobernamos para servir a los demás y por eso nunca puede ser bueno perpetuarse en esos trabajos, aunque se acumule la experiencia, que no lo es todo. La renovación de quienes ejercen puestos de responsabilidad enriquece el gobierno y aporta savia nueva, nuevos modos de hacer, que son muy necesarios. El gobierno gana en confianza y llega con mucha más incisividad y eficacia a cada uno de los problemas que tiene que afrontar, y se adecua mejor a los tiempos.
8- No somos mejores por ocupar puestos de responsabilidad en una organización, ni podemos sentirnos superiores al resto. La humildad nos llevará a querer aprender de todos, prestando ese servicio de gobierno con cercanía y deseo de aprender.
9- Habrá que mejorar la transparencia, para evitar el alejamiento de las personas, fomentar su responsabilidad y rechazar posibles abusos de poder. Ser valiente en esta tarea sin dejar pasar ninguna oportunidad de informar y de incluir la escucha en los sistemas de decisión, por insignificantes que parezcan.
10- Por último, no se pueden tomar decisiones que afectan a aspectos importantes de una organización sin tener en cuenta la opinión de las personas a las que les afecta, máxime cuando se trata de cuestiones que afectan a su intimidad. Actitudes como esta genera- rían desconfianza y desvirtuarían la tarea de gobierno, que debe concebirse siempre como un servicio hecho con honestidad, humildad y sentido profesional, que busca lo mejor para aquellos a los que sirve.
Jaime Sanz Santacruz actualmente es capellán de la Sede de Posgrado de la Universidad de Navarra en el Campus de Madrid y colabora en la parroquia de San Manuel González, de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Ha publicado en Palabra: Llévalo a todas partes, Aprender a querer y Resilusiónate.
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