Misioneros españoles en Hispanoamérica, en el santuario de Covadonga: llegan de todo el continente
Este jueves y viernes, los primeros de agosto, se reúnen en el santuario de Covadonga (www.santuariodecovadonga.com) 25 sacerdotes españoles que sirven como misioneros en distintos países de Hispanoamérica, en conexión con la Asociación de Sacerdotes de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA). El objetivo del encuentro es "reavivar el espíritu misionero internacional e intercambiar experiencias", según explicó el presidente del colectivo, Juan Robles Diosdado.
La OCSHA es una red que mantiene unos 300 sacerdotes españoles en países hispanos. Estos sacerdotes misioneros han aprovechado para visitar otros lugares de interés en Asturias, como Cabrales, Potes y Santo Toribio de Liébana. Acude al encuentro también el exobispo auxiliar de Oviedo, Raúl Berzosa, hoy obispo de Ciudad Rodrigo.
A 4.000 metros, con los mineros
Uno de los sacerdotes participantes es Luis Alfredo Díaz, un misionero más que veterano: desde 1957 ejerce su labor diocesana en Bolivia. En Potosí, a 4.000 metros de altura, trata de promocionar a la mujer en un ambiente rural y minero poco desarrollado promoviendo, por ejemplo, talleres de labores o comercios comunitarios. "Sólo conocen el trueque por eso cuando van a la ciudad se les complica la vida, no pueden pagar para que sus hijos vayan a las universidades", señaló este gallego de 87 años de edad.
Cárcel y violencia en Argentina
Marciano Alba Martínez, misionero en la diócesis de San Nicolás en Buenos Aires desde 1965, aprecia el encuentro en Covadonga "porque es una oportunidad única para el encuentro". Marciano Alba llegó a estar encarcelado una semana tras el golpe de Estado militar de 1976. Afirma que aunque era consciente de que su integridad física corría peligro, no tuvo miedo. "Aquello fue una masacre, con miles de jóvenes desaparecidos. Las ideologías dividen pero que el dolor de la gente nos une", asevera este sacerdote toledano, de 82 años, que denunció la inseguridad y corrupción de los dirigentes "que en vez de servir bien a la gente, se aprovechan".
Individualismo en la rica Miami
Otro misionero con larga experiencia en Argentina es Pablo Laguna Llano, que durante la dictadura abandonó el país por mandato de un obispo. En la actualidad dirige un instituto social pastoral para hispanos en Miami y Nicaragua. "Me gusta caminar con la gente y procurar que tengan una vida digna, especialmente los emigrantes que ven como sus sueños se convierten en insomnio en lugares como Miami, donde hay una mayoría cristiana pero que sigue una línea muy individualista que defiende que tener bienes es un premio de Dios sin indagar en si proceden de la usura", dijo.
Corrupción que daña a la gente
De Cuba llega el misionero castellano Javier Martínez, que prefiere no hacer valoraciones sobre el régimen. Este burgalés fue testigo del paso de una dictadura a la democracia en Guatemala, donde permaneció desde 1978 a 2003. "La macroeconomía del país ha mejorado pero la microeconomía se ve minada por la corrupción y el narcotráfico", lamenta. El diario asturiano La Nueva España recoge en sus páginas este encuentro.
La OCSHA es una red que mantiene unos 300 sacerdotes españoles en países hispanos. Estos sacerdotes misioneros han aprovechado para visitar otros lugares de interés en Asturias, como Cabrales, Potes y Santo Toribio de Liébana. Acude al encuentro también el exobispo auxiliar de Oviedo, Raúl Berzosa, hoy obispo de Ciudad Rodrigo.
A 4.000 metros, con los mineros
Uno de los sacerdotes participantes es Luis Alfredo Díaz, un misionero más que veterano: desde 1957 ejerce su labor diocesana en Bolivia. En Potosí, a 4.000 metros de altura, trata de promocionar a la mujer en un ambiente rural y minero poco desarrollado promoviendo, por ejemplo, talleres de labores o comercios comunitarios. "Sólo conocen el trueque por eso cuando van a la ciudad se les complica la vida, no pueden pagar para que sus hijos vayan a las universidades", señaló este gallego de 87 años de edad.
Cárcel y violencia en Argentina
Marciano Alba Martínez, misionero en la diócesis de San Nicolás en Buenos Aires desde 1965, aprecia el encuentro en Covadonga "porque es una oportunidad única para el encuentro". Marciano Alba llegó a estar encarcelado una semana tras el golpe de Estado militar de 1976. Afirma que aunque era consciente de que su integridad física corría peligro, no tuvo miedo. "Aquello fue una masacre, con miles de jóvenes desaparecidos. Las ideologías dividen pero que el dolor de la gente nos une", asevera este sacerdote toledano, de 82 años, que denunció la inseguridad y corrupción de los dirigentes "que en vez de servir bien a la gente, se aprovechan".
Individualismo en la rica Miami
Otro misionero con larga experiencia en Argentina es Pablo Laguna Llano, que durante la dictadura abandonó el país por mandato de un obispo. En la actualidad dirige un instituto social pastoral para hispanos en Miami y Nicaragua. "Me gusta caminar con la gente y procurar que tengan una vida digna, especialmente los emigrantes que ven como sus sueños se convierten en insomnio en lugares como Miami, donde hay una mayoría cristiana pero que sigue una línea muy individualista que defiende que tener bienes es un premio de Dios sin indagar en si proceden de la usura", dijo.
Corrupción que daña a la gente
De Cuba llega el misionero castellano Javier Martínez, que prefiere no hacer valoraciones sobre el régimen. Este burgalés fue testigo del paso de una dictadura a la democracia en Guatemala, donde permaneció desde 1978 a 2003. "La macroeconomía del país ha mejorado pero la microeconomía se ve minada por la corrupción y el narcotráfico", lamenta. El diario asturiano La Nueva España recoge en sus páginas este encuentro.
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