Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Diada de Cataluña: el cardenal Omella llama a reforzar «las cosas que compartimos y nos unen»

P.J.G./ReL

El cardenal Omella dedica a la Diada de Cataluña una carta dominical invitando al orden, la fraternidad y lo que une, y no divide
El cardenal Omella dedica a la Diada de Cataluña una carta dominical invitando al orden, la fraternidad y lo que une, y no divide

El 11 de Septiembre se celebra la Diada de Cataluña, que suele abundar en gestos de políticos y reivindicaciones, sobre todo por parte de los nacionalistas e independentistas. El cardenal Juan José Omella ha escrito al respecto una Carta Dominical que invita a "el ritmo ordinario", "el orden", "la fraternidad" y descubrir "todas aquellas cosas que compartimos y que nos unen", "aceptando las diferencias". En una Cataluña dividida entre independentistas y no independentistas, y donde incluso cada categoría se divide en varios bandos (los partidarios de ERC chocan con los partidarios de Puigdemont, por ejemplo) el cardenal anima a fortalecer esa fraternidad entre todos.

"Volver al ritmo ordinario nos va muy bien. De hecho, San Agustín de Hipona en el s. IV ya nos decía: Serva ordinem et ordo servabit te (guarda el orden y el orden te guardará)", escribe el cardenal, hablando del retorno de vacaciones... y probablemente de algo más.

"La Diada es una invitación a descubrir todas aquellas cosas que compartimos y que nos unen. Sí, es una invitación a crecer en el amor y en el respeto, aceptando las diferencias. La Diada es una llamada a la fraternidad", escribe el arzobispo de Barcelona, nacido y criado en Cretas, un pueblo de Aragón donde se habla catalán.

El cardenal insiste, acudiendo a los textos de San Pablo: "Jesucristo nos anunció que todos somos hijos de un mismo Padre, que nos ama locamente. Somos hijos de un mismo Padre. Y, por tanto, como decía San Pablo, ya no hay más romanos ni judíos, ni libres ni esclavos. Todos somos iguales ante el mismo Padre. Este es el auténtico fundamento de la fraternidad".

"Pido al Señor que nos conceda el don de vivir como hermanos, como miembros de una misma familia que camina unida hacia el futuro. Es necesario que todos pongamos de nuestra parte para hacerlo posible", añade Omella.

Y dirige un mensaje especial a los medidos de comunicación: "Hoy más que nunca, necesitamos que difundáis todo lo positivo que ocurre en nuestra sociedad, todo lo que nos edifica y que nos hace mejores personas, todo lo que nos une".

El obispo de Gerona, sobre la "fiesta nacional"

El texto de Omella no usa nunca la palabra "nacional". En cambio, en su carta dominical (aquí en español), el obispo de Gerona, Francesc Pardo, sí habla de "Fiesta Nacional de Cataluña". 

"Este miércoles celebramos la Fiesta Nacional de Cataluña. Es un día de fiesta, pero también una jornada de reflexión sobre nuestra actitud en relación con Cataluña, los catalanes, los demás ciudadanos de España y también con el pueblo global que es la humanidad. En conversaciones con personas diversas, cuando hablas de amar a Cataluña te recuerdan que los cristianos, por encima de todo, tenemos que amar a todo el mundo y no reducir esta actitud a un territorio concreto. Además, añaden que la Iglesia es católica, universal. Y tienen toda la razón. Sin embargo, uno se siente ciudadano del mundo siempre desde un lugar determinado por su nacimiento, formación o por circunstancias de su vida. Es desde la propia identidad, unida a unas personas, a una tierra, a una historia, a una cultura, a una configuración social, a una religión... que la persona se abre a los demás, a los seres más próximos y a los más lejanos", escribe el obispo de Gerona, provincia donde los independentistas lograron un 52% de votos en las elecciones generales de 2019 (y de las más descristianizadas de España).

El obispo Pardo también llama a un trato respetuoso entre los que piensan distinto. "Tratemos bien a todos: a las personas más próximas y a las más alejadas de nosotros por causa de sus opciones, ideología... En todos los niveles de nuestra relación –familiar, vecinal o social– no debemos responder a las descalificaciones con más descalificaciones. Hay que valorar la pluralidad manteniendo el respeto mutuo. Tenemos que preservar la convivencia, conscientes de que la diferencia es un patrimonio colectivo. Tenemos que saber construir puentes de «comunión», exigencia fundamental para nosotros, los cristianos", añade.

"Pensando en todos nosotros, ciudadanos de Cataluña, seamos conscientes de que nadie es propietario del país, y de que no hay una sola cultura, ni una sola manera de amarlo y de organizarlo", insiste Pardo, repitiendo una idea que ya usó el año pasado.

"Es prioritario esforzarse para buscar el bien común por encima de la propia manera de pensar y por encima de cualquier estrategia. Concretamente, hay que defender lo que sinceramente creemos que es mejor para los ciudadanos, pero al mismo tiempo debemos ser respetuosos, justos y amables con las personas y grupos que mantienen diferentes posicionamientos en relación con Cataluña y su encaje en España", añade el obispo de Gerona.

Y finaliza diciendo: "Valorar la propia nacionalidad, la propia singularidad, no nos tiene por qué recluir en nosotros mismos, sino que nos tiene que abrir a todo el mundo, y nos debe hacer actuar con solidaridad y responsabilidad".

El obispo de Solsona y la prisión preventiva

La carta dominical del obispo de Solsona, Xavier Novell, se titula "Presos i +" y empieza reflexionando sobre la prisión preventiva en el sistema legal español. (Se puede leer aquí en PDF en catalán, no se publica versión en español).

"Pronto hará dos años que un grupo de políticos catalanes padece prisión preventiva a causa del referéndum del día 1 de octubre de 2017. Mucho se ha especulado sobre la injusticia de esta prisión. ¿No será verdad, en este caso, lo que el Santo Padre decía, en octubre de 2014, en un discurso a una delegación de la asociación de derecho penal: 'La prisión preventiva –cuando de forma abusiva procura un anticipo de la pena, previa a la condena, o como medida que se aplica ante la sospecha más o menos fundada de un delito cometido- constituye otra forma contemporánea de pena ilícita oculta, más allá de un barniz de legalidad'. Es fácil pensar que la acusación de rebelión sostenida por la fiscalía del Estado responde, al menos en parte, a hacer posible que se aplique la presión preventiva y así, como dice el Santo Padre, se procure, de forma abusiva, una anticipación de la pena", especula el obispo.

Novell no escribe acerca de los políticos independentistas que se fugaron al extranjero (Puigdemont, Ponsatí, Anna Gabriel,Marta Rovira...) cuando precisamente el riesgo de fuga es una de las justificaciones principales de la prisión preventiva en el sistema legal español.

El obispo explica que "desde su encarcelamiento, he procurado en diversas ocasiones, algunas sin éxito, visitar a los políticos catalanes y ofrecerles mi apoyo. También he procurado algunos contactos con sus familiares. Siempre me ha sorprendido, incluso cuando algunos estaban en huelga de hambre, su fortaleza psicológica y, en algunos casos, su crecimiento espiritual. La palabra de Jesús -estaba en prisión y me visitasteis- era motivo suficiente para dar este paso. Además, me parecía un deber cívico hacerme cercano a los que asumieron las consecuencias del intento de que Cataluña pudiera ejercer el derecho de la autodeterminación. Poco más que rezar puedo hacer ahora por ellos y sus familias: un misterio del rosario cada día".

El obispo después admite que "es evidente que el proyecto de alcanzar la independencia a través de un proceso político que culminase con un referéndum no ha triunfado: no hay ni el elemento básico, la mayoría social en Cataluña".

Después constata: "nuestra sociedad está dividida en este tema. Lejos de preocuparnos por este hecho, hemos de aceptar que vivimos en una sociedad dividida, también por el modelo económico, el problema de la inmigración, el modelo educativo, la comprensión de la persona humana, etc... La Iglesia, para este tema y para muchos otros, no puede aportar ninguna posición concreta, pero sí un modelo de convivencia fraternal en medio de la diversidad de ideas y pareceres. Ha de ser posible convivir aunque se piense distinto. En la Iglesia hay fieles independentistas y unionistas, y tienen todo el derecho a defender en la vida social y política su posición. Todos, sin embargo, somos hermanos, y esta diferencia no nos separa, no hace que nos queramos menos y que nos ayudemos menos. Y si sucede, quiere decir que nuestra fe no es suficientemente madura y que está ideologizada".

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