Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Munilla anima a las parroquias y familias a acoger desplazados un año: Cáritas se encargará después

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El obispo Munilla con la imagen de la Virgen de Aránzazu, patrona de la diócesis de San Sebastián
El obispo Munilla con la imagen de la Virgen de Aránzazu, patrona de la diócesis de San Sebastián
En la homilía de este miércoles 9 de septiembre, con motivo de las fiestas patronales de la Virgen de Aránzazu, patrona de la diócesis de San Sebastián, el obispo José Ignacio Munilla explicó desde el santuario de esta advocación la propuesta diocesana para acoger refugiados de Siria e Irak y también para ayudar a los desplazados por la guerra que permanecen en Oriente Medio, especialmente a los cristianos.

El obispo recordó que Jesucristo  y su familia también fueron refugiados.

"Para nosotros, los cristianos, resulta especialmente familiar el fenómeno de la migración forzada. Estoy pensando -¡cómo no!-, en la huida de la Sagrada Familia a Egipto, escapando de las garras del rey Herodes, que quería acabar con la vida del mismo Niño Dios, quien había venido a dar la vida al mundo. José y María fueron los primeros custodios de aquella vida en peligro, y para poder protegerla, tuvieron que huir por espacio de un tiempo –no conocemos la duración con precisión-, a un lugar lejano y extraño a su cultura…"

"¿Cómo fue su viaje? ¿Corrieron peligros? ¿Pasaron miedo? ¿Cómo se arreglaron con el idioma? ¿Encontraron quien les hospedase por el camino y a su llegada a Egipto? ¿Cuánto tiempo podrían mantenerse con sus escasos ahorros? ¿Encontraron trabajo? ¿Fueron mirados con desconfianza y sospecha por el hecho de ser extranjeros? ¿Pudieron hacer amigos?... Sí, la historia se repite, y, una vez más, el Evangelio llama a nuestra puerta", señaló el obispo. 

"La foto de Aylan, el niño kurdo sirio, de tan solo tres años, ahogado en una playa, se superpone sobre la imagen del Niño Jesús que tuvo que huir a Egipto. Vienen a nuestra memoria las palabras del prólogo del Evangelio de San Juan: “Vino a los suyos, mas los suyos no le recibieron. Pero a cuantos le recibieron, les dio poder para hacerse hijos de Dios” (Jn 1, 11). A decir de este texto evangélico, la acogida es un elemento fundamental que nos capacita para recibir la condición de hijos de Dios", continuó explicando Munilla.

A continuación, el obispo detalló el plan de acción de la diócesis respecto a los refugiados:

»a) Nos dirigimos a las familias, parroquias y a las comunidades religiosas que tengan la posibilidad y la disposición de acoger a los desplazados de Irak y Siria que soliciten asilo político.

»b) La acogida que se brindaría a los desplazados tendría una duración de un año, encargándose posteriormente CÁRITAS de su realojamiento e intervención.

»c) Durante este año, las familias de acogida tendrán el acompañamiento necesario de CÁRITAS

»d) Las familias y comunidades dispuestas a ofrecerse para este servicio, deberán conectar con sus párrocos, los cuales se pondrán en contacto con los servicios centrales de CARITAS en San Sebastián, de cara a la coordinación necesaria.

»e) La Iglesia Católica pondrá estos recursos de acogida a disposición de los organismos oficiales encargados de coordinar la acogida a los refugiados.

Detener el conflicto en sus raíces
El obispo aseguró además que "tenemos una gran responsabilidad en la solución del conflicto armado que está en el origen de esta migración masiva. Estos refugiados de Siria e Irak que llegan a Europa tienen derecho a vivir en su propia tierra, de la cual han sido expulsados por el llamado Estado Islámico. Las intervenciones erráticas que Estados Unidos y Europa han llevado a cabo en Oriente Medio, muy especialmente en la guerra de Irak de 2003, han derivado en la creación de estados fallidos, en medio de los cuales el fundamentalismo islámico ha encontrado su mejor caldo de cultivo".

El obispo donostiarra además citó que "recientemente, el actual Patriarca greco-melquita de Antioquía, Alejandría y Jerusalén, una de las máximas autoridades católicas de Oriente Medio, hacía un llamamiento a la comunidad internacional para que no se limite a acoger a los refugiados, sino que se implique en detener el conflicto desde sus raíces. Sus dramáticas palabras, nos han recordado el deber moral de la intervención militar humanitaria internacional, a la que tantas veces se ha referido la doctrina social de la Iglesia Católica".

"En cuanto a nuestro deber con los que permanecen en los países de conflicto, os comunico que en nuestra Diócesis, CÁRITAS está estudiando los conductos más adecuados para hacer llegar nuestra ayuda a los afectados de esta guerra en Siria e Irak. Obviamente, nuestro compromiso de solidaridad no hace discriminación por motivos de religión ni de orígenes étnicos; lo cual no obsta para que tengamos una preocupación especial por los cristianos de aquellos lugares, que son objetivo prioritario en este exterminio. Esperamos próximamente dar noticia de diversos proyectos concretos", aseguró.
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