Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Un sistema que impulsó el socialista Felipe González

La escuela concertada cumple 30 años con 2 millones de alumnos: ¿por qué los laicistas la odian?

Aula de un colegio católico español - el Estado lo paga porque los ciudadanos lo demandan y tienen derecho a poder elegir el tipo de educación de sus hijos
Aula de un colegio católico español - el Estado lo paga porque los ciudadanos lo demandan y tienen derecho a poder elegir el tipo de educación de sus hijos
La escuela concertada en España cumple 30 años. Se trata de un modelo educativo de iniciativa privada que recibe fondos públicos, entre cuyos centros adscritos hay colegios de ideario católico. Pese a que miles de familias los demandan, algunos partidos políticos cuestionan su continuidad.

Esta polémica no es nueva. Los colegios concertados fueron impulsados por el Gobierno [socialista] de Felipe González en 1985.

Después de 30 años, este modelo educativo sigue teniendo sus detractores a pesar de que ofrece educación a 2 millones de españoles. Los más denostados son los centros inspirados en valores cristianos o promovidos por instituciones religiosas.

¿Es una injerencia de la fe en la escuela o una oferta más en la pluralidad de elección de los padres?

Libertad significa poder elegir
Alfonso Aguiló, vicepresidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE) y presidente de la Fundación Arenales, que cuenta con 6 colegios concertados de inspiración cristiana, afirma: “La Constitución –por no remontarme al sentido común y al sentido democrático– habla de que debe haber libertad de enseñanza, y de que la educación básica debe ser gratuita. Para que haya libertad de enseñanza, debe haber pluralidad de proyectos entre los que elegir, y para que esa libertad no sea solo para unos cuantos, esa enseñanza tiene que recibir financiación pública, para poder hablar, efectivamente, de educación plural y gratuita”.

Para Aguiló, que además cuenta con 27 años como profesor, renunciar a la pluralidad educativa sería un retroceso en las libertades civiles.

Hacer posible que colegios de iniciativas civiles o religiosas con demanda y de calidad reciban financiación pública garantiza una mayor oferta para que los padres elijan libremente la más adecuada para sus hijos.

Las familias que prefieren los concertados de inspiración católica también pagan sus impuestos y tienen, según Aguiló, derecho a recibir esa inversión pública, como el resto.

Muchos de los padres no solo buscan un buen método pedagógico; también una educación que comparta los valores que se transmiten en casa.

Reforzar lo que se vive en casa
Enrique Pérez, padre de 6 hijos que estudiaron en la enseñanza concertada, afirma: “Los niños tienen que continuar de alguna manera lo que están viviendo en casa. Si están viviendo una vida de fe y de oración, no puede haber una dicotomía”.

Esa oferta es la que lleva impulsando el colegio Tajamar en el barrio madrileño de Vallecas desde 1958, cuando era un barrio marginal sin centro educativo de enseñanza media.

Su director, Nacho San Román, capitanea un centro diferenciado de chicos donde 600 de sus 1.850 alumnos no llevan libros a clase gracias al proyecto iPad, sin que suponga una inversión económica mayor a la habitual en material escolar.

Él conoce el añadido que supone a los padres ofrecer un ideario católico. “Es ese concepto de la persona el que hace que en el colegio se crea firmemente en la libertad y en la dignidad de cada vida humana, en la igualdad de derecho de todos, en la necesidad de tener unos valores sólidos y que se encarnen en el obrar cotidiano. En definitiva, en una educación que no solo busque lo mejor para el individuo, sino que le enseñe a poner lo mejor de sí mismo al servicio de los demás”, sostiene San Román.

La diversidad es un servicio
Al igual que los partidos políticos y sindicatos que reciben financiación pública, los centros concertados son iniciativas privadas que ofertan un servicio esencial en democracia.

Su apoyo con fondos públicos en igualdad de oportunidades garantiza la diversidad educativa para no caer en un modelo único.

Ese concierto hace posible que siga existiendo el colegio Senara, en Madrid, que ha celebrado sus “bodas de oro” otorgando, según sus principios, un papel protagonista a los padres. “Tenemos un proyecto de formación continua –dice María González, responsable de comunicación del centro–, tanto para los hijos como para los padres. Cobran un papel especial las tutorías, las entrevistas que tienen periódicamente las profesoras con los padres”.

Este centro para chicas, además, ofrece una escuela de familias donde dan orientación a los padres, y las alumnas disfrutan de una escuela de danza, música e idiomas.

En la foto, un cartel en la localidad de Rivas, gobernada por los comunistas, contra la posibilidad de que alguno de sus 75.000 habitantes pueda tener acceso a una escuela católica



Lo que el Estado no puede quitar

La educación concertada es gratuita en la enseñanza obligatoria y, dependiendo del centro, los ciclos de infantil y bachillerato tienen o no el concierto.

Muchos padres temen que algunos partidos políticos puedan eliminar los conciertos. “Estos colegios son fundaciones y te ayudan a financiar los libros, el comedor, etc. Te dan facilidades a las que, de otra manera, sería imposible acceder. Si el Estado quiere eliminar los concertados, debería proporcionarnos lo que nos está quitando sin entrar en ideologías”, comenta Noemí Sauras, madre de 4 hijos que trabaja en el impulso del nuevo colegio concertado Santa Mónica, en Rivas-Vaciamadrid.

[Rivas, con 75.000 habitantes, es la mayor ciudad de España gobernada por comunistas; es anómala también por no haber permitido nunca que haya en la población escuelas católicas, algo que solo ahora empieza a cambiar con muchas dificultades. Nota de ReL].

Si existe un derecho natural, y anterior, dicho sea de paso, a la política, es el que tienen los padres a educar a sus hijos como estimen oportuno.



Pintadas en la parroquia de Santa Mónica, en Rivas, como castigo por intentar poner en marcha un colegio católico en la ciudad

Rafael Bueno es director del colegio Nuestra Señora del Pilar, en Valencia, un centro escolar mixto promovido por los religiosos marianistas. Bueno sostiene que la educación no puede ser absolutamente neutral, sino que hay que educar desde unos valores y creencias.

“La educación no la imparte el Estado; la proporciona. Pero es la familia de los alumnos la que decide bajo qué proyecto educativo y bajo qué tipo de educación quiere que crezcan sus hijos, y eso corresponde a la libertad personal de los padres”, afirma Bueno.

Los padres también buscan para sus hijos un alto nivel educativo. El sacerdote Gabriel Bárcena dirige el colegio trilingüe Reial Monestir de Santa Isabel de Barcelona, un centro concertado que pertenece a una red educativa con 176 colegios en distintos países, promovida por el movimiento Regnum Christi. “Nuestros alumnos –explica el padre Gabriel– tienen una buena media al final de bachillerato y en selectividad, por encima del 7. En su inmensa mayoría acceden a la primera elección de sus carreras, todos aprueban la selectividad y más del 80 por ciento, a la primera”.

Antes de criticar... ¿visito el lugar?
Para los impulsores de los colegios concertados es un error crear un enfrentamiento entre la escuela pública y la concertada. De hecho, Luchy Calvo, directora del colegio concertado Los Tilos, de Madrid, trabajó durante 8 años en la pública.

Ella tiene una receta contra las críticas: “Cuando alguien critica algún centro me pregunto: ‘¿Lo habrá visitado?’. O, si critica el estilo educativo, yo pienso: ¿Lo diría con sinceridad una vez visitado el colegio?’. Nunca he oído a nadie que venga a la puerta diciendo: ‘Oye, déjame pasar para corroborar si es verdad lo que digo’”.

Esta es la invitación que hacen los trabajadores de los colegios concertados cristianos a quienes vean en ellos un adversario: “¡Ven a conocernos por ti mismo!”.

(Publicado originariamente en www.revistamision.com)

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