«No entiendo que los padres cristianos acepten callados la reforma de la Ley de Educación»
En su carta semanal, el arzobispo de Toledo y Primado de España, Braulio Rodríguez, habla del importante papel que debe desempeñar la familia en la sociedad actual justo cuando se va a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia. Y para ello, habla de los graves peligros que la acechan en este momento.
“Me gustaría deciros que esta narración del Evangelio pone de relieve, ante todo, el valor primario de la familia en la educación de la persona. Esta afirmación está constantemente rechazada por legisladores y gobernantes y puesta en discusión (…) Este episodio de la vida de Jesús adolescente revela así la vocación más auténtica y profunda de la familia: acompañar a cada uno de sus componentes en el camino de descubrimiento de Dios del plan que ha preparado para él”, dijo el arzobispo citando el Evangelio de Lucas, que se leerá en esta solemnidad.
De manera clara y directa, monseñor Rodríguez insiste en la responsabilidad que tienen los padres a la hora de educar a sus hijos moralmente. De este modo, asegura que “no entiendo cómo padres católicos, que son capaces de aceptar que sus hijos sean bautizados, luego aceptan tranquilamente que sus hijos sean “educados” (mal educados) en lo fundamental de la vida moral por los que son necesariamente secundarios en la educación de sus hijos, sean el Estado, el Gobierno de España, de la Comunidad Autónoma o de aquellos profesores de colegios e institutos que, sin ningún derecho, violan sin empacho alguno la conciencia de los que les ha sido confiado; ya sean en centros de iniciativa pública o privada. La Constitución Española, repito una vez más, en su artículo 27.3 lo muestra con la claridad suficiente.”
Igualmente don Braulio insiste en la importancia del derecho de los padres en las cuestiones de educación: “No entiendo tampoco que los padres cristianos estén tan adormecidos en este campo de la educación de sus hijos y acepten callados que, de nuevo, un gobierno de la nación apruebe una reforma de la Ley de Educación sin contar con nadie, sean partidos políticos, sean Consejo Escolar del Estado y otras organizaciones de padres. Me pregunto si estamos retrocediendo otra vez a tiempos donde gobiernos fascistas o comunistas, en cualquier caso, dictatoriales, legislaban sin tener en cuenta a los ciudadanos. ¡Qué decepción!”.
A continuación, publicamos la carta íntegra del arzobispo de Toledo:
FAMILIA: VOCACIÓN AUTÉNTICA Y PROFUNDA
En esta Navidad saludo con alegría a todas las familias de Toledo, deseándoles la paz y el amor que Jesús nos ha dado al venir a nosotros en su nacimiento. En este último domingo de 2018 celebramos, en efecto, la fiesta de la Sagrada Familia. Una fiesta bien interesante en la Navidad.
En el Evangelio no encontramos discursos sobre la familia, sino un acontecimiento que vale más que cualquier palabra: Dios quiso nacer y crecer en una familia humana. De este modo, la consagró como camino primero y ordinario de su encuentro con la humanidad. Son datos perfectamente comprobables: en su vida trascurrida sobre todo en Nazaret, Jesús honró a la Virgen María, su madre, y al justo José, su padre adoptivo permaneciendo sometido a su autoridad durante todo el tiempo de su infancia y su adolescencia, como puede verse en Lc 2, 51-52. A los que sois padres, y estáis preocupados por vuestros hijos, me gustaría deciros que esta narración del Evangelio pone de relieve, ante todo, el valor primario de la familia en la educación de la persona. Esta afirmación está constantemente rechazada por legisladores y gobernantes y puesta en discusión. ¿Porque razón afirmamos la importancia de la familia en la educación de los hijos? Hemos hablado de este tema en muchas ocasiones.
Veamos el caso de Jesús, aun siendo este Hijo alguien tan absolutamente singular. María y José introdujeron a Jesús en la comunidad religiosa, frecuentando la Sinagoga de Nazaret, escuela y aprendizaje religioso entonces. También con Jesús y María aprendió Cristo a hacer la peregrinación a Jerusalén, como narra el pasaje del evangelio que la liturgia de hoy propone a nuestra meditación. Este episodio de la vida de Jesús adolescente revela así la vocación más auténtica y profunda de la familia: acompañar a cada uno de sus componentes en el camino de descubrimiento de Dios del plan que ha preparado para él.
Por eso no entiendo cómo padres católicos, que son capaces de aceptar que sus hijos sean bautizados, luego aceptan tranquilamente que sus hijos sean “educados” (mal educados) en lo fundamental de la vida moral por los que son necesariamente secundarios en la educación de sus hijos, sean el Estado, el Gobierno de España, de la Comunidad Autónoma o de aquellos profesores de colegios e institutos que, sin ningún derecho, violan sin empacho alguno la conciencia de los que les ha sido confiado; ya sean en centros de iniciativa pública o privada. La Constitución Española, repito una vez más, en su artículo 27 & 3 lo muestra con la claridad suficiente.
María y José educaron también a Jesús ante todo con su ejemplo: en sus padres conoció Él toda la belleza de la fe, del amor de Dios y a su Ley, así como las exigencias de la justicia, que encuentra su plenitud en el amor. De ellos aprendió Jesús que en primer lugar es preciso cumplir la voluntad de Dios, y que el vínculo espiritual vale más que el de la sangre. No entiendo tampoco que los padres cristianos estén tan adormecidos en este campo de la educación de sus hijos y acepten callados que, de nuevo, un gobierno de la nación apruebe una reforma de la Ley de Educación sin contar con nadie, sean partidos políticos, sean Consejo Escolar del Estado y otras organizaciones de padres. Me pregunto si estamos retrocediendo otra vez a tiempos donde gobiernos fascistas o comunistas, en cualquier caso, dictatoriales, legislaban sin tener en cuenta a los ciudadanos. ¡Qué decepción!
No renunciéis, padres, a vuestra vocación y misión en la sociedad y en la Iglesia. Quisiera invocar para ustedes, familias cristianas, la protección de María y José, sobre todo sobre las que se encuentran en dificultades. Que ellos les sostengan, para que resistan a los impulsos disgregadores de cierta cultura contemporánea, que socava las bases mismas de la institución
familiar. Que ellos ayuden también a las familias cristianas a ser, en nuestra sociedad, imagen viva del amor de Dios.
✠ BRAULIO RODRÍGUEZ PLAZA
Arzobispo de Toledo, Primado de España