Las entidades del Islam español no se esfuerzan mucho en condenar los crímenes del Estado Islámico
Syed Soharwardy, de 59 años, fundador del Consejo Islámico Supremo de Canadá, hizo a finales de agosto una huelga de hambre simbólica de 48 horas para denunciar el salvajismo del Estado Islámico que acababa de degollar en Siria al fotoperiodista estadounidense James Foley. Instó además a Occidente a actuar si demora contra esos bárbaros.
A últimos de agosto el jeque Usama Hassan y otros seis dignatarios musulmanes del Reino Unido lanzaron una "fatua" (edito islámico) en la que decretan que afiliarse al Estado Islámico es "pecado". La iniciativa sigue estos días recabando apoyos en las comunidades islámicas británicas.
El martes pasado cristianos y musulmanes leyeron juntos, en la Gran Mezquita de París, un texto en el que expresan su "solidaridad a los hermanos cristianos de Oriente así como a todas las demás minorías de la región víctimas hoy en día de una gran campaña de aniquilamiento" por parte del Estado Islámico. Recalcan el derecho de todas ellas a vivir en su tierra y a practicar su fe. El llamamiento lo suscriben la asociación francesa Cristianos de Oriente en Peligro (Chredo) junto con el Consejo Francés del Culto Musulmán, la más importante de las organizaciones islámicas de Francia, y otras tres asociaciones musulmanas menores.
En él se comprometen además a que, mañana viernes, se rece en las mezquitas de Francia por los cristianos de oriente "víctimas de la intolerancia y de la barbarie". En la Gran Mezquita de París una delegación de Chredo asistirá a la oración. Francia es el país de Europa que tiene la mayor minoría musulmana.
Ante una poderosa organización terrorista que, al ampararse en el islam para practicar una limpieza étnica y religiosa desacredita su religión, la reacción de los representantes de los 1,7 millones de musulmanes (3,6% de la población) que residen en España es casi inaudible.
Bien es verdad que el islam español está muy dividido.
La Comisión Islámica de España cuenta con dos presidentes que se disputan su liderazgo en los tribunales. Por un lado está en histórico Riad Tatary, de origen sirio, que encabeza la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE); por otro Mounir Benjelloun, de origen marroquí, que desde Murcia lidera la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI).
Estos últimos, tan diligentes a la hora de condenar los "crímenes de Israel" en Gaza, han guardado silencio sobre las exacciones del Estado Islámico. "No hemos hecho comunicados, pero sí alguna declaración de rechazo" a la prensa de Murcia, matiza Benjelloun. La UCIDE sí publicó el pasado lunes una nota denunciando a los que "usurpan el nombre de una religión ejecutando acciones brutales que no corresponden a los valores del islam de paz y convivencia".
Eso fue todo. Ni unas palabras de conmiseración con las minorías religiosas perseguidas en Oriente Próximo ni una invitación a rezar por ellas.
Tatary se ha quejado estos días de que su condena de la barbarie no se transmite con nitidez a través de la prensa española. Quizá sería más audible si él y sus seguidores no se conformasen con notas de prensa para expresar su repulsa por la erradicación de cristianos y kurdos yazidíes de una tierra a la que llegaron antes que los musulmanes.
A los responsables de las comunidades islámicas de España es difícil reprocharles su escasa sensibilidad ante ese empeño de los terroristas de borrar de Oriente Próximo a todo aquel que no sea musulmán suní, preferentemente extremista. Después de todo la Conferencia Episcopal Española (CEE) no ha condenado como tal las matanzas del Estado Islámico, aunque sí se adhirió a una iniciativa de los obispos europeos, ni ha pedido que se rece por los cristianos de Oriente en las iglesias de España.
El presidente de la CEE, monseñor Ricardo Blázquez, sí instó, sin embargo, el 1 de septiembre en la cadena COPE, a "frenar a ese movimiento [Estado Islámico] que ataca a ciudadanos".
A últimos de agosto el jeque Usama Hassan y otros seis dignatarios musulmanes del Reino Unido lanzaron una "fatua" (edito islámico) en la que decretan que afiliarse al Estado Islámico es "pecado". La iniciativa sigue estos días recabando apoyos en las comunidades islámicas británicas.
El martes pasado cristianos y musulmanes leyeron juntos, en la Gran Mezquita de París, un texto en el que expresan su "solidaridad a los hermanos cristianos de Oriente así como a todas las demás minorías de la región víctimas hoy en día de una gran campaña de aniquilamiento" por parte del Estado Islámico. Recalcan el derecho de todas ellas a vivir en su tierra y a practicar su fe. El llamamiento lo suscriben la asociación francesa Cristianos de Oriente en Peligro (Chredo) junto con el Consejo Francés del Culto Musulmán, la más importante de las organizaciones islámicas de Francia, y otras tres asociaciones musulmanas menores.
En él se comprometen además a que, mañana viernes, se rece en las mezquitas de Francia por los cristianos de oriente "víctimas de la intolerancia y de la barbarie". En la Gran Mezquita de París una delegación de Chredo asistirá a la oración. Francia es el país de Europa que tiene la mayor minoría musulmana.
Ante una poderosa organización terrorista que, al ampararse en el islam para practicar una limpieza étnica y religiosa desacredita su religión, la reacción de los representantes de los 1,7 millones de musulmanes (3,6% de la población) que residen en España es casi inaudible.
Bien es verdad que el islam español está muy dividido.
La Comisión Islámica de España cuenta con dos presidentes que se disputan su liderazgo en los tribunales. Por un lado está en histórico Riad Tatary, de origen sirio, que encabeza la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE); por otro Mounir Benjelloun, de origen marroquí, que desde Murcia lidera la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI).
Estos últimos, tan diligentes a la hora de condenar los "crímenes de Israel" en Gaza, han guardado silencio sobre las exacciones del Estado Islámico. "No hemos hecho comunicados, pero sí alguna declaración de rechazo" a la prensa de Murcia, matiza Benjelloun. La UCIDE sí publicó el pasado lunes una nota denunciando a los que "usurpan el nombre de una religión ejecutando acciones brutales que no corresponden a los valores del islam de paz y convivencia".
Eso fue todo. Ni unas palabras de conmiseración con las minorías religiosas perseguidas en Oriente Próximo ni una invitación a rezar por ellas.
Tatary se ha quejado estos días de que su condena de la barbarie no se transmite con nitidez a través de la prensa española. Quizá sería más audible si él y sus seguidores no se conformasen con notas de prensa para expresar su repulsa por la erradicación de cristianos y kurdos yazidíes de una tierra a la que llegaron antes que los musulmanes.
A los responsables de las comunidades islámicas de España es difícil reprocharles su escasa sensibilidad ante ese empeño de los terroristas de borrar de Oriente Próximo a todo aquel que no sea musulmán suní, preferentemente extremista. Después de todo la Conferencia Episcopal Española (CEE) no ha condenado como tal las matanzas del Estado Islámico, aunque sí se adhirió a una iniciativa de los obispos europeos, ni ha pedido que se rece por los cristianos de Oriente en las iglesias de España.
El presidente de la CEE, monseñor Ricardo Blázquez, sí instó, sin embargo, el 1 de septiembre en la cadena COPE, a "frenar a ese movimiento [Estado Islámico] que ataca a ciudadanos".
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