«Me voy a Madrid con mis sotanas, muchos libros y pocos euros»: y Osoro llamó a Cañizares
El Palacio Arzobispal de Valencia se quedó pequeño el jueves para acoger a los feligreses que quisieron «despedir» al arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, y asistir a la lectura de su nombramiento como nuevo arzobispo de Madrid.
La hora del Ángelus, el mediodía, fue la elegida para comunicar lo que era un «secreto» a voces: Osoro será el nuevo pastor de la Diócesis de Madrid y el cardenal Antonio Cañizares ocupará su lugar en la de Valencia.
A las 12.03 horas Osoro descendió por la escalinata y recibió un caluroso aplauso de todos los presentes, que se prolongó durante un minuto.
«Gracias, siempre sorprendéis y llegáis al corazón», agradeció el aún arzobispo de Valencia, emocionado pero tranquilo.
Tras el rezo del Ángelus, el vicario general, Vicente Fontestad, leyó la carta del nuncio apostólico en España, Renzo Fratini, que confirmaba el nombramiento de Osoro, y su sustitución en Valencia por el cardenal Antonio Cañizares. Un toque específico de nombramiento de arzobispo, realizado por seis campaneros del Micalet, dio la bienvenida a los nuevos cargos eclesiásticos.
En medio de un calor sofocante, que humedeció los rostros y camisas de todos los presentes, el ya arzobispo electo de Madrid leyó una carta de despedida a los valencianos y otra de bienvenida a los madrileños.
«Os he querido y lo seguiré haciendo de otra manera, pero habéis realizado la conquista de mi corazón, en el que siempre estaréis los valencianos», aseguró Carlos Osoro quien admitió que «llevo toda la vida con maletas» y que llegó a sentir, como cualquier mortal, «miedo ante algo nuevo, algo grande». Aunque marcha a Madrid como «un obispo más» para «hacer lo mismo que he hecho en Valencia».
Antes de despedirse uno a uno de todos los presentes en la puerta del Palacio Arzobispal, Osoro agradeció la complicidad de los jóvenes (una alusión que arrancó otro acalorado aplauso) y protagonizó una divertida anécdota.
Llamó en directo al cardenal Antonio Cañizares, pero saltó el buzón de voz. «Antonio, tienes aquí a muchísima gente que te quiere y te espera», aseguró, mientras reclamaba un aplauso de bienvenida a todos los presentes para el nuevo responsable de la iglesia valenciana, que ayer estaba en Roma.
Al momento sonó su móvil... Pero era Arturo, «un arzobispo cubano», que le felicitaba por su nombramiento.
Tras el prolongado besamanos, el ya arzobispo electo de Madrid atendió a los periodistas en la Vicaría de Evangelización de la calle Avellanas.
Allí confesó, a preguntas de los periodistas, que «me voy de Valencia con las sotanas que tengo, con la ropa que tengo, con muchos libros que me llevaré porque los necesito para seguir trabajando, estudiando y anunciando el Evangelio, y con muy poquitos euros en la cuenta donde ponen los 1.010 euros cada mes».
Ni siquiera se llevará a ningún colaborador de Valencia.
«Yo siempre he ido yo, con lo que soy y lo que tengo y he buscado a la gente en el lugar que el Señor me da».
Ni siquiera hace caso de quienes le etiquetan como el «hombre más visible del Papa Francisco en España» o que lo sitúan como nuevo cardenal y futuro presidente de la Conferencia Episcopal Española.
«No me veo como nada más, ni con demasiadas capacidades para ser otra cosa», descartó, aunque agradeció la confianza del Pontífice para «fiarse de mi y hacerme un regalo como la diócesis de Madrid».
En su intervención tuvo palabras para el Papa Francisco, «un ejemplo de pobreza evangélica y de aproximación sincera a todos los hombres»; para su antecesor en Madrid, Antonio María Rouco Varela, de quien valoró «las muchas cosas que ha realizado, las que se ven y muchísimas que no se ven»; y para su sucesor en Valencia, Antonio Cañizares, «un hombre bueno y siempre de Dios que tiene prudencia, fortaleza, valentía, firmeza y misericordia».
Osoro sólo lamenta haber dejado el itinerario de reforma de la iglesia valenciana por hacer. También se le preguntó por el retraso en aprobar el misal valenciano o la ausencia de un gesto público hacia las víctimas del metro. «A eso no voy a contestar», zanjó.
Despedida de los políticos valencianos
El presidente de la Generalitat valenciana, Alberto Fabra, expresó ayer su «más sincera felicitación» al arzobispo electo de Madrid, Carlos Osoro.
Fabra visitó al anterior arzobispo de Valencia para transmitirle su felicitación, y la de todos los valencianos, según informó la Generalitat en un comunicado.
Fabra recordó que el 8 de enero de 2009 Benedicto XVI designó a Carlos Osoro arzobispo metropolitano de Valencia, convirtiéndose así en el obispo nº 59 de la ciudad.
«Durante su mandato, incorporó el Cáliz de la Catedral de Valencia al escudo episcopal como gesto de afecto».
Al acto en el Palacio Arzobispal por la mañana sólo asistió el presidente de las Corts Valencianes, Juan Cotino, que se fundió en un abrazo con Carlos Osoro al finalizar el acto. Cotino declinó atender a los medios de comunicación. «No quiero hacer declaraciones, porque luego me preguntarán por otras cosas y hoy el protagonista es el arzobispo», respondió a dos periodistas que le pidieron unas declaraciones.