En la entrega de Premios HazteOir: hablan los 5 premiados
«¿En qué país estamos si hay que premiar al que defiende la vida?», plantea el cardenal Sebastián
En la noche del sábado, víspera de Pentecostés, se celebró en Madrid la entrega de los Premios HazteOir, una ocasión para hablar con libertad en defensa de la vida, la familia y los valores, en una noche que mencionó varias veces la decepción –ya asumida por muchos que hace 2 años aún no lo asumían- por la renuncia de los políticos a defender esta riqueza social.
El cardenal Sebastián: la vida y la familia
El cardenal Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona-Tudela, fue premiado por «su inquebrantable defensa del derecho a la vida humana, denunciando al horror del aborto; de la familia fundamentada en el matrimonio, y de la libertad».
“Estoy agradecido y sorprendido. ¿En qué país estamos, en el que hay que premiar al que defiende la vida? ¿Es que se puede defender la muerte? ¿Dónde estamos cuando se nos premia por defender la familia?”, planteó el cardenal en su discurso.
“Cuando defendemos la familia, nos defendemos a nosotros mismos, a nuestro sentido de amor; el hombre es un ser delicado que solo puede vivir en un núcleo de amor estable, porque el amor, o es estable, o no es amor: ¡no cabe amar "hasta el 15 de septiembre"! O se ama, o no se ama. Defender la familia es algo tan claro como la luz del día. Defender la familia es un deber de prudencia. No la familia tradicional: la familia, a secas. No de los cuerpos: de los corazones, de las almas y de la eternidad, fundada por la unión entre un hombre y una mujer, un pacto de amor interpersonal, irrevocable y fecundo”.
“Los cristianos no hemos inventado la familia, ni hace falta que la inventen las leyes: nace de la naturalidad y de la espontaneidad del ser humano, hombre y mujer, por eso es patrimonio de todos y al alcance de todos. Cristo la santificó como mejor camino para el crecimiento del hombre y nos acerca a la felicidad de nuestro Dios».
Un ginecólogo en el país del aborto fácil
Otro premiado fue el doctor Luis Chiva de Agustín, jefe del departamento de Ginecología Oncológica del Hospital MD Anderson, miembro del Comité Asesor de Derecho a Vivir y cofundador de Ginecólogos por el Derecho a Vivir.
Se premiaba «su liderazgo en la difusión de una nueva cultura sobre el valor de la vida humana, fundamentada en la racionalidad científica y en la Deontología médica».
“Hace ahora 34 años que empecé a estudiar la carrera de Medicina en la Universidad de Navarra y desde muy pronto surgió en mi formación un afecto especial hacia el embrión a través de la asignatura de embriología, donde pude asomarme al misterio inenarrable del desarrollo humano en el vientre materno. Cualquier persona que estudie sin prejuicios la embriogénesis, quedará fascinado al observar cómo una célula única, el cigoto, formado por dos gametos de supervivencia muy limitada e incierta, se transforma en un ser de una plasticidad infinita que llega a convertirse, si no lo evitamos, primero, en un feto a término, y luego en ser humano adulto”, explicó.
“Es una explosión de vida irrumpe con cada fecundación, dando lugar a un individuo único e irrepetible en el universo conocido; capaz de sonreír, de amar, de sentir, de llorar, en definitiva de transformar el mundo. Este ser es, además, una persona humana en cuanto que tiene capacidad de conocerse a sí mismo y a los demás, y de saborear un deseo sin límites de felicidad y de trascendencia. Por si esto fuera poco, los cristianos y muchos otros creyentes, tenemos la convicción profunda que cada embrión humano tiene un destino en el plano de la eternidad y que podrá ver cara a cara a su Creador para siempre… para siempre…. Todas estas reflexiones, junto al magnífico ejemplo de mi padre que era y es un extraordinario ginecólogo, me llevaron a tomar el camino de esta especialidad maravillosa”.
“Aún recuerdo el primer parto al que asistí, yo tenía sólo 14 años. Mi padre, con una delicadeza infinita, iba abriendo el camino al bebé, al mismo tiempo que animaba con palabras tiernas y firmes a la paciente. ¡Mira quién está aquí!, le decía mi padre mientras se lo depositaba en el regazo. Aquel día asistí por primera vez al milagro. Era una realidad cósmica, inabarcable. Aquella experiencia tuvo un impacto en mi vida se metió para siempre debajo de mi piel. Entendí para siempre que el bebé estaba revestido de una gran dignidad, pero también antes de nacer”, recordó.
“Los años de la Facultad fueron año convulsos para la Defensa de la Vida, en 1984 mientras en 5º de Medicina y junto a Jesús Poveda y a otros muchos, fundamos Jóvenes Provida, durante varios años mi casa fue la sede de la Asociación. Llegó la ley, y el Hospital La Paz, donde yo me formaba en 1988, se convirtió en centro de referencia para los abortos en el ámbito público. Tuvieron que contratar a dos ginecólogos para este fin, los 150 ginecólogos del entorno del Hospital alegamos objeción de conciencia. Fueron años donde muchos ginecólogos provida tuvimos oportunidad de ayudar a mujeres que dudaban o que se veía abocadas a abortar.”
“La sociedad española se anestesió y los políticos teóricamente defensores de la vida perdieron una oportunidad de oro para promover un cambio legislativo… Y así llegó la injusta ley Aido en 2010. […] Gádor Joya, César Nombela, Nicolás Jouve y un servidor nos reunimos con la Ministra de Igualdad en una de las reuniones más tensas que podáis imaginar donde le mostramos con toda crudeza la responsabilidad histórica a que le enfrentaba esa ley injusta y cruel. Un grupo de ginecólogos promovimos la iniciativa “Ginecólogos por el Derecho a Vivir” que ha reunido a más de 500 especialistas de toda España. Por primera vez tuvimos un stand en el Congreso Nacional de Ginecología en Sevilla de 2011 donde tuvimos muchísimas adhesiones. Desde esta asociación hemos promovido la objeción de conciencia y hemos intentado crear un corriente de opinión estando siempre disponibles en los medios de comunicación”, recuerda.
Sobre la reforma que propone el actual Ministro de Justicia, José María Ruiz Gallardón, comenta: “aún siendo mejorable marca por primera vez un cambio de dirección en la voluntad política de algunos gobernantes. La propuesta del Ministro tiene especial valor por su carácter de equidad, y por su carácter educativo, toda vez que subraya el valor inviolable del ser humano defectuoso, del ser humano discapacitado, del ser humano diferente… Este es un primer paso, que aunque parezca pequeño, es de gigante. Desde aquí os pido, ahora, todo el apoyo que podías dar al Titular de Justicia, para que no se sienta sólo en su empeño, que es a veces discutido incluso por miembros de su propio partido”.
Y acabó con un breve testimonio personal, pasando de lo profesional a lo vivencial: “En Mayo del 2010, María, mi esposa y yo recibimos en casa el regalo de Jose María, nuestro octavo hijo. José María tiene Síndrome de Down. Ahora tiene cuatro años y podemos afirmar con rotundidad que es lo mejor que pasado por nuestras vidas. Me gustaría gritar con fuerza a todos aquellos que consideran que la vida de estos niños no merecen la pena ser vividas que están equivocados. Especialmente me dirijo a todos los médicos que consideran un avance irrenunciable el cribado prenatal de estos niños para que sean eliminados. Estáis equivocados. Os estáis perdiendo una fuente de amor incondicional y de esperanza.”
Restán y los benedictinos en años oscuros
Otro de los premiados fue el periodista José Luis Restán, director editorial de la Cadena COPE.
«La libertad hay que reclamarla en todos los foros, pero sobre todo se defiende ejerciéndola. Y eso implica dar razón de nuestra esperanza con humildad y paciencia, en diálogo con la búsqueda, con las oscuridades y rebeldías de quienes son diferentes», comentó el periodista.
«Usando palabras del Papa Francisco diría que tenemos que vivir continuamente “en salida”, sin atrincherarnos. En esta hora se hace más patente la necesidad del método benedictino para el futuro de Europa. Un tejido de realidades comunitarias donde las personas puedan hacer experiencia de que la vida es un gran bien. Lugares de caridad y cultura, donde se pueda realizar un camino educativo, donde la gente recupere el gusto de vivir, de construir familia, de construir. Ya no serán los monasterios medievales sino asociaciones familiares, centros culturales, colegios, parroquias, empresas, obras sociales. Hace falta la paciencia del grano de mostaza, el realismo y la certeza de quienes ya han encontrado Algo grande que ha cambiado su vida y que los lanza sin temor a navegar mar adentro. Al poder político, de izquierda o derecha, hay que pedirle que proteja esto, que lo deje crecer, que se deje interrogar. Pero la tarea es nuestra. Ese es el camino que yo veo».
Constatando: España, el país más progre del mundo
Previamente habló otro premiado, el catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla, patrono de la Fundación Valores y Sociedad, Francisco José Contreras. Autor de destacados ensayos sociopolíticos, como Liberalismo, catolicismo y ley natural (Ediciones Encuentro, 2014) y Nueva izquierda y cristianismo (Ediciones Encuentro, 2011), HazteOir.org destaca en su persona “su excelente trabajo en el fundamento humanista que sustenta la acción cívica en defensa de la dignidad humana y la libertad”.
«Creo que el futuro de nuestra sociedad se juega en cuestiones tales como la supervivencia de la familia, la ingeniería genética, la natalidad, el respeto a la vida humana incipiente, la libertad de educación… Los que defendemos posiciones sensatas en estos temas estamos en clara minoría en España: especialmente en lo que se refiere al establishment político y la opinión publicada (lo que podríamos llamar “la cultura oficial”). Una encuesta internacional (la Pew Survey on Global Attitudes) nos abría los ojos recientemente: España es posiblemente el país más “progre” del mundo; el país en el que conceptos tales como el ‘matrimonio’ homosexual, la pornografía, el adulterio o la cohabitación sin matrimonio recibían mayores porcentajes de apoyo (y en la encuesta figuraban también Suecia, Dinamarca u Holanda, a los que ya estamos “adelantando por la izquierda”)».
«Se podrían aducir numerosas explicaciones posibles para esta situación. Una destaca, creo, entre las demás: la izquierda ha gozado de una hegemonía cultural aplastante en España durante los últimos 40 años. Y es una izquierda que ya no es primordialmente socialista (¿quién tiene, a estas alturas, alternativas serias al capitalismo?) sino “progre”, sesentayochista: no habiendo podido revolucionar la economía, la izquierda se ha dedicado a revolucionar el espacio privado, la familia, la sexualidad, la bioética (como ya proponían “freudomarxistas” como Wilhelm Reich o Herbert Marcuse a mediados del siglo XX). Las banderas de la izquierda del siglo XXI no son ya el Plan Quinquenal, los servicios públicos a la escandinava o las reivindicaciones sindicales, sino el aborto libre, el feminismo radical, el matrimonio gay o el relativismo cultural».
«Y la izquierda ha podido imponer sin problemas sus nuevas concepciones morales y familiares porque no ha encontrado la mínima resistencia para ello en sus rivales políticos. La derecha política española arrastra desde la Transición un incomprensible complejo de inferioridad histórico frente a la izquierda. La derecha parece resignada a la hegemonía cultural de la izquierda; está acostumbrada a ir a remolque de ella en las cuestiones morales, ejerciendo en todo caso una tímida resistencia retardataria, pero sin verdadera convicción y, sobre todo, sin atreverse a desarrollar una alternativa cultural integral, capaz de competir de tú a tú con la imagen del mundo difundida por los autodenominados “progresistas”. La derecha española vende sólo eficiencia gestora; carece de concepciones propias del mundo y de los valores».
«Por eso fue tan importante el despertar de una derecha digamos “social-cultural” –para distinguirla de la derecha política- durante los mandatos de Zapatero. Me refiero a las sucesivas manifestaciones, muy exitosas, contra el aborto, el matrimonio gay, los desmanes educativos de la LOE, la Educación para la Ciudadanía… […]».
«Mi impresión es que ese movimiento se ha desinflado en buena parte tras el retorno al poder del PP. “Contra Zapatero vivíamos mejor”. Puede que entre los que se manifestaban hubiese una fracción en la que podía más el simple sectarismo antisocialista –aplacado con la caída de Zapatero- que la creencia real en las causas defendidas. Pero incluso entre los sinceramente comprometidos, la presencia en el gobierno de un partido supuestamente afín a nuestros principios genera un efecto desconcertante y desmovilizador. “Hay que darles tiempo”. “Los otros eran peores”, etcétera. Y lo cierto es que, con la excepción de la Educación para la Ciudadanía, no se ha derogado hasta ahora ni una sola de las leyes ideológicas de Zapatero: ni la del matrimonio gay, ni la de Violencia de Género (me refiero a su parte ideológico-discriminatoria, no a los razonables mecanismos de prevención del crimen), ni la de “memoria histórica”… Existe un importante boceto de reforma del aborto, pero los meses pasan y muchos comenzamos a temer que el proyecto sea aplazado sine die, o al menos seriamente descafeinado. Sobre todo, porque los portavoces del partido gobernante no exhiben el menor entusiasmo en su defensa. Como siempre cuando se trata de temas morales y culturales, eluden el debate y dejan todo el espacio dialéctico a la izquierda. No están dando la batalla de la opinión pública (con alguna honrosa excepción, como la diputada andaluza Esperanza Oña). Parecen querer reformar la ley del aborto clandestinamente, vergonzantemente, como pidiendo perdón por ello».
Ante esta situación, propone el filósofo, «además de contar con Dios, debemos confiar en el mero sentido de supervivencia de las sociedades. Personas como las de HO serán celebradas como precursores y resistentes heroicos en algún momento del futuro, que no sabemos cuánto tardará en llegar. El parlamentario británico William Wilberforce presentaba anualmente mociones solicitando la abolición de la esclavitud; cada año era derrotado. Persistió sin desmayo durante más de cuatro décadas, a partir de 1790. El 26 de julio de 1833 –tres días antes de la muerte de Wilberforce- el Parlamento aprobó la abolición definitiva de la esclavitud en todas las colonias británicas».
Carlos Cuesta y la libertad de expresarse
Otro periodista premiado fue Carlos Cuesta, director del programa La Marimorena, de 13TV y redactor-jefe de Nacional del diario El Mundo, distinguido “por su compromiso personal, no siempre fácil, en la valiente defensa de los valores de la familia y de la vida a través de su papel de comunicador y líder de la opinión pública española”.
Cuesta enumeró los ataques a las libertades: «Un ataque a la libertad de pensamiento: de todos aquellos que creen que la violencia en las calles les otorga representación social; de quienes creen que la democracia se hace a pedradas y no piedra a piedra; de quienes se creen intérpretes de una supuesta Justicia capaz de vulnerar los derechos del resto (al credo, al voto, a la propiedad, a la seguridad personal...)”, ha destacado.
Junto a esto, «un ataque a la libertad de expresión: de quienes creen estar capacitados moralmente para marginar al resto por pensar diferente; de quienes no dudan en usar la intimidación y la violencia para arrinconar e insultar a aquellos que no comparten sus ideas”.
Se ha refirió en tercer lugar «al ataque a la libertad de desarrollo personal y empresarial: de quienes piensan que todo avance del resto, por esfuerzo o por trabajo, debe ser confiscado o expropiado por los poderes públicos, es decir usurpado para inmediatamente pasar a ser controlado por ellos».
Denunció también Carlos Cuesta el «ataque, por supuesto a la vida y la dignidad: de quienes consideran que el más débil no debe ser defendido sino aniquilado en la anulación de sus derechos; de quienes aplican sin piedad el principio del más fuerte sobre los no nacidos; de quienes extienden ese mismo principio a las minorías que sufren la marginación y el miedo ante los colectivos proetarras».
Oswaldo Payá: dar la vida por la libertad
El primer reconocimiento de la noche se entregó a la familia de Oswaldo Payá, líder cristiano de la causa de los derechos humanos en Cuba, fundador del Movimiento Cristiano de Liberación (MCL), que sufrió persecución y dio su vida por la libertad de su pueblo.
Recogieron el premio sus hermanos Carlos Payá Sardiñas, representante del MCL en España y miembro de su Consejo Coordinador; Rosa Payá Sardiñas y Oscar Payá Sardiñas; su sobrino, Adam Mascaró Payá; Regis Iglesias, portavoz del MCL y los también miembros del Consejo Coordinador del MCL María Lourdes Mariño y Eduardo Cardet.
Todos ellos agradecieron el premio y recordaron las palabras de Payá: «Nosotros los cubanos no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad».
Las líneas rojas de Ignacio Arsuaga
La noche finalizó con unas palabras de Ignacio Arsuaga, presidente de HazteOir.
Recordó que la asociación existe para defender “una democracia con valores objetivos que son también líneas rojas que no se deben franquear”, que enumeró:
- La vida y la dignidad del ser humano;
- La libertad de la conciencia y el derecho a creer en Dios;
- La realidad singular del matrimonio y la familia, y el derecho de los niños a tener un padre y una madre;
- La libertad de las familias para elegir la educación de nuestros hijos;
- La rendición de cuentas de los políticos a los ciudadanos, como una práctica cotidiana.
“Cuando la democracia traspasa estos límites; cuando la democracia desecha los valores objetivos y ella misma se convierte en el único valor; entonces, cualquier cosa es posible, también la tiranía, como nos enseña la historia”, advirtió Ignacio Arsuaga.
Como alternativa, la acción y denuncia organizada de los ciudadanos conscientes, y el buen ejemplo de personas como las premiadas cada año.