La dura vida funeraria en verano: más muertos, el calor estropea flores y cuerpos, hay abejas...
Pedro Juncal lleva cuatro años trabajando como acompañante fúnebre en una funeraria de Galicia.
Es un trabajo que algunos ni reparan que existe o simplemente esquivan. Su labor es llevar la caja del difunto del tanatorio a la iglesia y de ahí al cementerio.
En verano, su trabajo se vuelve más duro.
-¿Cambia mucho el trabajar en invierno a trabajar en verano?
-Todo se complica. En invierno se lleva bien, el volumen de trabajo no es excesivo pero ahora viene una de calor y es fácil que haya una subida en el número de fallecidos. Lo que se traduce en más chollo en nuestro caso.
-¿Es tan notorio el aumento?
-Sí. Yo creo que el aumento se debe a la subida de muertes inesperadas, por así decirlo. Hay ahogados, hay más desplazamientos en coche, a los más mayores el calor les afecta más...
-Y vuestro trabajo, ¿se hace más pesado con el calor que nos invade?
-Piensa que el traje es obligatorio y es inviable quitarse la chaqueta porque la imagen que darías sería pésima. Ya sea por respeto a la familia, ya sea porque estás empapado en sudor. Todo se hace más rápido, también, o al menos, eso es lo que intentamos.
-¿Te refieres a todo lo relacionado con el difunto?
-Efectivamente. En estas condiciones, los tejidos se deterioran más rápido y los tanatorios las pasan canutas para mantener el ritmo de entrada y salida.
-¿Cual fue tu peor día?
-El que tuvimos 13 defunciones en nuestra funeraria. Piensa cuántas más habría en otras mayores.
-Es un contraste extraño el de la muerte con el brillo del verano, ¿no?
-Imagínate estar en iglesias a pie de playa y la gente bañándose y tomando el sol mientras tu estás en ésto. Es una situación muy extraña la verdad.
-¿Y con las coronas también sufrís?
-En verano hay abejas que vienen atraídas por el polen por lo que es una molestia más de esta estación. También que las flores se pudren antes por el bochorno y eso no tiene solución. No pueden ir a la nevera. Intentamos apurar todo lo posible, pero a veces, es imposible.
Es un trabajo que algunos ni reparan que existe o simplemente esquivan. Su labor es llevar la caja del difunto del tanatorio a la iglesia y de ahí al cementerio.
En verano, su trabajo se vuelve más duro.
-¿Cambia mucho el trabajar en invierno a trabajar en verano?
-Todo se complica. En invierno se lleva bien, el volumen de trabajo no es excesivo pero ahora viene una de calor y es fácil que haya una subida en el número de fallecidos. Lo que se traduce en más chollo en nuestro caso.
-¿Es tan notorio el aumento?
-Sí. Yo creo que el aumento se debe a la subida de muertes inesperadas, por así decirlo. Hay ahogados, hay más desplazamientos en coche, a los más mayores el calor les afecta más...
-Y vuestro trabajo, ¿se hace más pesado con el calor que nos invade?
-Piensa que el traje es obligatorio y es inviable quitarse la chaqueta porque la imagen que darías sería pésima. Ya sea por respeto a la familia, ya sea porque estás empapado en sudor. Todo se hace más rápido, también, o al menos, eso es lo que intentamos.
-¿Te refieres a todo lo relacionado con el difunto?
-Efectivamente. En estas condiciones, los tejidos se deterioran más rápido y los tanatorios las pasan canutas para mantener el ritmo de entrada y salida.
-¿Cual fue tu peor día?
-El que tuvimos 13 defunciones en nuestra funeraria. Piensa cuántas más habría en otras mayores.
-Es un contraste extraño el de la muerte con el brillo del verano, ¿no?
-Imagínate estar en iglesias a pie de playa y la gente bañándose y tomando el sol mientras tu estás en ésto. Es una situación muy extraña la verdad.
-¿Y con las coronas también sufrís?
-En verano hay abejas que vienen atraídas por el polen por lo que es una molestia más de esta estación. También que las flores se pudren antes por el bochorno y eso no tiene solución. No pueden ir a la nevera. Intentamos apurar todo lo posible, pero a veces, es imposible.
Comentarios