Martes, 05 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Las respuestas políticas no están a la altura

E-cristians, ante las elecciones catalanas, pide apostar por la familia y la apertura a la vida

Josep Miró i Àrdevol, presidente de E-cristians
Josep Miró i Àrdevol, presidente de E-cristians

Señala que hay una crisis moral, que dificulta identificar el bien, la justicia y lo necesario frente a lo superfluo.

ReL

La Asociación E-Cristians (www.e-cristians.net), con una activa presencia en Cataluña y a la que pertenecen personas de distintas tendencias políticas interesadas en la participación católica en la vida pública, ha publicado una nota reflexionando sobre las elecciones catalanas que se celebran este fin de semana y sobre el periodo que llegará después.

La asociación, presidida por Josep Miró i Ardèvol, antiguo político de Convergència y actual miembro del Pontificio Consejo para los Laicos, pide que los partidos tengan en cuenta el bien común y el de las personas reales, y recuerda que sin defender la familia, su apertura a la vida y su capacidad de educar a los hijos, no se superará la crisis.

Copiamos a continuación la nota íntegra.

Declaración de E-Cristians ante las elecciones del 25 de noviembre

El pueblo de Cataluña vive una serie de crisis acumuladas. Económica y social, evidentemente, pero también demográfica, educativa, ambiental y política. Una gran parte son comunes en el mundo occidental y de manera particular en Europa; otras son específicamente nuestras por su novedad y porque las registramos con una especial intensidad.

Ante esta situación y la proximidad de las elecciones, queremos subrayar dos cuestiones que consideramos decisivas:

La primera, la de la acumulación causada por la incapacidad de las instituciones y en parte también a la propia sociedad por enfocar resolutivamente dichas crisis.

La segunda, y causa común de todas ellas, la crisis moral, que significa la existencia de una gran dificultad para identificar el bien, la justicia y la diferencia entre lo necesario y lo superfluo, tanto por parte de las instituciones políticas como por un grueso considerable de la misma sociedad.

Consideramos que las respuestas políticas, al menos hasta ahora, no han estado a la altura de las necesidades, pero queremos hacer saber a todos, ahora que es fácil la crítica a los políticos, que ellos no han venido de París, ni los ha traído una cigüeña, sino que surgen de la misma sociedad. Alguna, y no pequeña responsabilidad, tenemos también el conjunto de los ciudadanos en la deficiente situación. Asumirlo es el paso necesario para transformarlo.

Hacemos un llamamiento a que estas elecciones sean un punto y aparte, primero por nuestra parte, los catalanes. Aprovechémoslas para reflexionar personalmente, y en nuestras comunidades empezando en el seno de la misma familia. Reflexionar sobre si nuestra actitud hacia los problemas comunes es la necesaria o bien hemos descuidado su seguimiento en la participación generosa a la búsqueda de respuestas y en la valoración de un criterio propio.

Y hacemos un llamamiento especialmente a los partidos políticos a reflexionar sobre su incapacidad para afrontar las crisis. En lugar de pretender solucionarlas, las gestionan o las convierten en arma contra el adversario. Queremos decir que rechazamos a aquellos que convierten las elecciones en una subasta, aún más en momentos de crisis y escasez, y que no contribuyen a que los ciudadanos sean suficientemente conscientes de la relación entre lo que pagamos al estado y al conjunto de las administraciones públicas y lo que recibimos.

Es evidente que hay una escasa consciencia de la responsabilidad propia en el uso de los bienes y servicios públicos, pero es necesario decir que en esta responsabilidad los partidos políticos y muchos de los medios de comunicación contribuyen a ello con una pésima pedagogía.

Pedimos que al día siguiente de las elecciones todos los partidos actúen movidos por el bien común y tengan como objetivo real las necesidades de las personas concretas, que practiquen la amistad civil para hacer frente a la resolución de los problemas de la máxima concordia que les sea posible.

El pueblo catalán será fuerte en la medida que responda a sus raíces cristianas, las que le han proporcionado el sistema de valores y de virtudes que le permite regir. Y también en la medida que sea capaz de mantener fuerte y unida a la familia. Ella preservó la continuidad de la lengua y cultura en los difíciles años 40 y 50 del siglo pasado, y mantuvo la cohesión social en la dura crisis económica de la década de los 80 cuando el estado del bienestar era mucho más débil que ahora.

Si no recuperamos nuestras raíces culturales, si no reforzamos la familia, y si esta no se convierte en el eje transversal de todas las políticas, si no apostamos por su estabilidad, facilitamos su apertura a la vida y la potenciación de su capacidad educativa, nuestra sociedad no saldrá nunca bien parada de esta dolorosa crisis.

Barcelona, 21 de noviembre de 2012
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