Congreso Católicos y Vida Pública
La intervención de Matthew Fforde respondió a la expectación que había para escucharle
Matthew Fforde es autor de una obra, Desocialisation. The crisis of Post-Modernity [Desocialización. La crisis de la Postmodernidad], un ensayo que hace dos años provocó un gran debate por el carácter certero de sus análisis de la cultura contemporánea, poco complacientes con los cánones que imponen los mandarinatos progresistas.
De ahí que había una gran expectación ante su intervención en el XIII Congreso Católicos y Vida Pública que se celebra este fin de semana en Madrid, convocado por la Fundación Universitaria San Pablo CEU. Y las tesis que defendió, y cómo las defendió, justificaron las expectativas.
“Revertir la descomposición de la comunidad en las sociedades occidentales”, es, en opinión del historiador y ex profesor de Oxford, ahora profesor de la Libera Università Santissima Assunta de Roma, la “principal tarea del católico en la vida pública”.
La degeneración del tejido social en Occidente es achacable a la “descristianización”, motivo por el que urge una “reevangelización”. Fforde se refirió al “impulso profundamente socializador” que hay en la enseñanza cristiana: desde la concepción cristiana del hombre, en la que éste tiene “un alma que ha de ser cultivada”, se genera una “espiritualidad sana”, “un amor por el amor y por la verdad”, que es el “ingrediente esencial de una comunidad auténtica en todos los niveles”. Tan es así, que “allá donde no exista la espiritualidad la comunidad se desmoronará y la desocialización asomará su feo rostro”.
Por ello, continuó Fforde, ha sido tan dañina la propagación del materialismo, de sus “falsas antropologías”, en las que ve el germen del individualismo dominante. Desde su punto de vista, “en el lugar de la visión cristiana espiritualista del hombre y sus imperativos, ha surgido una matriz de interpretaciones materialistas del hombre que potencian, todas ellas, un estilo de vida de individualismo”. Se ha establecido “la idea de que no tenemos alma”, motivo por el que falta ese “impulso para cultiva el alma y para producir ese amor por el amor y por la verdad que generan auténticos vínculos sociales: un acceso vital a la comunidad queda así eliminado”.
Frente a este “atolladero”, Fforde insistió en la urgencia de “restaurar la visión espiritualista cristiana del hombre, la percepción del alma y su cultivo, un proceso unido de forma inevitable a la regeneración de la cultura cristiana por medio de la nueva evangelización”.
“Ha llegado el momento de la renovación cristiana”, ha proclamó en una mesa redonda donde también intervino el rector de la Universidad CEU San Pablo, Juan Carlos Domínguez Nafría, quien durante su exposición señaló que la nueva ley de libertad religiosa que preparaba el Gobierno socialista tenía "un sentido limitador y restrictivo” de ese derecho.
De ahí que había una gran expectación ante su intervención en el XIII Congreso Católicos y Vida Pública que se celebra este fin de semana en Madrid, convocado por la Fundación Universitaria San Pablo CEU. Y las tesis que defendió, y cómo las defendió, justificaron las expectativas.
“Revertir la descomposición de la comunidad en las sociedades occidentales”, es, en opinión del historiador y ex profesor de Oxford, ahora profesor de la Libera Università Santissima Assunta de Roma, la “principal tarea del católico en la vida pública”.
La degeneración del tejido social en Occidente es achacable a la “descristianización”, motivo por el que urge una “reevangelización”. Fforde se refirió al “impulso profundamente socializador” que hay en la enseñanza cristiana: desde la concepción cristiana del hombre, en la que éste tiene “un alma que ha de ser cultivada”, se genera una “espiritualidad sana”, “un amor por el amor y por la verdad”, que es el “ingrediente esencial de una comunidad auténtica en todos los niveles”. Tan es así, que “allá donde no exista la espiritualidad la comunidad se desmoronará y la desocialización asomará su feo rostro”.
Por ello, continuó Fforde, ha sido tan dañina la propagación del materialismo, de sus “falsas antropologías”, en las que ve el germen del individualismo dominante. Desde su punto de vista, “en el lugar de la visión cristiana espiritualista del hombre y sus imperativos, ha surgido una matriz de interpretaciones materialistas del hombre que potencian, todas ellas, un estilo de vida de individualismo”. Se ha establecido “la idea de que no tenemos alma”, motivo por el que falta ese “impulso para cultiva el alma y para producir ese amor por el amor y por la verdad que generan auténticos vínculos sociales: un acceso vital a la comunidad queda así eliminado”.
Frente a este “atolladero”, Fforde insistió en la urgencia de “restaurar la visión espiritualista cristiana del hombre, la percepción del alma y su cultivo, un proceso unido de forma inevitable a la regeneración de la cultura cristiana por medio de la nueva evangelización”.
“Ha llegado el momento de la renovación cristiana”, ha proclamó en una mesa redonda donde también intervino el rector de la Universidad CEU San Pablo, Juan Carlos Domínguez Nafría, quien durante su exposición señaló que la nueva ley de libertad religiosa que preparaba el Gobierno socialista tenía "un sentido limitador y restrictivo” de ese derecho.
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