Vicente Jiménez, obispo de Santander
Un obispo que no resolverá la escasez de clero rebajando las exigencias y aboliendo el celibato
Tiene 315 curas 103 superan los 75 años de edad- para 615 parroquias; tiene muy pocas vocaciones en sus seminarios... y no cede a la tentación de los facilismos.
Si lo dijera el obispo de una diócesis en la que no faltaran sacerdotes para atender todas las necesidades pastorales y cuyo seminario estuviera lleno de vocaciones quizás sus declaraciones defendiendo el celibato sacerdotal no llamarían tanto la atención.
Pero no es ese el caso del obispo de Santander, monseñor Vicente Jiménez. Su rotunda defensa del celibato sacerdotal cobra relevancia pues se trata del pastor de una diócesis escasa en curas (315 para atender a 615 parroquias, de los cuales 103 superan la edad de jubilación de 75 años) y con una agenda de ordenaciones presbiterales no muy recargada: sólo diez muchachos en el Seminario Mayor y tres en el Menor. Sin embargo no cede a la vía facilista o ingenua de "llenarse" (o al menos de llegar a un número "decente" de candidatos) de vocaciones rebajando las exigencias del llamado.
En entrevista concedida al Diario Montanés, monseñor Jiménez reconoce que la falta de vocaciones en su diócesis en "preocupante" pero que, sin embargo, no cree que la solución sea "facilitar" el camino: "La vocación debe ser exigente y sin rebajas", señala con énfasis.
Y explica: "Hay voces que creen que si quitamos el celibato y permitimos el matrimonio entre sacerdotes habría más. No lo creo"; y señala el ejemplo de la iglesia protestante en la que "no existe el celibato y tienen menos vocaciones que la católica".
Y deja el tema zanjado: "El tema no es celibato sí o celibato no. El tema es que si un joven quiere entregar su vida porque ha tenido la llamada del Señor tiene que ser muy generoso" aunque, matiza, se le debe facilitar el camino a quien siente ese llamado pero no de la manera que pretenden algunos sectores fuera y dentro de la Iglesia: "Es cierto que debe contar con condiciones que se lo hagan más fácil, como el apoyo familiar".
Es un obispo que, como reconoce él mismo asume el proyecto de promoción vocacional con "mucha ilusión". "Se debe apoyar la vocación, porque es es una vida sacrificada pero muy hermosa. No hay mayor alegría que el darse y hacer el bien a los demás. Tenemos que alentar a los jóvenes para que si sienten la llamada no tengan miedo y sientan que si entran por el camino del sacerdocio su tarea será hermosa y a favor de los demás", concluye.
Pero no es ese el caso del obispo de Santander, monseñor Vicente Jiménez. Su rotunda defensa del celibato sacerdotal cobra relevancia pues se trata del pastor de una diócesis escasa en curas (315 para atender a 615 parroquias, de los cuales 103 superan la edad de jubilación de 75 años) y con una agenda de ordenaciones presbiterales no muy recargada: sólo diez muchachos en el Seminario Mayor y tres en el Menor. Sin embargo no cede a la vía facilista o ingenua de "llenarse" (o al menos de llegar a un número "decente" de candidatos) de vocaciones rebajando las exigencias del llamado.
En entrevista concedida al Diario Montanés, monseñor Jiménez reconoce que la falta de vocaciones en su diócesis en "preocupante" pero que, sin embargo, no cree que la solución sea "facilitar" el camino: "La vocación debe ser exigente y sin rebajas", señala con énfasis.
Y explica: "Hay voces que creen que si quitamos el celibato y permitimos el matrimonio entre sacerdotes habría más. No lo creo"; y señala el ejemplo de la iglesia protestante en la que "no existe el celibato y tienen menos vocaciones que la católica".
Y deja el tema zanjado: "El tema no es celibato sí o celibato no. El tema es que si un joven quiere entregar su vida porque ha tenido la llamada del Señor tiene que ser muy generoso" aunque, matiza, se le debe facilitar el camino a quien siente ese llamado pero no de la manera que pretenden algunos sectores fuera y dentro de la Iglesia: "Es cierto que debe contar con condiciones que se lo hagan más fácil, como el apoyo familiar".
Es un obispo que, como reconoce él mismo asume el proyecto de promoción vocacional con "mucha ilusión". "Se debe apoyar la vocación, porque es es una vida sacrificada pero muy hermosa. No hay mayor alegría que el darse y hacer el bien a los demás. Tenemos que alentar a los jóvenes para que si sienten la llamada no tengan miedo y sientan que si entran por el camino del sacerdocio su tarea será hermosa y a favor de los demás", concluye.
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