El próximo 12 de febrero en la Catedral de Burgos
Las monjas de «Iesu Communio» celebrarán una misa de acción de gracias y renovarán sus votos
El arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, subraya que el nuevo instituto no es una refundación o una adaptación del carisma de las monjas Clarisas.
Después de haber sido reconocidas por la Santa Sede el pasado mes de diciembre, la nueva comunidad religiosa «Iesu Communio» celebrará una misa de acción de gracias en la Catedral de Burgos el próximo 12 de febrero por la tarde que será concelebrada por el arzobispo de Burgos, monseñor Francisco Gil Hellín, el nuncio en España, monseñor Renzo Fratini, y el recién nombrado obispo de Ciudad Rodrigo, monseñor Raúl Berzosa, hermano de Sor Verónica, así como otros obispos y arzobispos.
Según lo explica en un mensaje el arzobispo de Burgos, las religiosas renovarán sus votos durante la misa «no porque sea necesario» sino por voluntad propia, al igual que los sacerdotes lo hacen cada Jueves Santo.
Para el prelado burgalés la diócesis «está de enhorabuena» con hechos como la fundación de esta nueva comunidad que espera sea un «revulsivo» y «renovación interior» entre los jóvenes cristianos.
Monseñor Gil Hellín señala que la «Iesu Communio» ya es un «punto de referencia» en los lugares de origen de las hermanas, que se reparten entre los antiguos conventos de las clarisas de Lerma y La Aguilera, aunque, aclara, «la mayoría no son de Burgos».
El arzobispo cree que el ejemplo de una comunidad de religiosas jóvenes en pleno siglo XXI puede tener un efecto positivo dentro de la Iglesia y expresa su esperanza en que «puedan surgir nuevas vocaciones para ellas y para el resto del congregaciones o para el seminario» porque al ver la experiencia de estas hermanas religiosas otros «jóvenes o no tan jóvenes puedan descubrir en su interior los dones de Dios».
Iesu Communio, nuevo carisma en y para la Iglesia
Mensaje de monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos
El próximo sábado, 12 de febrero, tendrá lugar en nuestra Catedral, a las cinco de la tarde, una Misa de Acción de gracias del nuevo instituto religioso Iesu Communio. Yo mismo tendré el gusto de concelebrarla junto con el señor Nuncio de Su Santidad en España, con algún otro obispo y no pocos sacerdotes. Se trata de dar gracias a Dios por el reconocimiento oficial de un nuevo carisma que el Espíritu Santo ha suscitado para el bien de la Iglesia. Es más que obligado dar gracias a Dios, por el reconocimiento oficial de la Iglesia. Por otra parte, nuestra diócesis, que ha tenido el privilegio de ser el ámbito en el que esto ha tenido lugar y en el que ha nacido, es lógico que quiera unirse a la acción de gracias al Señor.
El nuevo Instituto es de carácter contemplativo, no activo, y femenino. Es decir, sus miembros son religiosas y se dedican, primordialmente, a la oración y a la penitencia, y viven en comunidad. Son también de clausura, si bien ésta no es papal sino según las Constituciones del nuevo Instituto. Por este motivo, no viven entre rejas y hacen apostolado en sus propios conventos.
Hasta ahora la gente las conocía como ‘las Clarisas de Lerma´, debido a que tanto la madre Verónica, que es la fundadora, y la mayoría de las demás hermanas proceden del monasterio de Lerma. De ahora en adelante deberemos llamarlas por su nuevo nombre y tener presente que no son monjas clarisas sino religiosas de Iesu Communio.
El nuevo Instituto es un fenómeno que llama la atención. No es frecuente ni normal que, en un momento de escasez vocacional religiosa en España y en Europa, florezcan comunidades llenas de religiosas y que éstas sean en su mayoría jóvenes y universitarias. De hecho, en este momento se aproximan a dos centenares y hay un número importante de chicas que desean ingresar.
El nuevo Instituto no es una refundación o una adaptación del carisma de las monjas Clarisas. Este carisma clariano no necesita ningún aggiornamento para seguir dando abundantísimos frutos de santidad en la Iglesia. Iesu Communio es otra cosa, una realidad nueva. A la hora de comprenderlo, lo más oportuno es inscribirlo en la acción permanente que el Espíritu Santo realiza en la Iglesia. Él, sin negar lo que anteriormente se ha mostrado fecundo y rico en santidad, suscita nuevos modos con los que responder a las nuevas necesidades y sensibilidades del mundo y de la Iglesia. Por eso, Iesu Communio es una célula nueva que nace en el tejido del cuerpo eclesial, uniéndose a las demás células y formando con ellas un solo cuerpo, aunque cumpliendo su misión propia y específica.
El nuevo Instituto es una planta que acaba de nacer. Es verdad que el modo de vida que ahora ha aprobado la Santa Sede lo venían viviendo desde hace bastantes años. Pero esto no obsta para ver en él una planta que es todavía muy tierna y necesita del cariño y de la oración de todos los que nos sentimos hijos de la Iglesia. Si ésta es un Cuerpo, en el que la vitalidad de cada miembro repercute en los demás y se beneficia de ellos, nada más lógico ni coherente que estas religiosas pidan y se sacrifiquen por nosotros y nosotros les paguemos con la misma moneda. En última instancia, lo que importa es que Dios sea cada vez más conocido y amado y que los miembros de la Iglesia seamos cada vez mejores y más apostólicos.
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