Perfil personal del arzobispo Luis Argüello: lo que reza, lo que prioriza, su pasión futbolera...
"Todo lo que tenga que ver con cómo ayudar a las personas a tener una experiencia viva de Jesucristo es hoy nuestro desafío principal. Lo más importante que un creyente puede hacer es ser puente para que otras personas se encuentren con Jesús. Porque ese encuentro, sin duda, cambia la vida", proclama el arzobispo Luis Argüello, nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española, entrevistado por José Antonio Méndez en El Debate.
En la entrevista habla mucho del equilibrio entre acoger a las personas con caridad y proclamar la verdad con valentía.
Preguntado por las bendiciones Fiducia Supplicans, a parejas en situación irregular, matiza: "Creo que hay que subrayar hasta dónde llega la misericordia de Dios, a la hora de distinguir lo que se quiere decir con «pareja» y lo que se quiere decir con «relaciones» o con «unión» entre las dos personas. Comoquiera que el documento ha utilizado estas expresiones indistintamente, tanto las aclaraciones del Dicasterio como del propio Papa han insistido mucho en que se bendice a cada persona, aunque las personas vengan juntas, pero no su relación".
En una batería de preguntas rápidas, da muchos datos sobre su fe personal. Se la transmitió su madre, dice. Reza con el Padrenuestro y el Ave María, "pero es verdad que a veces me viene mucho el «Bendito sea Dios», «Ten misericordia, Señor» y, sobre todo, «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío». Quizás por ser de Valladolid". Valladolid es conocida por las apariciones del Sagrado Corazón al beato Bernardo de Hoyos en 1733 en el hoy popular santuario de la Gran Promesa.
Fomentar la unidad en la Iglesia
Él, que fue ordenado sacerdote con 33 años, tras unos años de juventud alejado de la Iglesia, considera que en su sacerdocio tiene "una importancia grande ser ministro de comunión". Como obispo, también intenta fomentar esa comunión, dice. "Como obispo, quieres acoger a cada persona en su situación, aunque a veces eso implique momentos duros".
Explica que se confiesa cada 15 o 20 días. Es devoto de San Francisco Javier, el gran jesuita misionero en la India y Japón, "primero, porque yo me llamo Luis Javier, y sobre todo, mi abuela materna, que es la que más me llamaba así, me subrayaba el Javier para explicarme de dónde venía. Y segundo, porque fue un santo misionero, y lo que más caracteriza hoy nuestra vida sacerdotal es esa dimensión misionera".
De la Biblia, piensa a menudo en la parábola del Evangelio de Marcos en la que "el sembrador siembra una semilla y crece de noche y de día, aunque el sembrador esté dormido y no sepa cómo ocurre. Es una palabra que me da mucha confianza en que las cosas acontecen, sobre todo las que tienen que ver con el Reino de Dios, más allá de nosotros, aunque nos pidan nuestra colaboración".
Lecturas y fútbol
Está leyendo el libro Blasfemar en el templo, de Adriano Erriguel, que no trata de tema religioso, sino de debates sobre cancelación y discursos a contracorriente. "Y el último libro que ha llegado a mis manos de un cura italiano, [Fabio] Rosini, que parte del comentario del encuentro de Jesús con la hemorroísa: El arte de la vida sana".
Explica que en la universidad no tuvo novia, pero sí tuvo "más o menos algo: dentro de mis compañeras en la Facultad de Derecho siempre había alguna persona que te resonaba de una forma muy especial, pero una relación formal como yo puedo entender el noviazgo, no".
Y como afición, admite que vive el fútbol con vehemencia. "Yo soy muy futbolero. No de jugar al fútbol, sino que soy muy forofo del fútbol. Así que entre el Valladolid, con sus subidas y bajadas de Primera a Segunda y de Segunda a Primera; y el Real Madrid y sus avatares, me entretengo mucho. También, por supuesto, me distrae la relación con otras personas, salir a dar una vuelta, leer un libro, ver alguna película… ese tipo de cosas. Pero quizás lo del fútbol es una pasión", acepta.