Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

San Marcos (12,1317)

Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas el camino de Dios

ReL

¿De quién es esta cara y esta inscripción?
¿De quién es esta cara y esta inscripción?
Tobías (2,914)

Yo, Tobías, la noche de Pentecostés, cuando hube enterrado el cadáver, después del baño fui al patio y me tumbé junto a la tapia, con la cara destapada porque hacía calor; yo no sabía que en la tapia, encima de mí, había un nido de gorriones; su excremento caliente me cayó en los ojos, y se me formaron nubes. Fui a los médicos a que me curaran; pero cuanto más ungüentos me daban, más vista perdía, hasta que me quedé completamente ciego. Estuve sin vista cuatro años. Todos mis parientes se apenaron por mi desgracia, y Ajicar me cuidó dos años, hasta que marchó a Elimaida. En aquella situación, mi mujer Ana se puso hacer labores para ganar dinero. Los clientes le daban el importe cuando les llevaba la labor terminada. El siete de marzo, al acabar una pieza y mandársela a los clientes, éstos le dieron el importe íntegro y le regalaron un cabrito para que lo trajese a casa. Cuando llegó, el cabrito empezó a balar. 
Yo llamé a mi mujer y le dije: «¿De dónde viene ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo al dueño, que no podemos comer nada robado.» 
Ana me respondió: «Me lo han dado de propina, además de la paga.» 
Pero yo no la creía y, abochornado por su acción, insistí en que se lo devolviera al dueño. 
Entonces me replicó: «¿Y dónde están tus limosnas? ¿Dónde están tus obras de caridad? ¡Ya ves lo que te pasa!»


Salmo 111,1-2.7-8.9

 El corazón del justo está firme en el Señor

Dichoso el que teme al Señor 
y ama de corazón sus mandatos. 
Su linaje será poderoso en la tierra, 
la descendencia del justo será bendita. 

No temerá la malas noticias, 
su corazón está firme en el Señor. 
Su corazón está seguro, sin temor, 
hasta que vea derrotados a sus enemigos. 

Evangelio según san Marcos (12,1317)

En aquel tiempo, enviaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta. 
Se acercaron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?»
Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: «¿Por qué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea.»
Se lo trajeron. 
Y él les preguntó: «¿De quién es esta cara y esta inscripción?» 
Le contestaron: «Del César.» 
Les replicó: «Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.» 
Se quedaron admirados.
 
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