San Lucas (16,915)
Presumís de observantes ante la gente. La arrogancia Dios la detesta
Evangelio según san Lucas (16,915)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
Oyeron esto los fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él.
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta.»
Señor Jesús, líbranos a todos los que ponemos los ojos en ti, de vernos condicionados y atrapados por el dinero. Que solo tú, como único Señor, y tus bienes, que no perecen, nos seduzcan.
Compadécete, Señor, cuando nos ves caer en el absurdo de presumir, sabiendo tú muy bien lo que tenemos allá dentro.
Aleja de nosotros toda arrogancia y revístenos de tu humildad.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
Oyeron esto los fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él.
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta.»
Señor Jesús, líbranos a todos los que ponemos los ojos en ti, de vernos condicionados y atrapados por el dinero. Que solo tú, como único Señor, y tus bienes, que no perecen, nos seduzcan.
Compadécete, Señor, cuando nos ves caer en el absurdo de presumir, sabiendo tú muy bien lo que tenemos allá dentro.
Aleja de nosotros toda arrogancia y revístenos de tu humildad.
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