San Mateo 8,23-27
Lo despertaron, gritándole: ¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!
Evangelio según san Mateo 8,23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»
Señor Jesús, con pena tendrás que decirnos a muchos lo que a tus discípulos. Como ellos, nos acobardamos ante las dificultades y nos falta fe. Actuamos como si no estuvieras a nuestro lado, como si nos ignorases, cuando en realidad somos nosotros los que prescindimos de ti.
¡Sálvanos, Señor, que nos hundimos! Sálvanos de todos los peligros de alma y cuerpo.
Danos la paz y el sosiego de saber que siempre nos cuidas, pues no duerme ni reposa el Guardián de Israel.
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»
Señor Jesús, con pena tendrás que decirnos a muchos lo que a tus discípulos. Como ellos, nos acobardamos ante las dificultades y nos falta fe. Actuamos como si no estuvieras a nuestro lado, como si nos ignorases, cuando en realidad somos nosotros los que prescindimos de ti.
¡Sálvanos, Señor, que nos hundimos! Sálvanos de todos los peligros de alma y cuerpo.
Danos la paz y el sosiego de saber que siempre nos cuidas, pues no duerme ni reposa el Guardián de Israel.
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