Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

San Marcos 6, 45-52

Soy yo, no tengáis miedo. Subió a la barca con ellos, y el viento cesó

ReL

Ellos...pensaron que era un fantasma
Ellos...pensaron que era un fantasma
Evangelio según san Marcos 6, 45-52


Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca para que llegaran antes que él a la otra orilla del lago, frente a Betsaida, mientras él despedía a la gente. Cuando los hubo despedido, se fue al monte para orar.

Al llegar la noche, la barca ya estaba en medio del lago, mientras Jesús se hallaba solo en tierra firme.

Ya en las últimas horas de la noche, viendo que estaban casi agotados de remar, porque el viento les era contrario, Jesús se dirigió hacia ellos andando sobre el lago y haciendo ademán de pasar de largo.

Cuando ellos lo vieron caminar sobre el lago, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar.

Todos lo vieron y se asustaron; pero Jesús les habló enseguida, diciéndoles:

—Ánimo, soy yo. No tengáis miedo.

Luego subió a la barca con ellos, y el viento cesó.

Ellos no salían de su asombro, pues no habían comprendido lo sucedido con los panes y aún tenían la mente embotada.



Jesús, de infinita misericordia manifestada en la entrega generosa y continuada a los demás.  

Enseñas, dar de comer y todavía aprovechas la despedida para atender personalmente a la gente. 

Como nos ocurre hoy, tus ovejas de entonces tenían sus penas y alegrías, y con nadie mejor que contigo querían compartirlas, seguras de ser acogidas y comprendidas.

Quién, sino tú, podría solucionarle aquel problema, sacarle aquella espinita, aliviarle aquel dolor, enjugarle las lágrimas, regalarle una palabra de ánimo, de estima.  ¡Cuánto amor, cuánto favor habrás repartido en cada encuentro!

Te agradezco, amado Jesús, la posibilidad que nos das para dirigirnos a ti, en cualquier tiempo y lugar, pues siempre estás con nosotros. Sobre todo, gracias por tu presencia viva en la Eucaristía, donde permaneces para que no estemos nunca solos.

Envíanos, Jesús, tu Santo Espíritu que es tregua en el duro trabajo, para sentir su ayuda cuando los vientos se ponen contrarios y para que nunca nos pare el miedo para seguir avanzando hacia ti.








 

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