Gregory Mansour cuenta su experiencia con el coronavirus y las lecciones que ha extraído
Tirado en pleno Brooklyn nadie ayudaba por miedo: este obispo se lanzó en su auxilio y se contagió
Durante las últimas semanas en las que el coronavirus se ha convertido en una pandemia mundial dejando a su paso decenas de miles de muertos, millones de contagiados y países enteros confinados la Iglesia Católica, a través de muchos de sus sacerdotes, ha estado al pie del cañón para auxiliar a enfermos y personas afligidas.
Cada vez son más conocidos los actos heroicos que han realizado muchos sacerdotes en esta pandemia. Muchos han acabado contagiados y cientos de ellos han muerto en todo el mundo debido al virus y cumpliendo fielmente su misión. Y otros aunque no han fallecido no han dudado en arriesgar su vida.
El auxilio que nadie prestó a un hombre en plena calle
Esta entrega abnegada no sólo se ha dado entre sacerdotes sino que también ha ocurrido entre los obispos. Y de Estados Unidos ha llegado el testimonio en primera persona de monseñor Gregory J. Mansour, obispo de la Eparquía maronita de San Marón, con sede en Brooklyn, y responsble de los católicos de rito maronita de los estados Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Florida, Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Delaware, Virginia, Distrito de Columbia, Maine, Nueva Hampshire, Vermont, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut y Maryland.
Mansour ha sido una de las miles de víctimas del coronavirus, pero se contagió al auxiliar a una persona en la calle del barrio neoyorquino de Brooklyn con signos visibles del virus y que se desplomó al suelo mientras tosía sin parar. Pese a que sabía a lo que se arriesgaba fue la única persona que decidió ir en su ayuda.
"No me arrepiento de nada, incluso cuando yo estaba sufriendo" por el virus, relató el obispo en NET TV, tal y como recoge Catholic News Service.
Este obispo estadounidense de ascendencia libanesa y de 64 años de edad recuerda que en aquel momento y con la calle repleta la gente le gritaba para que se mantuviera alejado de aquel hombre que tosía en el suelo. Sin embargo, el decidió ir en su ayuda hasta que la ambulancia llegó y lo trasladó al hospital.
"Fue un instinto natural"
Preguntado si tras haber estado durante semanas enfermo y ante el riesgo de haber podido morir repetiría esta acción contestó que lo volvería a hacer sin dudarlo. “Esta persona estaba realmente en mal estado y todo el mundo estaba de pie sin hacer nada. Ni siquiera pensé en nada, fue como un instinto natural”.
Una semana después, a finales de marzo, el obispo maronita con sede en Nueva York comenzó a desarrollar los síntomas del coronavirus y durante varias semanas estuvo enfermo. Finalmente a finales de abril le realizaron la prueba y se confirmó que había tenido Covid-19 y que ahora ya tiene anticuerpos. “Ahora tengo defensas, así que puedo seguir adelante”, afirma contento este obispo.
Gregory J. Mansour confiesa que haber padecido el virus le ha dado un “mejor sentido de la comunión” con respecto a los sacerdotes y tantos otros que han caído enfermos. Y por ello, ni se considera un héroe ni nada parecido: “Hay tanta gente pasando por esto, sufriendo y muriendo”.
Lecciones espirituales aprendidas durante la enfermedad
El obispo afirma que su experiencia con el virus también le ha enseñado algunas lecciones espirituales. "Cuando estás solo realmente te tomas el tiempo para mirar sinceramente tu relación con Dios y tu propio comportamiento, tus propios pensamientos y vida emocional y para alinearlo más cerca de la voluntad de Dios", asegura.
También señala que está "muy agradecido de haber pasado” por esta experiencia y particularmente agradecido con todos los que estaban en la primera línea: médicos, enfermeras, trabajadores minoristas y farmacéuticos por “dar la vida por los demás”.
A día 4 de mayo, Nueva York es uno de los principales focos de coronavirus del mundo con 312.977 personas diagnosticadas y más de 24.000 muertos.
Obispo de esta Eparquía desde 2004
Monseñor Gregory nació en 1955 en Michigan (EEUU) siendo el mayor de los seis hijos de George y Gloria (Farhat) Mansour. Sus antepasados, tal y como él mismo cuenta, provienen de Ehden, Tibneen y Damour en el Líbano, Nazaret en Israel y Damasco (Siria).
Se licenció en Educación para la Salud en la universidad y sólo después este católico maronita ingresó en el Seminario Maronita de Nuestra Señora del Líbano en Washington. Fue ordenado sacerdote en 1982 y además de ampliar estudios en Roma y en distintas universidades de EEUU sirvió en varias parroquias de este rito oriental así como en la curia.
Fue en 2004 cuando San Juan Pablo II le nombró tercer obispo de la Eparquía de San Marón de Brooklyn. Además de su carácter provida es uno de los grandes referentes de la libertad religiosa tanto en Estados Unidos como en países en los que los cristianos son perseguidos por su fe.
Actualmente, la Eparquía de Saint Maron de Brooklyn está compuesta por 45 parroquias y misiones, un seminario en Washington DC, así como un convento y monasterio en Massachusetts.