El padre Cecchin, presidente de los mariólogos pontificios, pide no caer en excesos banales
«María es mucho más que una devoción: por medio de ella se realiza la redención de la humanidad»
El portal mariano Cari Filii recoge una reciente entrevista con el presidente de los mariólogos del Papa, el padre Stefano Cecchin, franciscano, que lleva solo año y medio en el cargo:
La Pontificia Academia Mariana Internacional (PAMI) nació el 27 julio de 1946, cuando la Orden de Frailes Menores nombró una Commissio Marialis Franciscana, con sede en el entonces Pontificio Ateneo Antonianum de Roma. Esta Commissio tenía la tarea de organizar y dirigir todas las actividades "mariológicas y marianas" en la preparación del primer centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, y de favorecer los estudios para la sucesiva definición del dogma de la Asunción de María al cielo.
Juan XXIII recibe a miembros de la Pontificia Academia Mariana Internacional.
Posteriormente tomó el nombre de Academia Mariana Internacional, y en 1950 el Papa Juan XXIII, con la carta apostólica Maiora in Dies, dio a la Academia el título de "Pontificia" e indicó como su objetivo promover y animar los estudios de mariología a través de los Congresos Mariológicos Marianos Internacionales y cualquier otro tipo de encuentros académicos. La PAMI tiene como labor principal coordinar las otras Academias y Sociedades Marianas que existen en el mundo.
El 31 de mayo de 2017, el Papa Francisco nombró presidente de la Pontificia Academia Mariana Internacional al padre Stefano Cecchin, Ofm. Es un fraile franciscano con un doctorado en teología y una especialización en mariología obtenida en la Facultad teológica Marianum, el lugar que forma a los "mariólogos" en la Iglesia. Es profesor de mariología y miembro de la Asociación Mariológica Interdisciplinar Italiana y miembro honorario de la Asociación Mariológica Polaca. Es el primer presidente de la PAMI que es un verdadero especialista en mariología. Su nombramiento, de hecho, quiere responder a las peticiones del mundo mariológico de una mejor calificación en esta área de investigación.
En el padre Cecchin se resumen las dos características específicas de este mundo: el aspecto mariológico de la búsqueda y el mariano de la piedad y la divulgación. Recientemente fue entrevistado por Włodzimierz Rędzioch para la revista polaca Niedziela y la italiana In Terris:
-Padre Cecchin, ¿por qué es tan importante para los creyentes conocer a María, la Madre de Dios?
-Es importante porque en el origen de cada vocación en la Iglesia está María, la Madre de Jesús: esto era lo que amaba reiterar el santo Papa Juan Pablo II. Y, por este motivo, se puede leer en clave mariana la vocación de San Francisco de Asís, de todos los demás santos; pero, sobre todo, la de cada uno de nosotros. En la Iglesia, si falta María, nada es fecundo.
-¿Cuál es el papel de la Academia en la promoción del auténtico culto mariano entre los creyentes?
-Se necesita una conciencia sana e informada del papel de la Madre de Dios en la historia de la Salvación. Muchos, de hecho, hoy la reducen a devoción, olvidando que María es mucho más que una devoción: por medio de ella se realiza la salvación y la redención de la humanidad. Es más, con ella es con quien comienza la redención del mundo: con su Inmaculada Concepción (que es un dogma, no una devoción). La tarea de ratificar esta conciencia en los creyentes ha sido confiada a nuestra Academia. Al mismo tiempo, queremos iluminar la piedad popular para ayudar a la gente a encontrar a Cristo a través de María. En mi opinión, la función principal de un sacerdote es guiar a las personas a madurar en la fe, y María es la mejor compañera de camino en la conversión.
»Hay que destacar que lo que perjudica a la la mariología es que se piensa que es una realidad "fácil": "Todos pueden hablar de la Virgen". Así, caer en los excesos de la banalidad o del exagerado devocionismo es uno de los equívocos principales de los profesionales de la mariología. Hay muchas publicaciones sobre ella, y pocas de valor. El equívoco común es el de reducir la figura de María a una "devoción", disminuyendo o ignorando su verdadero papel en la historia de la Salvación.
-La Academia promueve y coordina los estudios de mariología. Pero, ¿de qué debería ocuparse hoy la mariología?
-La PAMI sigue tres vías de la mariología: la vía de la Verdad, la de la Belleza y la de la Caridad. La vía de la Verdad implica estudio, búsqueda, conocimiento. La vía de la Belleza implica oración, armonía con la creación, la belleza artística y todas las manifestaciones culturales y de culto. La vía de la Caridad implica la bondad, la ternura de María, la acogida, la consolación y ocuparse de los demás.
»Estas tres vías se pueden ver aplicadas en el colegio internacional San Antonio de Roma, donde tiene su sede operativa la PAMI. En esta casa está la vía de la verdad recorrida por la Pontificia Universidad Antonianum; en el centro está la basilica donde se vive la experiencia de la belleza en el encuentro con Dios y, en continuidad, como vía práctica, están las obras antonianas, como el 'comedor para los pobres', que acoge a un gran número de necesitados a comer. Nosotros queremos que el aspecto mariológico de la búsqueda se junte, de manera armoniosa, con el mariano de la piedad y de la divulgación. Es necesario evitar la ruptura entre la parte dogmática de la mariología y el pueblo devoto. El objetivo del estudio de la Academia es iluminar la piedad popular para ayudar a encontrar a Cristo a través de María.
-¿Cómo ha cambiado la "percepción" de María entre los fieles?
-La perspectiva que se tiene actualmente sobre María no es como la del pasado, casi una diosa lejana de nosotros. Hoy, la verdadera devoción es entendida como una "relación" que me hace descubrir y conocer a la madre de Jesús y me invita a imitarla, porque ella fue la primera discípula, por lo que es el modelo a seguir para ser discípulos de Cristo. En el transcurso de la vida, María es la compañera en el camino de conversión.
El padre Cecchin, junto al arzobispo Henryk Hoser, actual visitador apostólico del Papa en Medjugorje.
-Muchas personas, también en la Iglesia, miran con sospecha el fenómeno de las apariciones marianas, subrayando que no son necesarias para la fe. La Academia ha querido organizar un curso y un Observatorio internacional sobre las apariciones. ¿Por qué?
-El hecho es que a partir de principios del siglo XX, las apariciones, tanto públicas como privadas, son muy numerosas. Y, precisamente para hacer madurar la conciencia, las competencias y los instrumentos de discernimiento hemos dado vida al curso y al Observatorio internacional sobre el tema. Nuestro objetivo es tanto coordinar a los expertos mariólogos del mundo, como realizar un Observatorio internacional sobre las apariciones y los fenómenos místicos en los cuales participen expertos de las diversas ciencias y de diversas religiones para recoger y analizar material, testimonios, pruebas científicas, con el fin de llegar a verdades compartidas.
»Me gustaría recordar que ya el Concilio Vaticano II reiteró que el Señor elige caminos especiales para hablar directamente con el pueblo. En una carta de nuestra Academia publicada en el año 2000, se lee: "Una piedad mariana que acoja con cordial reconocimiento y con serena libertad las manifestaciones extraordinarias reconocidas por la autoridad eclesiástica y que vea en ellas un signo de su maternal misericordia; que considere en su justa luz los 'mensajes' y las 'promesas' que Ella dirige, a menudo a través de criaturas humildes, a sus hijos, son de hecho una invitación para que ellos vivan según los dictámenes del Evangelio, una prolongación de la palabra que la Madre de Jesús dijo a los siervos en las bodas de Caná: 'Haced lo que él os diga' (Jn 2, 5); no pretenden ni completar el Evangelio, ni sustituirlo con 'caminos más fáciles'. Al contrario, apuntan a reavivar en los discípulos la necesidad de conversión y de seguir a Cristo en el camino real de la cruz". Estas palabras explican bien nuestro interés en las apariciones.
Traducido por Elena Faccia Serrano.
Tomado de Cari Filii News.