«Fue la Iglesia la primera institución que denunció y declaró como falsas las premisas del racismo»
El racismo como ideología hunde sus raíces en la Ilustración del siglo XVIII y el cientificismo del siglo XIX. Así resulta de las investigaciones de José Alfredo Elía en su reciente libro Racismo. Historia del peligroso mito de la raza (Digital Reasons).
-¿Qué novedad aporta su estudio?
-El racismo constituye una de las páginas más vergonzosas de la historia contemporánea. Una ideología del odio y de la exclusión que ha marcado las relaciones entre las culturas y las naciones de nuestro tiempo presente.
»El racismo no es algo natural en el ser humano. Es una ideología basada en unos presupuestos presuntamente científicos y que tiene como fin el sometimiento de unos hombres, declarados “inferiores”, por otros hombres, declarados “superiores”.
»Tres son las grandes cuestiones que trata de responder el presente libro: ¿cuáles han sido los orígenes del racismo?, ¿cuáles son los autores y las bases ideológicas de la doctrina racial?, y ¿cómo demostrar y contrarrestar, con argumentos sólidos y científicos, la falsedad de estas ideas?
-En su estudio implica a personalidades de la Ilustración por haber teorizado sobre esta cuestión, lo que dio posteriormente alas a otros. ¿Puede aclarar esta cuestión?
-Durante el siglo XVIII se produjo el mayor tráfico de seres humanos de la modernidad. Más de 20 millones de personas fueron obligadas a atravesar el océano como esclavos. La mitad pereció en el viaje en condiciones francamente inhumanas. La otra mitad superviviente sirvió de mano de obra barata en las plantaciones de algodón o de café americanas.
»Para justificar la esclavitud, los naturalistas de la ilustración, se preguntaron por el origen y la diversidad de la humanidad. El conde de Buffon acuñó el término raza para designar los distintos tipos humanos, y Friedrich Blumenbach postuló una jerarquía de razas situando a la negroide abajo y a la caucásica arriba. Filósofos como Montesquieu, Hume, Rousseau, Kant o Hegel, entre otros, encontraron argumentos en las Luces para justificar el comercio de esclavos, que tan lucrativo resultaba a las haciendas de los poderosos.
-¿Qué papel tuvo la ciencia en la fundamentación de la ideología de la raza?
-A mediados del siglo XIX se inició la expansión colonialista por el mundo. Era necesario encontrar argumentos que justificaran tal empresa. Pues bien, estos se encontraron en la raza. Más en concreto en su desigualdad, y con ello se creó un corpus de doctrinas que constituyó lo que se denominó “racismo científico”.
José Alfredo Elía es físico y profesor de enseñanza media, ademas de autor de varios libros de texto sobre sus especialidades.
»Esta pseudociencia se preocupó por medir cráneos, huesos, examinar la piel, la sangre, el color de pelo y ojos, para clasificar cientos de razas y concluir que la que denominaban blanca era “superior” a las demás. Esté análisis se utilizó también para comparar cráneos masculinos y femeninos, resolviendo de manera infame que el cerebro de las mujeres era inferior al de los varones. Reconocidos investigadores de la época avalaron estos estudios y el positivismo imperante pretendió elevar a esta nueva ciencia de la medición y de los hechos comprobables a la máxima autoridad antropológica, social y moral.
-¿Cuáles son los presupuestos ideológicos de la doctrina racial? ¿De qué manera influyeron en la formulación del antisemitismo?
-Algunos lingüistas decimonónicos rastrearon el origen de las lenguas “blancas”, para concluir que todas ellas proceden de un germen común llamado indoeuropeo. Pero su análisis fue más lejos y postularon la existencia un pueblo originario que hablaba esta lengua, y al que denominaron “ario”. Cada nacionalismo elaboró su propia mitología en torno al tema ario, y así muchas naciones se consideraron herederas de este pueblo de pelo rubio, ojos azules y elevada inteligencia. El término ario adoptó diversas denominaciones en cada lugar: nórdico, indoeuropeo, indogermánico, celta, celtogermano, etc.
»El siguiente paso fue afirmar que lo más grande de las civilizaciones: su filosofía, su ciencia, su arte, su religión… se debían a este pueblo primitivo que portaría el genio y la grandeza en su sangre. Esta tesis la aventuró el francés Arthur de Gobineau, autor que tiene el triste honor de ser el creador del racismo como ideología. Para él, la raza aria estaría en decadencia debido a su degeneración y mestizaje con otras “inferiores”. Era necesaria pues, una lucha de razas, en que la superior prevaleciera sobre las inferiores.
»Ese concepto de lucha, llevará a autores como Spencer o Nietzsche a ensalzar la violencia. Para ellos la historia y la vida no es sino el escenario de batalla en que unos seres aniquilan a otros en una lucha por la existencia.
»El filólogo Renan proclamará a la raza semita como la antirraza, y declarará que la historia presente se caracteriza por una lucha a muerte entre la raza aria y la raza semita. Richard Wagner y John Houston Chamberlain divulgaron las ideas gobinianas por Alemania, y declararon al judío como el principal enemigo a vencer.
-¿Qué consecuencias tuvo la adopción del racismo como ideología política por parte de las principales naciones occidentales?
-La segunda mitad del siglo XIX supuso la aparición de las grandes potencias imperiales. La ideología de la raza legitimó el arrasamiento del oeste americano por los estadounidenses, el este asiático por los rusos, los territorios vírgenes de Sudamérica por las autoridades locales, y la explotación del continente africano por las principales potencias europeas: Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Portugal y España.
»Aunque la Conferencia de Berlín de 1888 trató de poner orden en ese reparto, las tensiones y desacuerdos entre las naciones desembocaron en la Primera Guerra Mundial. Las grandes potencias coloniales se enfrentaron entre sí por un trozo de tierra.
»Con la llegada al poder del partido nazi, Alemania llevó la biopolítica racista a sus máximas consecuencias. Eugenesia, antisemitismo, reproducción y crianza en las granjas del Lebensborn, holocausto,… condujeron a la hora de las tinieblas que muchos conocemos.
-En sus capítulos finales, desarrolla cómo se produjo la lucha contra el racismo y el ocaso del mismo. ¿En qué aspectos lo puede concretar?
-La Constitución de las Naciones Unidas en 1948 y la promulgación de los decretos contra el racismo, dos años más tarde, pusieron freno a nivel internacional al racismo. La labor de los Papas, junto con el Concilio Vaticano II y el encuentro de las religiones permitieron encontrar puntos de hermanamiento y no de exclusión. La Asociación por los Derechos Civiles luchó en los Estados Unidos por acabar con la segregación racial. La Unesco también trabajó duramente para conseguir que la educación en todo el mundo eliminara los términos excluyentes y abogara por un hermanamiento entre los pueblos. Con el fin del apartheid en Sudáfrica en 1994, desapareció el último estado racista del mundo.
»En la actualidad el racismo, aparte de ser un delito penado, no tiene ninguna base científica. Los recientes estudios sobre genética de poblaciones concluyen que no hay fundamento científico para clasificar a los seres humanos en razas. Que es absurdo pretender aislar una raza pura y mucho menos, que se pueda establecer una jerarquía entre ellas, ya que la diversidad genética, bioquímica y sanguínea entre individuos de una misma “raza” es incluso mayor que la que pueda existir entre “razas” distintas.
-¿Cómo luchó el cristianismo contra el racismo? ¿En qué aspectos lo puede concretar?
-De siempre, el catolicismo ha defendido la unidad del género humano, en su origen, en su misión y en su destino. Pues bien, fue precisamente la Iglesia católica la primera institución que, a nivel mundial, denunció y declaró como falsas las premisas del racismo. El 13 de abril de 1938, la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades del Vaticano condenó por decreto los principales errores de la ideología de la raza. Si bien numerosos científicos y otras personalidades de relevancia habían denunciado las falacias de la raza, con el decreto del Vaticano se resumían por primera vez los principales errores de la concepción racial de la humanidad. La Iglesia católica ofrecía su propuesta: “Católico quiere decir universal, no racista, no nacionalista, en el sentido de separación que pueden tener estos atributos… los hombres son ante todo un único, grande, género, una grande y única familia de seres vivientes… Existe una sola raza humana universal, “católica”… y con ella y en ella, variaciones diversas… Esta es la respuesta de la Iglesia”.
»Desde entonces, todos los Papas, el Concilio Vaticano II y la labor de toda la Iglesia, han seguido ahondando en esta tarea del hermanamiento y reconciliación de todos los pueblos en una única raza. Una colaboración entre las naciones para conseguir una auténtica paz y desarrollo solidario que abrace a toda la familia humana.