Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El padre Coset, historiador prestigioso, trabajó tres años para disipar todas las dudas

Accedió «sin entusiasmo» a estudiar las apariciones de Beauraing: algo en los niños le convenció

Accedió «sin entusiasmo» a estudiar las apariciones de Beauraing: algo en los niños le convenció
La concordancia en las reacciones gestuales de los niños a las apariciones eran imposibles de fingir, según el estudio del padre Joset.

Cari Filii

La Iglesia es cauta antes de aprobar la sobrenaturalidad de unas apariciones. Una prueba es el caso de Beauraing, en Bélgica, donde el mismo obispo que las aprobó tras un concienzudo estudio pidió que se estudiasen otra vez, aún más a fondo, treinta años después. Lo cuenta el portal mariano Cari Filii:

Las apariciones de la Virgen a cinco niños en Beauraing (Bélgica), entre el 29 de noviembre de 1932 y el 3 de enero de 1933, no fueron oficialmente reconocidas hasta dieciséis años después. El 2 de julio de 1949, el obispo de Namur, André-Marie Charue (1898-1977), afirmó en una carta, hablando "con toda sinceridad y prudencia", que realmente la Madre de Dios había hablado ante Andrée y Gilberte Degeimbre y Albert, Fernande y Gilberte Voisin, que contaban entre 9 y 15 años. Avalaba así el mensaje que Nuestra Señora les había transmitido, pidiéndoles que rezaran por la conversión de los pecadores y que hicieran sacrificios para ello.

Los cinco videntes rezan el rosario en el lugar de las apariciones. Fuente: Le passé belge.

Parecían quedar así vencidas las objeciones planteadas, que llevaron al predecesor de Charue, monseñor Thomas Louis Heylen, y al mismo Santo Oficio romano, a prohibir durante un tiempo las peregrinaciones y las publicaciones sobre la cuestión. Algunas de esas objeciones se plasmaron tan temprano como en abril de 1933 en una publicación prestigiosa como Études Carmelitaines, en un trabajo titulado "Los hechos misteriosos de Beauraing" (luego publicado como separata), que firmaban el mismo director de la revista, Bruno de Jésus-Marie, como experto en mística y en psicología religiosa, y dos celebridades en su campo, el neurólogo Paul van Gehuchten y el psiquiatra Étienne de Greeff, junto con Aloïs Janssens, historiador de la Iglesia.



Sin embargo, la clara declaración episcopal, retrasada tanto tiempo por esas críticas, no las calló por completo. El mismo monseñor Charue pidió en 1977, pocos meses antes de morir, que se publicasen "trabajos científicos susceptibles de disipar las dudas que todavía subsistan". La petición surtió efecto, pues como recoge el blog de historia Le passé belge [El pasado belga], se creó un comité presidido por el vicario general de la diócesis, Fernand Toussaint, quien encargó la tarea investigadora a un reconocido historiador, el jesuita Camille-Jean Joset, S.I.

El padre Joset la acogió, según sus propias palabras, "sin ningún entusiasmo" porque su devoción a la Virgen no le llevaba a estar siempre "a la caza de apariciones". Pero sí le animó su sentido del deber y del servicio, y la llevó a cabo a conciencia, sabedor de que, en cualquier caso, "no es un historiador quien tiene que declarar" si la Virgen se aparece o no, sino la autoridad de la Iglesia. En cualquier caso, él iba a aportar al servicio de la verdad todo su bagaje académico como doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Lovaina y en Derecho por la de Nancy, y ex rector y profesor de la  Universidad de Namur.

El padre Joset, en 1984. Fuente: Le passé belge.

Consagró tres años de trabajo, entre 1981 y 1984, a la publicación de cinco volúmenes, más uno de divulgación: "Reuní, clasifiqué y exploté todos los documentos, y luego me volqué enteramente en un trabajo laborioso", explica en los titulados como Dossiers de Beauraing. Parte esencial eran, obviamente, los testimonios de los videntes.

Y su estudio fue decisivo para que el padre Joset se mostrase finalmente partidario de la veracidad de las apariciones. La comparación entre las palabras de unos y otros tuvo para él un valor probativo insoslayable: "Hecho excepcional en la historia de las apariciones, son cinco videntes, testigos directos, y esto en múltiples ocasiones, a lo largo de cinco largas semanas y en circunstancias de publicidad y de ajetreo inconcebibles. Son de edades, temperamentos y culturas distintos. Pero no se ha podido establecer ninguna contradicción en sus palabras".



Una entrevista con Gilberte Degeimbre, fallecida en 2015 cuando ya era la última vidente viva. Sus memorias, que empezó a redactar en 1978, se publicarán póstumamente por iniciativa de su sobrino Christian van den Steen, hijo de la también vidente Andrée. Pincha aquí para ver este mismo vídeo con subtítulos en español.

Hay otras cuatro concordancias con un valor testimonial también muy elocuente:

-El 3 de enero de 1933, en la última aparición, "los cinco videntes cayeron de rodillas a la vez con una sincronía que no pudo ser concertada ni ordenada por un primer gesto de uno de ellos", apuntó Georges Lamotte, presidente honorario del tribunal de primera instancia de Dinant, presente en los hechos y en cuanto juez, acostumbrado a valorar la fiabilidad y credibilidad de los testigos.

-En el mismo sentido, cuando llevaban dos o tres misterios del rosario rezados, de repente se detuvieron todos a la vez al empezar un Avemaría, "bruscamente y con una conjunción impactante".

-En otra ocasión les fueron presentadas a los cinco videntes, por separado y sin previo aviso, 75 imágenes de la Virgen para que señalasen la más parecida. Los cinco rechazaron espontáneamente 73 de ellas.

-En la primavera de 1935, más de dos años después de la última aparición, se le enseñaron, también por separado y por sorpresa, 44 tonalidades de azul para que eligiesen el tono del vestido de la Virgen: los cuatro a quienes se pasó la prueba (Gilberte Degeimbre vivía entonces en Francia) optaron por el mismo tono.

Monseñor Toussaint y el padre Joset firmaron juntos una obra resumiendo las investigaciones.

El padre Joset analizó también los dos milagros ya aprobados por monseñor Charue, la curación de dos peregrinas flamencas en el verano de 1933, una aquejada de osteomielitis y otra de un mioma en la matriz.

Y, por último, explicó por qué, en su opinión,las hipótesis que explicaban las apariciones como sugestión o simulación contradecían hechos bien establecidos.

Como concluye Le passé belge, desde la publicación del trabajo del padre Joset, hace casi cuarenta años, nadie ha intentado refutarlo...

(Publicado originariamente en el portal de temas marianos Cari Filii )

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